Una pala, una bola y ganas de descubrir un deporte de raqueta que cada vez llama la atención de más curiosos. El tenis, el pádel, el bádminton y el ping pong se dan la mano en esta disciplina que aterrizó en España hace una década. No ha sido hasta hace tres años cuando el pickleball ha experimentado un boom que llegó a la provincia de Cádiz en 2019, cuando se empezó a practicar en Rota. El 19 de marzo, día del padre, asomó la cabeza por primera vez en Cádiz capital gracias a dos amigas gaditanas que se toparon con él “de rebote”.
Elena Arbolí, 47 años, y Vanesa Blanco, de 45, llevaban cinco meses jugando al pádel. “Nos resultaba muy complicado encontrar pistas, teníamos que ir a otras ciudades. Y se nos ocurrió buscar una nave y montar unas, pero buscando nos apareció este deporte y nos pareció muy divertido, más fácil y económico que el pádel porque no había que montar cristales”, explica Elena.
De inmediato se pusieron manos a la obra y lograron instalarse en un espacio cuyo dueño utilizaba como garaje para guardar una colección de coches y motos antiguas. “Le hemos dedicado mucho cariño al suelo, que es lo más importante”, comentan las impulsoras del pickleball en la capital.
Su centro es el primero indoor en Andalucía y el tercero de España -el primero abrió en Sabadell y el segundo en Albacete. “El 98 por ciento son instalaciones cedidas por el ayuntamiento o colegios donde se monta la red”, explica Elena que siempre ha trabajado como secretaria.
Ellas se han convertido en embajadoras de pickleball en la provincia y forman parde la asociación andaluza desde la que desentrañan las características de un deporte “bastante desconocido en España”, pero muy común en Estados Unidos. De hecho, según datos de la asociación española de pickleball, más de tres millones de deportistas lo practican. Fue al otro lado del charco donde nació, en 1965, cuando una familia trataba de entretenerse. Tenían la red de bádminton, en el garaje encontraron unas palas de ping pong y la pelota se la quitaron al perro, que se llamaba Pickel, de ahí su nombre –la pelota de Pickel.
El animal -de peluche- está presente en la entrada de este centro donde se pueden reservar pistas y el material lo ponen las gaditanas. Vanesa pelotea con su compañera dejando la bola de plástico -hueca y con agujeros- botar. “A este deporte puede jugar todo el mundo, abarca un rango amplio de edad y es fácil de aprender. No hace falta ni mucha técnica ni mucha condición física”, aclara. Según cuentan, en Estados Unidos hay hasta una liga para mayores de 80 años y, además, es inclusivo ya que pueden jugar personas en sillas de ruedas.
"Nos parece más fácil y económico que el pádel"
La pala que sujeta con su mano derecha pesa 200 gramos, tres veces menos que una de pádel. Con movimiento suaves no pierde de vista el recorrido de la bola mientras explica a lavozdelsur.es que el golpeo es plano. “Si juegas a las palas en la playa, juegas a esto”, dice Vanesa, que ha sido jugadora de baloncesto a nivel semiprofesional durante 25 años y compagina el pickleball con su trabajo como cuidadora en una residencia de autismo.
Nunca se ha separado del ejercicio físico ni tampoco de las personas que conoció gracias a él. Acaba de entrar en la pista Begoña García, la primera andaluza que jugó en la NBA, ahora amante de este curioso deporte.
Por las tardes las instalaciones acogen a las personas que ya se han enganchado a la red. Mientras que, por las mañanas, las gaditanas aprovechan para darlo a conocer. “Hemos querido darle ese matiz social invitando a diferentes colectivos, han venido policías, guardias civiles, colegios”. También se han puesto en contacto con Cruz Roja para animar a los mayores que viven solos.
Su objetivo es crear una comunidad en torno al pickleball y divulgar su existencia, algo que hacen a través de sus redes sociales y por el boca a boca. La mayoría de las personas que se acercan a jugar lo descubren por casualidad. José Luis, Manuel, Alberto y Quique juegan uno de los partidos que organizan en la nave mientras Elena y Vanesa siguen destripando los secretos de este deporte.
“Son dos reglas básicamente. Cuando se saca la bola tiene que botar obligatoriamente dos veces, una en el campo contrario y otra en tu campo. A partir de ahí puedes golpear después del bote o bolear. La otra es que no se puede bolear en la zona oscura llamada cocina”, detallan.
A Alberto le gustó tanto que cuando se enteró de que la asociación andaluza organizaba un curso de monitor de pickleball, no dudó en hacerlo. “Los primeros once días uno de ellos, Manuel, que era jugador de pádel, vino diez. Es nuestro cliente más habitual. Desde entonces solamente juega a esto”, cuenta Elena.
Entre los deportistas que están concentrados en la bola también se encuentra José Luis, un español residente en Estados Unidos que comenzó a practicarlo allí y no ha dudado en desplazarse desde Granada a Cádiz para echar un partido.
A su vez, en el centro ha iniciado convocatorias de torneos. Para su sorpresa, al primero se apuntaron roteños, sevillanos, madrileños y hasta alemanes. “También un campeón del mundo”, añaden todavía asombradas por la solicitud.
El pickleball echa raíces y se expande sobre las líneas que delimitan las pistas. Las gaditanas están convencidas de que “en las olimpiadas de 2028 seguro que habrá, ya está en 70 países, solo hacen falta cinco más para que sea olímpico”.