Una mujer se mueve con habilidad en el ring. Mira fijamente las manoplas y, en segundos, ejecuta un golpe. Después, repite la acción, un asalto de mascota más conocido en España como manopleo. Se llama Zaira García Garay y es la única de El Puerto que compite en boxeo femenino. A sus 22 años es campeona de España en la modalidad de 81+ y se ha llevado el bronce en el torneo europeo celebrado en Montenegro. Frente a ella una persona muy especial no le quita ojo. Es su padre, Francisco José García Sánchez, quien le abrió las puertas a este deporte al que se enganchó desde que tuvo uso de razón
“Desde que tenía cuatro años ya tenía unos guantes y un casco puesto”, dice la joven portuense que compagina sus entrenamientos con el trabajo de portera de seguridad en discotecas. Es la tercera generación de una saga familiar de boxeadores que dejan huella en la historia deportiva de la ciudad. Su abuelo, Francisco García Hermoso, fundó en 2010 el Club de Boxeo García donde empezó su progenitor y ahora continúa ella. “Mi padre es mi entrenador”, comenta la primera mujer de esta familia que se atreve a sumergirse entre sacos.
Francisco José sujeta las manoplas mientras un grupo de hombres realizan movimientos rápidos con los puños frente a un espejo. “Ella siempre ha estado aquí conmigo en el gimnasio, nunca la he obligado a boxear, ha salido de ella”, comenta. Padre e hija se han criado entre guantes, comparten una pasión de la que disfrutan en una nave del Polígono El Palmar.
"No había niñas de mi peso"
Amante del ejercicio, Zaira practicaba fútbol, pero cuando cumplió 14 años entró en la Selección Española de boxeo y se adentró en la competición. “Como no había niñas de mi peso, me quedé estancada. Fui a un torneo de tonificación y quedé tercera de España, pero tuve que hacer un parón. Siempre me ha costado encontrar mujeres de peso pesado como yo”, explica.
Desde entonces, la joven se dedicó a entrenar hasta que en 2020 retomó los torneos con la Selección. Debutó en el campeonato de España de boxeo femenino —esta vez sí pudo subirse al ring— y se hizo con la medalla de bronce. Además, participa en torneos internacionales donde asegura que sí hay mujeres de su modalidad. Croacia o Rumanía son algunos de los países que ha visitado gracias a su tesón.
“En cuestión de cuatro años, ha pegado el salto”, dice su padre. Para él es un orgullo que su hija haya llegado tan lejos en este deporte que significa tanto para ellos y en el que también él compitió en su momento.
La historia de este club comenzó hace doce años en el recinto ferial de Las Banderas, espacio al que acudían ante la carencia de un local. Con el tiempo, les ofrecieron continuar en el gimnasio Squash Sherry hasta que, en 2014, Francisco José inició su propia escuela.
De lunes a viernes y sábados por la mañana, Zaira se coloca sus guantes y entrena duro. “Hago ejercicios de fuerza con pesas para coger músculo y corre, que es muy importante en este deporte”, explica la campeona. “El boxeo es mi descarga de estrés”, expresa. Un momento de evasión donde las preocupaciones del día se apartan de la mente.
En el gimnasio, no solo hace ejercicio sino también guía los entrenamientos de las personas que van a “pasarlo bien, pegar al saco y sudar”. Frente a los sacos se colocan funcionarios, policías o bomberos, pero también “niños que sacamos de la calle” o refugiados de la guerra de Ucrania que se alojan en una casa de acogida. Y en estos años, por el club han pasado chavales que actualmente son profesionales del boxeo y han llegado a lo más alto como Israel Doello, Jaime Romero o Alejandro Camacho. “Les he enseñado desde cero, sin ellos saber nada”, dice Francisco José con una sonrisa.
"Antes nada más que había hombres"
Desde hace unos cuatro años, cada vez hay más presencia femenina en la nave. Según sostiene Zaira, “hay un montón de mujeres que lo practican, de todas las edades, vienen madres con sus hijas. Antes no se veían, nada más que había hombres y dos o tres chicas”.
La portuense quiere romper con los estereotipos y se alegra de que muchas se animen a probar este deporte que “no es como sale en las películas”. Zaira camina hacia el ring al que se ha subido en innumerables ocasiones. “La gente se cree que hay sangre, ay, que le van a partir a mi niña la nariz. No es así, es diferente, aquí somos una piña”, cuenta a lavozdelsur.es.
Ella solo tiene palabras positivas para un deporte que le ha regalado tantas experiencias. “El boxeo ayuda mucho a combatir el estrés de casa, a desconectar de los problemas, te desahogas mucho”, insiste la joven, que en un futuro le encantaría dar el relevo a su padre y seguir adelante con el club.
Pero, de momento, su próxima meta es el Mundial que se celebrará en Tailandia en marzo de 2023. Será la primera vez que compita en un encuentro de tal calibre. Está emocionada, nerviosa pero con mucha ilusión. “Si Dios quiere y quedo una de las tres primeras, me gano un dinerito bueno y me arregla la vida”, sonríe la portuense, que siempre agradece el apoyo de los patrocinadores para poder viajar a los torneos. “Sin ellos, todo saldría de casa”, dice. Un golpe al saco y al ataque.
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