La tinerfeña Michelle Alonso ha hecho historia hoy en el deporte español al convertirse en la primera abanderada en unos Juegos con discapacidad intelectual. Los de Tokio son las terceras Paralimpiadas de esta nadadora de 27 años que no habló hasta que tenía cinco debido al retraso madurativo que sufre. Pero no le ha impedido luchar por cumplir sus sueños.
Medalla de oro en Londres 2012 y en Río 2016 en 200 metros braza, su palmarés es tan impresionante como los obstáculos que ha ido superando en el camino. Medalla de Oro al Mérito Deportivo, fundó en su día su propio club, el Midayu.
Su infancia no fue nada fácil. Le costaba mucho relacionarse con niños de su edad y se sentía rechazada. Con siete años, por unos problemas de espalda, comenzó a nadar. Y ahí fue donde se le abrió un mundo, ya que en la natación encontró la seguridad suficiente para establecer amistad con compañeros. Y empezó a nadar y nadar a un ritmo extraordinario, tanto que llegó incluso a competir en carreras con chicas sin discapacidad.
Tras una mala experiencia en su primer club, Michelle estuvo a punto de dejar la natación. La insistencia de sus padres y conocer a su entrenador, José Luis Guadalupe, hizo posible que siguiera nadando hacia los éxitos que ha conseguido. Fue su entrenador quien le recomendó que usara cascos de música antes de empezar cada prueba para no sentir que nadie pudiera estar riéndose de ella o discriminándola.