La muerte natural de Antonio C., cuando dormía en la calle, solo, este lunes 3 de junio, ha provocado una reacción en cadena que ya llega al Ayuntamiento de Cádiz. Ante su puerta, en los arcos de la Casa Consistorial de San Juan de Dios, una decena de personas sin hogar acampan en señal de protesta.
El último fallecimiento, por causas naturales, de una persona sin hogar en la ciudad de Cádiz fue el motivo del vallado de la zona en la que apareció su cuerpo, un pasaje de las escaleras y vanos que une la plazuela de Portería de Capuchinos con la calle Doctores Meléndez, en La Viña.
Un reguero de incidentes, peleas, discusiones, quejas y suciedad durante más de una década llegaron el pasado fin de semana a tres detenciones por un atraco a otro ocupante de la zona. Horas antes, un joven fue detenido por amenazar con una pistola de juguete a varios viandantes.
El lunes siguiente, sin descanso en los sobresaltos, aparece el cuerpo sin vida de Antonio C. Demasiado para un gobierno municipal que lleva más de diez años recibiendo protestas de los residentes en los edificios afectados, en las calles circundantes.
El mismo lunes, 3 de junio, a las 17.30 horas, se precipita el cierre con vallas de toda la zona. Era una propuesta municipal pensada, "a largo plazo", presentada tres meses antes y aceptada por los propietarios de un espacio privado. La desgracia hizo que se aplicara a toda prisa.
La asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía convocaba este jueves, a las 11 de la mañana, una concentración ante el cierre metálico. Apenas reunió a una treintena de personas, con dos concejales de Adelante Izquierda Gaditana entre ellos.
La cita, inicialmente serena y dolida, servía para elevar el tono de las denuncias contra la gestión del Albergue Municipal de la plaza Macías Rete, distante apenas 50 metros del escenario de todo.
En su tramo final también dejó ver la tensión y discrepancias entre los que viven en la zona y los que se solidarizan con las personas sin hogar que solían ocuparla. "Un difícil equilibrio", como define el alcalde Bruno García.
"La calle mata. Tres personas han muerto ya en las calles de Cádiz en lo que va de año", comenzaba la portavoz, Carmen Belizón, micrófono en mano. El último caso reúne todos los agravantes para los solidarios con las personas sin hogar.
"Antonio padecía varias enfermedades, algunas graves, y aún así fue expulsado del Albergue Municipal aunque rogamos que se quedara. Fue relegado a dormir en un espacio precario", justo el que aparecía vallado detrás de la mujer con el uso de la palabra.
Como denuncia otra asociación, Nadie sin Hogar, la gestión de ese centro público, de toda la actuación de la administración municipal con las personas sin techo, queda en cuestión.
Las críticas son cada vez más severas. Señalan a una responsable por aplicar criterios de admisión "demasiado estrictos" o decidir expulsiones de forma arbitraria y al concejal, Pablo Otero, por permitir esta situación.
"Falta sensibilidad. El sistema rotatorio que ofrece 20 plazas es vergonzoso. Muchas personas son expulsadas del albergue primero y luego de distintas calles o plazas con actos como este vallado metálico. Es una política agresiva y estéril. Lo que necesitan es techo digno y tratamientos de recuperación, un apoyo en salud mental que ponga fin a este rosario de muertes".
Un vecino oculto tras una ventana en La Viña grita a los manifestantes "¿por qué no te los llevas a tu casa?"
Una voz salió desde una ventana para cambiar el tono de la protesta y aportar otro punto de vista con brusquedad. "¿Por qué no te los llevas a tu casa?", preguntaba un vecino tras las cortinas a los concentrados. "¿Por qué no te callas?", respondió una de las mujeres tras la pancarta.
El intercambio espontáneo reveló la otra mitad del conflicto. A la situación de desamparo que viven los que solían dormir en los vanos y pasillos techados se suma la desesperación de los vecinos, hartos tras años y años de peleas, suciedad e intimidación.
La presidenta de la asociación de vecinos Gades La Viña está entre los concentrados y participa en la asamblea: "Le has dicho que se calle a un vecino y quiero decir que hay mucha gente que lo pasa muy mal aquí, que no puede dormir. Han sido años de peleas una noche sí y otra, no".
La dirigente vecinal insiste en que todos los que se concentraban "no son iguales", que había personas sin hogar pacíficas, tranquilas y desamparadas, "a las que la gente del barrio ayudó muchas veces, muchas. Les traíamos agua, comida, mantas, les preguntábamos".
El choque de sufrimientos se muestra con toda claridad. Los que quieren tener sus portales y calles limpios y tranquilos frente a los que temen por la situación de algunos de los que duermen allí.
"Yo me atrincheraría en el Ayuntamiento y no iría a una reunión hasta que haya una solución definitiva", media una persona que pertenece al colectivo sin hogar. Otro, llamado Pedro, pide la palabra y lanza un mensaje que da parte de razón a los dos sectores.
"He dormido algunas noches aquí en las escaleras, con el fallecido Antonio, con Pepe, con otro compañero llamado Pedro como yo. Todos buenas personas que no molestaban a nadie. Pero he visto lo que había. Nosotros éramos los primeros en sufrirlo".
El mismo testigo añade una clave que incluye la inmigración. "Venía cada día gente de otros países. Bebían, fumaban y se metían con las mujeres, con las niñas. Metían la gamba. Una vez bajó un vecino y, con respeto, nos dijo que eso no podía seguir. Cuando nos dijo eso, supe que un día pagaríamos justos por pecadores. Es lo que ha pasado".
Acampada en el Ayuntamiento
Apenas a un kilómetro del origen de las quejas, en un paseo por el Campo del Sur atestado de turistas, la muerte de Antonio C. provoca otra protesta distinta, más larga. Por ahora, permanente. Los arcos de acceso al Ayuntamiento de Cádiz sirven desde la noche del martes como techo para una decena de personas que no lo tienen.
Dos jóvenes, hombre y mujer, fueron los primeros en acampar en protesta por la muerte de su compañero y por "las dificultades" para encontrar plaza en el Albergue Municipal. Otras siete personas, al menos, han decidido acompañarles hasta el momento.
Las mantas, las sillas plegables y las cajas de cartón aparecen a la entrada de la Casa Consistorial este jueves, por segunda jornada consecutiva y sin fecha de término prevista.
El Ayuntamiento de Cádiz asegura que los servicios sociales ya les atienden y les ofrecen alternativas. Una de las jóvenes concentradas dice que ha sido violada dos veces desde que duerme, hace tres años, en la calle. También se queja de que le niegan las medicinas para las enfermedades que tiene diagnosticadas.
En el Ayuntamiento, como en La Viña, no faltan los discrepantes. Un cartel explica los motivos de la acampada y pide firmas de apoyo. Una treintañera pasa con carro de compra, acompañando a sus padres, y contesta en voz forzadamente alta: "Para esta gente voy a firmar yo, lo tienen claro".