Exeter es una ciudad inglesa que respira rugby de norte a sur. Situada a dos horas de Londres, sus habitantes están volcados con el deporte del balón oval. Caminando por sus calles te cruzas con aficionados con gorras, camisetas y mascarillas del Exeter Chief, el equipo representativo de la capital del condado de Devon y uno de los mejores clubes de Inglaterra en los últimos años.
La magnitud del rugby es tal que hay una parada de tren exclusiva para llegar al Sandy Park, el estadio local. También se está construyendo un hotel al lado del campo y los colores del club lucen por todos los rincones de la ciudad, donde es fácil encontrarte con banderas y bufandas de una entidad que tiene a sus dos equipos, masculino y femenino, en la máxima competición del rugby británico.
"Cuando salimos a pasear por la calle, la gente nos reconoce y eso es muy bonito"
En el equipo femenino milita una jerezana, Laura Delgado, que vive su segunda temporada como jugadora del Chief. La primera vez que llegó a la ciudad tomó un taxi y dialogando con el taxista le comentó que llegaba a Exeter para jugar en el equipo de rugby. La emoción del conductor fue total. La pasión por el rugby es enorme.
Para Bimba, como es conocida la jugadora, es "muy motivante" el ambiente y respeto que hay hacia su deporte en la ciudad inglesa. "Los jugadores son súper conocidos, pero también conocen a las jugadoras. Cuando salimos a pasear por la calle, la gente nos reconoce y es algo bonito. Es un reconocimiento al rugby", cuenta a lavozdelsur.es.
"El club —cuenta Bimba— es muy respetado y tiene unos valores increíbles. No solo en cuanto a profesionalización y rendimiento. Buscan el máximo de cada jugadora, pero tanto dentro como fuera del campo. Pertenecer a este equipo es una seña de identidad. Llevas el escudo del club y tienes que tener claro sus valores y lo que significa pertenecer el Exeter. Si no eres consciente de ello, te puedes jugar que te echen y perder tu contrato".
La importancia de la profesionalización del deporte femenino
La jerezana es una de las pocas españolas que tiene un contrato profesional como jugadora de rugby. Algo que le permite dedicarse en exclusiva a su deporte, con todo lo que ello supone para su evolución física y técnica. En España, los equipos entrenan dos o tres días a la semana durante una hora y media o dos cada día. Las instalaciones dejan mucho que desear y el apoyo institucional a las deportistas es nulo. A pesar de esto, se está evolucionando mucho por el empuje de los cuerpos técnicos y las jugadoras, pero así es realmente difícil competir contra países profesionalizados.
En Inglaterra, Bimba vive prácticamente las 24 horas en modo rugby. Por la mañana realiza trabajo individual, de movilidad, reforzando sus debilidades y analizando los vídeos que puntualmente les envía el club. Se propone sus objetivos y organiza qué es lo que quiere trabajar durante el día. Por la tarde, tienen dos horas previas de trabajo preventivo para evitar lesiones y después realizan sesiones de trabajo por posiciones. Tras esta este entrenamiento, todo el equipo —formado por 25 jugadoras con contrato a tiempo completo— se une para seguir trabajando. Más tarde toca sesión de gimnasio y, tras un break de una hora, despedida del largo día con una sesión con las 25 jugadoras fijas más las 15 integrantes del equipo que están a tiempo parcial. Todo el trabajo está preparado de manera metódica.
"Es un proyecto profesional de los pies a la cabeza. El staff es muy profesional, controlan todo: el horario, el enfoque, los vídeos. Aquí cuidan también mucho la salud mental. Cada día al levantarnos, que esto sí lo hacemos con la selección española, tenemos que rellenar un test contando cómo nos encontramos en relación con el tren inferior, superior, si estamos cansadas, el periodo menstrual en el que nos encontramos, si tenemos estrés externo o cualquier cosa que le tengamos que contar al club sobre nuestra situación personal", detalla Bimba.
Una reivindicación contra los estereotipos
Para llegar a la élite del rugby, Bimba ha tenido que luchar muchísimo. Y superar numerosas barreras, algunas puestas por una sociedad que se empeña en colocar demasiadas etiquetas. De genética y constitución fuerte, ha tenido que sufrir muchos calificativos no muy apropiados y soportar que se cuestione permanentemente su físico. "Si superas un estándar, unas etiquetas de tallas, parece que no estás bien vista o te tienes que sentir mal porque no estás dentro de esas etiquetas. Además, todo el mundo te cuestiona si estás saludable por ser más grande. No me he aceptado porque sentía que era diferente y no me gustaba ser distinta".
La capitana de la selección española añade. "Ahora que soy mayor y tengo experiencia, sí me gusta compartir mi opinión para que, en un futuro, las generaciones que vienen detrás no sufran lo mismo y pasen por lo que yo pasé. Me tengo más que aceptada y me quiero como soy, pero muchas veces me surgen estas cuestiones y me gusta reivindicarlas porque sé que a otras personas les pasa lo mismo".
Hace unas semanas, subía a sus redes un post en el que reivindicaba respeto para todas las personas, con independencia de su peso o talla.
Su publicación tuvo una gran repercusión, con numerosos mensajes de apoyo. "Para muchas chicas —relata Laura— somos referentes. Yo también he tenido los míos y me gustaba ver que eran personas reales. No somos personas diferentes. Me gusta ser cercana y si estamos donde estamos es porque nos hemos puesto unos objetivos y hemos luchado mucho para conseguirlos. Hemos dado el máximo y hemos trabajado a diario para ello. También, como siempre digo, hay un puntito de suerte por el tema de que te respeten las lesiones. Soy consciente de que soy una referente y quiero poner mi granito de arena para esas pequeñas jugadoras que quieren cumplir sus sueños".
Una 'leona' con pradera
La leona, nombre con el que se conoce a las jugadoras de la selección, puede presumir de tener una pradera a su nombre. Un acontecimiento muy importante en lo personal y en el capítulo de visibilidad del deporte femenino, que necesita contar con mujeres referentes en sus deportes. La pradera de Chapín lleva su nombre, algo que todavía trata de asimilar la jerezana.
"Es muy halagador que sea un reconocimiento en vida y en tu ciudad"
"Es algo impresionante. A día de hoy todavía no me lo creo. Seré consciente el día que vayamos a la pradera y lo presentemos con Mammen Sánchez. El día que me lo comentó la alcaldesa me sentí muy afortunada y valorada. Es un reconocimiento a nivel individual, a nivel del deporte femenino y del rugby. Es algo para siempre y es muy halagador que sea un reconocimiento en vida y en tu ciudad. Estamos trabajando mucho para impulsar nuestro deporte. No saben las horas de trabajo que le dedicamos. Puede que haya un dilema sobre los motivos por los que le han puesto mi nombre a la pradera, pero tal vez no sepan que doy mi vida por este deporte", cuenta una Bimba que sueña con lograr el próximo mes en Parma (Italia) la clasificación con España para el Mundial de Nueva Zelanda.
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