...3...cansada

De besos trasnochados,  de adiós sin despedidas, de nopuedos o noquieros. Cansada del cansancio de estar cansada de esperar sin saber qué, ni cuando,  ni dónde.  Sin saber ni tan siquiera si SÍ o sí NO.

Esperar sin fechas, sin objetivos, sin esperanza, sin promesas.

Esperar por esperar desespera. Esa espera que no lleva caducidad está caduca antes de ser. La espera muere sin haber nacido. 

Dicen que la espera es esperanza y esta, siempre debe quedar como la última chocolatina guardada para una emergencia perdidos en el desierto de vivir. 

Dicen,  dicen,  llenos de palabras vacías,  sin posos que leer, ni sueños que recordar, ni tan siquiera fotos que ver, ni mensajes de whassap . Sin voces, sin canciones.  Sin nada.

La nada más absoluta llena la espera de la cura milagrosa para un mundo que agoniza y grita porque muere y ya nadie lo oye. Agoniza asfixiado de humos, basuras, plásticos,  colillas,  deshechos de una humanidad que se asesina a si misma en la guerra más cruenta imaginable,  una guerra desde dentro.  Somos el topo de nosotros mismos. 

No nos cuidamos,  nunca nos oímos. No nos sabemos escuchar. Ya nadie oye el rugir del mar ni respira su aroma salvaje a la orilla mientras espera la puesta del Sol.

Te dicen que es mejor no esperar. Lo ideal es no esperar nada de nadie, nunca. Y que no pierdas la esperanza.  Todo al revés.  Mal hechos. Mal programados. Nos negamos a esperar, a creer, a querer. Pero no pierdas la esperanza,  esa no. Y nos perdemos.  Y da igual.  Seria igual querer que no querer. No amar. Nunca odiar.  No sentir. Dejarse llevar y morir. Y entonces qué .  Te abrazas a la esperanza.  La luz rosada de esas puestas de Sol. 

Y para ser sinceros, yo me como la última chocolatina y si necesito otra, voy a recoger chocolate al fin del mundo y te hago más.  

Los besos con pasión.  El amor mejor que el sexo sin duda . Ni alérgica ni a dieta de tí y si quieres construimos aviones de papel y salimos de viaje enseguida hacia Marte . No hagas las maletas.

 

Isabel Jiménez