A sus 43 años, Gerard Autet se mantiene igual que en sus tiempos de futbolista. Han pasado ya nueve años y medio desde que se viese obligado a colgar las botas por culpa de las lesiones, pero está tan fino como antaño, como en esos tiempos en los que se imponía con clase a los delanteros rivales.
Como juvenil llegó a la cantera del Barcelona para jugar posteriormente en el Palamós y el filial del Espanyol. Con 23 años debutaría en Segunda división defendiendo los colores del Levante, club en el que militó una temporada antes de fichar por el Xerez CD, el equipo que marcó su carrera deportiva. Un total de siete años, repartidos en dos etapas, vivió como azulino. La gloria de Primera división la saboreó con el Sporting de Gijón que dirigía el inolvidable Manolo Preciado.
Tras tres cursos jugando en El Molinón, el central catalán regresó a Chapín para reforzar a un Xerez que acababa de descender de la máxima categoría del fútbol español. En el cuadro xerecista cerró una historia que comenzó en la temporada 2002-2003, la segunda y última del Bernd Schuster en el banquillo jerezano.
Con Mora en la portería, Gerard era un fijo en la defensa azulina junto a hombres como Antonio y Jesule. Luis Miguel Rubiales, el actual presidente de la Real Federación Española de Fútbol, actuaba en el carril izquierdo de aquel equipo, con Gustavo Cañizares por la derecha. Vicente Moreno, actual entrenador del Espanyol, y su segundo, Dani Pendín, mandaban en la medular junto a Cachorro. Arriba, Mena y Calle compartían ataque.
"En el Xerez tuvimos muchos shows con los impagos, pero futbolísticamente fue una etapa chulísima"
En el Xerez vivió una etapa dorada, aunque también cursó todo un máster en problemas extradeportivos: desnudo de la plantilla en Interviú, camisetas contra Gil Silgado y meses sin cobrar. Con Joaquín Morales tampoco cambió mucho la decoración, aunque, por fortuna, el fútbol lo salvó todo. "Fue una etapa chulísima. Tuvimos muchos shows con los impagos, cosas que hacen curtirte, pero futbolísticamente fue una época muy buena. El fútbol en Xerez era diferente. Estuvimos cerca del ascenso en varias ocasiones. Cuando me fui al Sporting tuve la suerte de ascender a Primera. En Jerez cuadré muy bien con la gente. El clima en la ciudad era ideal y todo era perfecto. Además, allí nació mi hija mayor, que está a punto de cumplir diez años, y siempre tendré un vínculo especial con la ciudad", relata a lavozdelsur.es.
Aunque han pasado los años, Gerard sigue manteniendo el contacto con muchos de los que fueron sus compañeros en el Xerez y en el Sporting. "Vivimos cosas y experiencias que aplico ahora en mi día a día. El fútbol te va dando compañeros que ahora, al cabo del tiempo, ves que siguen metidos en el fútbol y ves cómo muchos se van situando como agentes de jugadores, secretarios técnicos, directores deportivos o entrenadores. Entonces, cuando te encuentras con ellos, conectas bien y rápido. Mantener el contacto es agradable, ya que recuerdas cosas buenas. Guardo muy buenos recuerdos. Recientemente estuve con Moreno y Pendín, que los tengo por aquí cerca".
Fútbol hasta en la sopa
Tras decir adiós al fútbol en activo como jugador, el catalán encontró acomodo en el banquillo. Junto a Óscar García Junyent se marchó como segundo al Maccabi de Tel Aviv, pero la experiencia no se prolongó mucho en el tiempo. "Por la situación del conflicto con Palestina, me volví al cabo del año a Barcelona", destaca. Y, desde entonces, ¿qué ha sido de Gereard Autet? "Empecé a trabajar en la agencia de representación del que había sido mi representante toda la vida, José María Orovitg. Llevo ocho años ayudando a captar a algunos jugadores. Y, entre medias, hago también de analista táctico en TV3 y colaboro con programas de radio y televisión".
"Tuve una carrera muy completa y ahora tengo la suerte de seguir disfrutando del fútbol"
Aunque a veces le entra el gusanillo de los banquillos, por ahora no piensa en entrenar a un corto-medio plazo. "No lo descarto, ya que a mí me gusta, y más cuando estoy por aquí por Barcelona y quedo con Vicente Moreno, al que le va muy bien en el Espanyol. Siempre uno tiene las ganas de intentarlo, pero ahora mismo ando bastante liado con los dos trabajos. Me falta también el último año de carné de entrenador y no tengo tiempo en estos momentos. Me lo planteo, pero no sé qué será de mi vida. Me siento cómodo en la radio y en la tele. Me gusta analizar a nivel táctico los partidos y me gusta lo que estoy haciendo".
No lo pisa tanto como antes, pero para nada se siente alejado del verde. "No estoy desconectado. Tengo que estar al día en cuanto a análisis que, principalmente, hago los partidos del Barcelona. Veo un montón de encuentros a la semana, de mantenimiento y seguimiento de jugadores de la empresa. Estoy viendo quizás más fútbol que nunca. Más que echarlo de menos, tengo fútbol hasta en la sopa. A veces tengo que desconectar con un buen libro. La verdad es que no me quejo. Tuve una carrera muy completa y ahora tengo la suerte de seguir disfrutando del fútbol".