El Xerez Deportivo parece empeñado en batir todos los registros en una siniestra estadística que de momento le lleva a meterse en los cinco últimos puestos de la clasificación. Y es que los azulinos en los diez partidos disputados hasta la fecha han terminado con inferioridad numérica en cuatro, y en ninguno de ellos ha logrado siquiera arañar un punto.
En el derbi ante el Cádiz B, los de Pérez Herrera volvieron a quedarse con diez, y de nuevo, como ocurriera en la segunda jornada de liga en Cáceres, por expulsión de su guardameta Camacho, al que no le pueden ocurrir más desgracias en las últimas jornadas. En una acción calcada a aquella en el Príncipe Felipe, el meta roteño se vio obligado a tocar el balón con las manos para evitar el gol del rival en una acción en la que le ganaron la espalda otra vez más a la zaga xerecista.
Lo de adelantar la defensa es marca de la casa en los equipos de Pérez Herrera, un riesgo que en demasiadas ocasiones se les está volviendo en contra a los azulinos. Inmerecidos los pitos de parte del respetable contra el arquero, cuya expulsión en acto de servicio para su equipo suma un elemento más en contra en su tensa relación con una parte de la afición.
Hasta entonces, el Xerez Deportivo tenía controlado un partido en el que gozó incluso de opciones para haberse puesto por delante. En la más clara, Javilillo buscó más el penalti que disparar a portería en una buena acción de ataque.
Los de Alberto Cifuentes apenas sí llegaron a las inmediaciones de Camacho, un espectador más hasta que llegó ese fatídico minuto 35 que cambió el choque y que condicionó el derbi provincial.
Ocaña dejó su sitio a César, que antes del descanso salvó a su equipo con dos buenas intervenciones, sobre todo con una segunda tras un fallo suyo en el despeje y en la que evitó un gol a bocajarro de Bastida.
Tras el descanso, el Xerez Deportivo no se vino abajo y siguió insistiendo en su dominio y gozando de ocasiones claras de gol que no supo concretar y que podrían haber cambiado el rumbo del partido. Goma, Máyor y Bello las tuvieron de todos los colores, pero la falta de acierto fue una condena añadida.
Los amarillos, que ya se habían topado con la madera en un disparo anterior de Diarra, se adelantaron por mediación de Algarra a siete del final, en una acción típica de la zaga azulina de falta de contundencia en el despeje.
De ahí al final fue querer y no poder por parte de un Xerez que quemó todas sus naves, pero los cambios quizás llegaron algo tarde.
La tercera derrota consecutiva de los jerezanos les lleva a los puestos de descenso directo. Aunque queda Liga y la imagen no fue del todo mala este domingo, toca reaccionar a más tardar la próxima jornada en Coria.