España lleva unos años enclavada en el 'no pudo ser'. Una sensación de oportunidad perdida, de que los astros se alineaban pero faltaba el último golpe. Frustración en Rusia, primer gran torneo tras el ocaso de los que fueron campeones del Mundo. No salió el experimento 'rubialesco' de despedir al entrenador unos días antes en aquel inicio del verano de 2018. No salió bien la Euro 2020, que se celebró en el 21, porque nunca se llegó a jugar bien hasta semifinales, que fue cuando se perdió contra Italia. En el Mundial del 22, era un todo o nada para Luis Enrique y acabó en la nada, en la horizontalidad, en el desasosiego, batidos por Marruecos en penaltis.
En cada ocasión, siempre pudo dar más España. Pero esta vez, esta generación, la de Lamine Yamal e Iñaki Williams, llegaba sin apenas aspiraciones, sin haber brillado, hasta los días en que había que jugarse los garbanzos. Y empezó aquello a funcionar. Como un motor de coche que uno daba por gripado, recalentado, y por arte de magia, en el enésimo intento optimista de que 'se arregle solo', arranca, sin dar un problema.
Tiene mucho España de eso y de liderazgos callados. Del Mundial de 2010 aún sobrevive el palaciego Jesús Navas, en su último baile antes de retirarse el próximo diciembre, como ha pactado con el Sevilla FC (a falta de concretar, parece). Será titular porque Carvajal, otro líder, fue sancionado en el último partido.
Teóricamente, le tocará bailar con Mbappé, estrella francesa, pero magullada en la nariz y en el espíritu esta Euro. Salvo sorpresa, el sevillano deberá parar por banda a uno de los jugadores con mejores condiciones del mundo, si no el mejor. En un día inspirado, la pasada final del Mundial de Qatar, rescató a su país ante Argentina e igualó el encuentro con unos minutos memorables. No necesitará más la tristona Bleue para ganar.
Pero es que los de Luis de la Fuente han dibujado su propio camino esta Eurocopa. Se enfrentan ante un finalista mundial, y las apuestas -un oráculo, porque quien se juega los cuartos escribe el futuro como mejor sabe, de forma fría- dan favorita a España.
Lo mejor que tiene España es que llega con los suyos en el mejor momento de la temporada. Apenas hay estrellas. Lo es Rodri, otro líder callado, que presume de no tener redes sociales y que jura que nunca se hará un tatuaje. Fornido, con la camiseta por dentro, un futbolista que lo hace simple, que no corre de más, que tiene el carisma de quien no presume de florituras. Un tío hasta aburrido que ha dominado el centro del campo.
En Rodrigo se sustenta mucho esta España de De la Fuente: de las pocas selecciones o equipos que tiran con dos centrocampistas. En este mundo de interiores, a Rodri solo le acompaña uno que se asemeja en su especie, Fabián Ruiz, una chispita que tras un año aburrido en París ha dado desde el primer día su mejor versión, la que conocieron en Nápoles y ya le intuían en el Betis.
Sin ese Rodri, España no podría permitirse dibujarse el 4-2-3-1 que era tan habitual hace 20 años. Olmo de segundo punta, de enganche. Partirá de titular tras su partidazo ante Alemania, mientras Pedri, lesionado de nuevo, esta vez por Kroos y no él solo, es ya un convidado de piedra en la concentración. El del RB Leipzig hará de 10 cuando ese número ya no existe en el fútbol actual. Le tocará currar, pero no es un interior, así que habrá que esperar que España amase el balón y que corriendo atrás no suframos.
Para eso, el mejor es Cucurella. El lateral izquierdo ha sabido estar en todas partes cuando tampoco apuntaba ni a titular. Una crítica al míster que duró lo que empezó el del Chelsea a correr de un lado para otro. No le sobra el talento, pero a menudo ocupa el centro en lugar de la banda cuando sale a atacar. Eso ayuda a que pueda evitar la contra en cualquier punto del campo, aunque deja su banda en un apuro. Deberá ayudarle Nico Williams, bajando.
Esta selección de chavales no aspiraba a nada. Pero, pase lo que pase, no será la de anteriores combinados de miel en los labios, de mala imagen. Ha puesto un señor casi desconocido a España en el mapa, que raro sería que no aspirase en dos años a llevarse el Mundial. Si Williams y Lamine siguen creciendo, si aguanta Morata al menos en el nivel actual como una especie de Giroud -quizás este sea su último torneo con la Roja por tanta crítica, ha deslizado ya-, si la salud respeta a Pedri o Gavi, si aguantan las piernas a Carvajal, si Rodri sigue brillando bien arriba en los próximos balones de oro... Bueno, quizás volvamos a no ganar. Pero con lo recorrido hasta hoy, España llega al partido ante Francia como una de las grandes selecciones europeas. Sin techo. Nadie contaba con ellos. Pero sí lo hacen ahora. Y hasta nos temen.