Un total de 356 menores, de entre 14 y 17 años, fueron denunciados por violencia machista en los diez primeros meses de 2017. Esta cifra es la más alta de los últimos nueve años, y supone casi el triple de casos que los contabilizados en 2008. A esto hay que sumar los 118 casos que también fueron denunciados en los diez primeros meses del año pasado por abuso sexual, ya que este delito aún no es considerado como una violencia machista para el Ejecutivo y las denuncias se siguen presentando por separado. Una de las medidas preventivas más importante en este ámbito se encuentra en la educación y la implicación por parte de los organismos públicos. Ana Magallanes y Elena Callealta llevan más de quince años dedicándose a todo lo que tenga que ver con asuntos de género. Hace 4 años conformaron Mesáuricas, donde trabajan con grupos de todas las edades, desde infantil hasta bachillerato, incluyendo asociaciones de mujeres. Imparten programas tanto a las Administraciones Públicas como a empresas privadas por la provincia de Cádiz y Andalucía.
"Nos hemos esforzado mucho en empoderar a las chicas, que es necesario, pero también tenemos que hacer programas de intervención con los menores maltratadores. Cuando en los centros educativos se visibilizan situaciones de malos tratos o de sexismo dentro del aula, las delegaciones de educación tienen que asumir como competencia el que se trabaje con esos menores desde una formación específica", explica la pedagoga Ana Magallanes. "Nosotras con los adolescentes tocamos todos los pilares, desde igualdad, prevención de violencia de género, y en todos los talleres metemos siempre –porque nos parece la piedra angular que hay que tocar- la inteligencia emocional", asegura Elena Callealta, también formadora y psicopedagoga.
"Tenemos talleres sobre igualdad en los que tocamos la historia del feminismo como una forma de revalidar la imagen de la mujer. Existe un estudio de la Universidad de Valencia que dice que la presencia de las mujeres en los libros de secundaria es del 4%. Eso hace que la imagen de las mujeres en general, incluso para nosotras mismas, esté tirada por los suelos. Por ello nos parece que dignificar y visibilizar a las mujeres es importante".
"Nos hemos esforzado mucho en empoderar a las chicas, que es necesario, pero también tenemos que hacer programas de intervención con los menores maltratadores".
También tienen programas sobre prevención de violencia de género donde "escarbamos para sacar los comportamientos que están normalizados en las relaciones de pareja que suponen un germen del maltrato. Los adolescentes lo ven de una forma tan natural que creen que es algo normal". Los jóvenes han aprendido patrones de conducta machista y los han convertido en algo normalizado. "Cuando una pareja te controla la forma de vestir, los adolescentes piensan que el otro lo hace como muestra de estima. No quiere decir que cuando esto ocurre el adolescente vaya a ser un maltratador, pero sí que comienza a tener papeletas porque esa es la base de una relación de maltrato. Se empieza siempre controlando. Lo que tenemos que hacer con esas relaciones de poder que están tan normalizadas es desenmascararlas y ofrecerles alternativas para que se relacionen de una manera más sana".
"En cierta manera, aunque nos queda todavía mucho por hacer, se nota el poder de las redes sociales. No sólo nos ponen delante cosas negativas, y quien muestra un mínimo interés por informarse y ponerse en contacto con el feminismo pues también tiene acceso a ello a través de las redes", expone Magallanes. Desde Mesáuricas destacan que es muy importante el trabajo del profesorado en el desarrollo de los alumnos en estos valores. Ellas trabajan siempre de una forma lúdica y dinámica, utilizando todos los recursos a su alcance: desde teatro, marionetas, música o vídeos. "Procuramos que sea un ambiente relajado y que tengan la sensación de que se están divirtiendo, porque si no ni les llega ni se enganchan". Para los más pequeños, Ana Magallanes acaba de publicar un cuento llamado Mi unicornio, que se utilizará para trabajar la igualdad de género en Infantil en los colegios andaluces. Aún no se ha distribuido, pero irá acompañado de una idea didáctica para el profesorado.
Mujeres y 8M
Además de su labor en los centros educativos con menores, Mesáuricas también trabaja con asociaciones de mujeres adultas. "El tema de romper estereotipos se nota muchísimo más con ellas que sí que han padecido de verdad el peso de los roles de género, la división sexual del trabajo. Se nota sobre todo en el mundo rural", aseguran. Con las mujeres los temas que suelen tratar son la autoestima, el empoderamiento, la sororidad y la sexualidad. Ambas son terapeutas emoscionales, disponen de una consulta, y están convencidas de que "lo que se aprende con y desde el cuerpo no se olvida nunca". Se trata de grupos que suelen ir de los 45 hasta los 80 años. "Normalmente cuando las mujeres acceden al mundo asociativo es porque tienen un poco de tiempo para sí mismas, y esto suele suceder cuando todos los hijos ya se han ido del hogar o cuando se han quedado viudas".
"Cuando las mujeres acceden al mundo asociativo es porque tienen un poco de tiempo para sí mismas, y esto suele suceder cuando todos los hijos ya se han ido del hogar o cuando se han quedado viudas".
Destacan la participación en la manifestación del pasado 8M, "porque nos dimos cuenta que allí había gente de todo tipo, y nos gustó mucho la participación masculina, porque empiezan a entender que tienen que participar pero que los protagonistas no son ellos", comenta Callealta. "Lo que pone de manifiesto el 8M es esa necesidad que tenemos de cambiar las cosas, y nos da la clave para entender que realmente eso se tiene que hacer desde la educación y tendría que estar presente no sólo de manera puntual en los colegios, sino de forma transversal y que estuviese presente en el currículo escolar desde infantil hasta bachiller. Lo que implicaría que el profesorado estuviese formado en cuestiones de género. Esto es algo que debería ser obligatoria en la formación de los docentes", concluye Magallanes.