Han pasado 14 años desde que se retirase del fútbol en el Chiclana, pero no ha perdido la pinta de futbolista. Está para jugar, aunque desde hace tiempo decidió tomar cierta distancia con el fútbol. Solo se anima de vez en cuando para jugar alguna que otra pachanga con los veteranos del Cádiz. En la cantera del conjunto amarillo se formó precisamente Moisés Arteaga, un centrocampista virtuoso con el balón, con una clase excelente y una visión espectacular del juego.
Los amantes del fútbol vintage todavía tienen grabados en la memoria los buenos ratos de fútbol que ofreció este gaditano de 52 años. Tras cuatro temporadas en el Cádiz, con descenso incluido en la última campaña, Arteaga se marchó al Espanyol. "Salí cuando bajamos a Segunda la primera vez y, a partir de ahí, mi carrera fue hacia arriba Estuve nueve años en el Espanyol y una temporada cedido en el Rayo Vallecano. Mi trayectoria fue positiva, con una Copa del Rey en el año 2000", destaca a lavozdelsur.es.
Encantado con su vida tras el fútbol
Tras dejar los terrenos de juego en el año 2007, ¿qué ha sido de Moisés Arteaga? "Monté un gimnasio y empecé a dedicarme al entrenamiento personal. Me dedico a eso. También tengo el título de entrenador nacional de fútbol, el UEFA Pro, pero lo he ido dejando. Me he ido apartando un poco porque digamos que no he tenido la suerte de seguir vinculado al fútbol", cuenta.
Como técnico ha tenido algunas experiencias como la que vivió en 2012 en el Badajoz, equipo en el que estaba como segundo entrenador junto a Torres Mestre y al que dirigió durante varios partidos. "Somos muchos entrenadores y los equipos son los mismos. Y como siempre me ha gustado hacer deporte, me he formado como instructor de pilates, de spinning y de muchas actividades deportivas más. Me dedico al entrenamiento personal".
"Cuando dejas de ser futbolista, aunque se acuerden de ti, no llevas la misma rutina y tienes que asimilarlo"
Del fútbol no se termina de olvidar, pero con distancia. "Evidentemente, sigo al Cádiz y al Espanyol, pero ahora estoy más relajado. No tengo esa presión de tener que jugar cada fin de semana. Ahora, los fines de semana los tengo para disfrutar", apunta.
Atrás quedaron los años de futbolista. El tránsito del mundo del balón a la vida real lo hizo con total naturalidad. "El fútbol fue una etapa de mi vida. Terminé jugando en el Chiclana con 34 años, siendo todavía realmente joven para la vida. Me quedaban muchas cosas por hacer y por disfrutar, pero para el fútbol era mayor. Es difícil aceptarlo y asimilarlo cuando eres una persona importante dentro del fútbol a nivel nacional, pero luego hay otra vida, la vida diaria. Y cuando dejas de ser futbolista, aunque se acuerden de ti, no llevas la misma rutina y tienes que asimilarlo. A mí no me ha costado nunca", relata Arteaga.
"Soy de familia humilde y disfruto con las pequeñas cosas. Me gusta lo que hago y no cambiaría mi vida por nada"
Su día a día es "como el de cualquier persona normal". De lunes a viernes trabaja y los fines de semana intenta disfrutar con la familia. "Soy de Cádiz y vivo en Chiclana. Soy de familia humilde y disfruto con las pequeñas cosas. Disfruto con una barbacoa con la familia o con una tortilla con pimientos en la playa y con tu gente. Esas son las cositas que estoy disfrutando en esta fase de mi vida. Ni el dinero ni la fama lo son todo. Antes estaba todo el día de hotel en hotel viajando. Ahora tengo mejor calidad de vida y la verdad es que estoy muy contento. Me gusta lo que hago y no cambiaría mi vida por nada".