Impresionante resultó la actividad pionera en Andalucía organizada por el Grupo Espeleosocorro Andaluz de la Federación Andaluza de Espeleología.
Por primera vez, dos personas invidentes se enfrentaron a una actividad de espeleología de nivel medio-alto. Estas personas descendieron, de la forma más autónoma posible, hasta una profundidad de 100 metros por el sistema de galerías del Complejo de Motillas.
Un total de 40 personas participaron en esta actividad inclusiva sin precedentes. En todo momento, los especialistas del Espeleosocorro Andaluz estuvieron atentos al recorrido para prestar la asistencia y ayuda necesaria.
El equipo logístico se encargó de instalar un puesto de mando en la entrada de la cavidad para controlar y coordinar los diferentes grupos de trabajo. También se instaló un sistema de comunicación para establecer comunicación con el puesto de mando. Igualmente, diferentes especialistas estuvieron repartidos por diferentes puntos de la cavidad preparados para cualquier eventualidad que surgiese. La actividad también contó con un equipo de evacuación y un equipo guía.
Tras el reparto de funciones, Alberto Molinos y Luis Bullido, las dos personas invidentes, iniciaron el descenso, contando con una herramienta llamada barra direccional (la persona ciega se coloca en el centro y en cada extremo va un guía). Tomando como referencias las paredes, se desplazaron guiados por los acompañantes. Descendieron realizando rápeles, tirolinas y rápeles guiados.
La progresión por la cavidad se realizó según lo previsto, incluso se superaron las expectativas con respecto a la autonomía de Luis y Alberto. Muy destacable fue la capacidad de percepción de la cavidad y de la espeleología en general por parte de estos dos aventureros que fueron capaces de captar desde el primer momento ese halo especial que envuelve el mundo subterráneo.
Toda la cavidad se encontraba equipada con sistemas de rescate necesarios para la evacuación un herido instalados por el Espeleosocorro Andaluz, ya que la actividad fusionó esta experiencia con las prácticas de rescate realizadas normalmente varias veces en el año. Como momentos especiales cabe destacar la conversación que Luis tuvo desde el interior de la cavidad a través del sistema de comunicación instalado con su pareja, que permaneció todo el tiempo en el puesto de mando junto con su perro guía.
La experiencia fue de lo más enriquecedora para Alberto, Luis y todo el grupo de participantes, quedando demostrado que la espeleología adaptada e inclusiva es posible y se hizo realidad en el interior de esta cueva gaditana de Motillas. La expedición, por cierto, tuvo que cambiar los planes sobre la marcha debido a una circunstancia ajena a la actividad. Y es que, dos sanitarios de Espeleosocorro Andaluz que se encontraban en el interior del complejo tuvieron que salir antes de tiempo con destino a Almería tras recibir la noticia de que una espeleóloga se encontraba herida en la Cueva de la Gitana.