Cinco años disputando el partido más difícil de su vida ante un rival que acabó llevándose los puntos. La muerte del joven José Antonio Garrido a los 17 años, tras cinco años de lucha contra la leucemia, ha sido un auténtico mazazo para el mundo del fútbol.
"Perdemos al niño más valiente, luchador, guerrero, jabato, ejemplo de superación, generoso, solidario, mágico y mi héroe en la tierra. Ganamos a un ángel en el cielo". De esta forma expresaba su tristeza Sebastián Herrera, el entrenador de fútbol que, siendo ojeador del Real Madrid, apuntó con letras rojas el nombre de Garrido en su agenda.
Aquella anécdota acabó convirtiéndose meses después en una entrañable amistad. Herrera, al que le tocó lidiar con un cáncer, se enteró de la historia de un chico de Gibraleón, seguidor del Barcelona, que había empezado una dura batalla contra la leucemia. Cuando miro en sus anotaciones, el técnico trebujenero descubrió que José Antonio era aquel chaval al que siguió unos meses atrás.
Desde entonces, Sebastián Herrera ha estado animando al joven jugador y a la familia, mostrando su afectuoso cariño hacia su héroe, como él lo llamaba. Anoche, roto de dolor, Herrera quiso compartir unas palabras que Garrido le había comentado días antes. "Cuando me vaya, no quiero que llores, no quiero lágrimas".