Un despliegue descomunal, una lección, atajado por vía rápida, el que ha dado Carlos Alcaraz en la tarde de este domingo en Wimbledon. El cuarto grand slam para el murciano. Tiene solo 21 años, pero ya está entre el top de tenistas españoles. A un universo (aún) del palmarés de Rafael Nadal, este 2024 es ya el inicio de una era definitivamente, con el segundo grande que se lleva el español, tras vencer en Roland Garros. Un hito para la historia, un día que se promete inolvidable, que puede redondearse con la cuarta Euro de España esta noche. Ante Inglaterra.
No vendió tan cara su piel Novak Djokovic. Tres set a cero y la sensación de que sobre la pista había un solo hombre, que llegaba a todo, que dejó varios puntos para el resumen del año. Cedió el serbio tras un tie break con una bola a la red. Alcaraz tiene ya tantos grand slam como Manolo Santana y Arantxa Sánchez Vicario.
El murciano avasalló en cada bola, se mostró fortísimo, imparable, y en menos de tres horas había hecho doblar la rodilla al que, por palmarés, es el mejor de todos los tiempos. El serbio no solo estuvo impreciso, sino que en la cara, a veces, se veía consciente de cierta inferioridad ante el chaval de Murcia.
De su generación, la que viene a reinar, Alcaraz parece no solo el más en forma, sino el más solvente. Atrás ha dejado una cierta sensación de decisiones algo alocadas, que aún mantenía cuando dio el golpe en la mesa en 2022.
Y lo mejor es que el deporte español tendrá un referente por una década. Porque los Alonso, Gasol, Nadal, Xavi o Casillas que rompieron techos al iniciarse el tercer milenio, se han ido marchando y nada estaba claro. La de este domingo ha sido una más de las muchas tardes de final de semana que regalará el murciano.
Alguno tenía para hoy previsto encarrilar un partido largo de Alcaraz con la previa de la Selección, que juega a las nueve de la noche. Nada de eso. Queda tarde para comerse las uñas antes del cara a cara con Kane o Bellingham.
Le ha sentado bien a Carlitos el nombramiento como hijo adoptivo de Triana. El nieto de Doña Victoria recibía días atrás este reconocimiento que ilusionó a la abuela, pero que de una forma u otra habrá le habrá llegado a los oídos, claro. La Velá de Triana acaba el mismo día que empiezan los Juegos Olímpicos, el próximo gran reto. Aspira al oro, por supuesto, y es el favorito en vista de cómo se ha ido limpiando rivales en los últimos meses.
No tendrá tiempo para venir a Sevilla esta vez, seguramente, para ver a la abuela. Pero ante un genio así, Triana va a celebrar por muchos años que ese niño gane tanto. Como lo acabarán haciendo por ese rasguño en el ADN de Sanlúcar y Chipiona, de donde eran los abuelos de Doña Victoria.