El próximo mes de noviembre, cumplirá 39 años. Poco después, según su acuerdo con el Sevilla FC, colgará las botas, en invierno. Su último contrato no lo cobrará, que costará mucho menos al Sevilla que los anteriores, pero es que además lo va a donar. Así es Jesús Navas (Los Palacios, 1985). Una leyenda del sevillismo, que da nombre a la ciudad deportiva situada frente a la Universidad Pablo de Olavide. Porque, en parte, esos terrenos son también zona de altos estudios. Y Navas es el catedrático mayor.
Comenzó como un chico silencioso y se irá como un líder callado. Canterano que empezó a brillar con menos presión que otros, porque ya llegó a un Sevilla que apuntaba a campeonar como lo acabaría haciendo. Y hasta eclipsado por otro canterano, el recordado José Antonio Reyes. El golpe sobre la mesa del utrerano, que se llevó todos los focos, abrió camino para otros como Navas o Sergio Ramos, o hasta el también malogrado Antonio Puerta. No inauguraban una generación de oro en el Pizjuán, sino que la continuaban.
Con ese foco repartido entre varios nombres, con estrellas a su lado como Julio Baptista, Kanouté, Luis Fabiano, empezó a correr la banda derecha Jesús Navas, un extremo rapidísimo por momentos, con buen trato de balón, muy trabajador, pequeñito y endiablado. No tan sobrado de regate. En eso, aunque jugaba en la misma posición que Joaquín, uno y otro no tenían nada que ver. Uno cuerpeaba para ganar metros hacia el área buscando algún malabarismo; el otro, amagando y retando al desborde veloz, con sobrada calidad.
Era feliz Navas cuando la del Manchester City fue esa oferta que uno no podía dejar pasar. Pudo haber elegido destino mucho antes, porque Europa y el mundo miraban a aquel niño con cuerpo de niño. Ya más maduro, y entre mucha tontería sobre si la cabeza le aguantaría, marchó con los jeques, dejando en general buen sabor. Pero volvió a casa porque lo del City fue una aventura dentro de la trayectoria.
Los años llevaron su empeño y amor por el fútbol a retirarle del ataque. Cada vez se iba imponiendo más un estilo donde el Navas extremo encajaba peor. Y, de repente, nació el Navas lateral aguerrido, intuitivo, trabajador. En un fútbol tan físico, donde los que acompañan al ataque al delantero tienen hechuras de tanque, hay muchos minutos del juego donde Navas, con su 1,70 metros, colabora con los centrales. Pasó en las semifinales de esta semana ante Francia, donde se las vio en el segundo palo con Mbappé, y no salió mal el plan.
Con la camiseta roja, la de España, Navas debutó en 2009. Venía de las inferiores, pero no se sentía preparado mentalmente para una concentración así. Por eso, se perdió la Euro de 2008, la de Luis Aragonés. La primera del ciclo ganador. Cabía en aquel combinado. A la primera, ya estaba jugando y fue al Mundial de 2010, donde inició la jugada que acabó con el gol de Iniesta. Tampoco faltó en 2012, la última Eurocopa hasta ahora, donde España fue dando baños en cada fase.
Para muchos, con la salida de otros pesos pesados de la Selección, tocaba una limpia donde entraba Jesús Navas. Seguramente, sí. Del Navas extremo. Pero el lateral era otra cosa. Se quedó fuera de la Euro de 2021. Y Luis De la Fuente, en un Sevilla de altibajos, acabó contando con él. Para la Liga de las Naciones y para todo.
Por eso, sorprendió en Madrid que Navas fuera convocado para esta Euro. Muchos aspiraban a que el lateral derecho completo del Real Madrid, Carvajal y Lucas Vázquez, fueran las dos opciones. Pero no. De la Fuente, que ha callado a tantos en esta Euro, contó con Jesús. Ante Francia, demostró por qué.
Bailó con Mbappé, le corrió hacia atrás y, sobre todo, le contuvo. Fue el sustituto de Carvajal, sancio nado, y si no el mejor quizás, seguro entre los top de su posición esta temporada. Era grande el hueco que tenía que cubrir España, y grande el reto ante un Mbappé que hace año y medio reventó a Argentina en la final y a punto estuvo casi él solo de llevarse el Mundial. Pero no hubo miedo. Un hombre que ha toreado en todas las plazas no se pudo poner nervioso. No lo hizo tampoco cuando España se puso por debajo en el marcador. El extremo francés, fichaje del Real Madrid, sacó espacio ante Navas para meter el centro del gol galo. Siguió peleando Navas como lo había hecho cuando, en los primeros años, le traían fichajes en su posición para el Eurosevilla, cuando había dinero para fichar o alguna genialidad desconocida de Monchi. Siempre ganaba el pulso el de Los Palacios.
Navas ha visto cambiar el fútbol, se ha reconvertido y alarga su carrera hasta rozar los 40 años. Podría seguir jugando en primerísimo nivel, algo solo al alcance de algunos genios. Este sábado, puede ser el jugador español con más titulos con la Selección. Si no queremos hacer la cuenta de la Liga de las Naciones -un trofeo, recordemos, que la esplendorosa roja de Aragonés y Del Bosque no disputaba-, el domingo puede ser el tercer título de Navas, e igualarle con los jugadores que estuvieron entre 2008 y 2012.
Es decir, entrar por números en ese grupúsculo de los Casillas, Xavi o Iniesta que ganaron los tres trofeos. Tendría Navas incluso más mérito por ser capaz de ganar con dos generaciones: entre el Mundial de 2010 y la Euro de 2024, 14 años, porque el tiempo pasa volando, pero más vuela por la banda Jesús Navas. Delante o detrás. Pase lo que pase, el de Los Palacios es historia de la Selección.
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