A la vieja Cádiz nada le gusta más que ser comparada con algún lugar de América. Si la enésima frase de recordatorio la dice un marino, el efecto zalamero se multiplica. "Es una preciosidad, me he subido y cuando estábamos de visita han tocado un silbato. Unos marineros se han subido a los palos, a las velas. Cuando ha bajado, uno de ellos me ha dicho que desde ahí arriba Cádiz le recuerda a su ciudad y que la gente es igual, también".
María Giráldez Moreno tiene 74 años pero al bajar del Cuauhtémoc, sonríe como una niña. Los grandes barcos, el mar que llevan pegados, convierte a cualquiera en un crío y le hace imaginar otros lugares, aventuras que fueron hace tanto y muchas más que nunca serán.
Los veleros mayores o menores conservan su poder como imán para personas de todas las edades, siempre con una mueca más o menos disimulada de asombro. La asistencia al puerto de Cádiz en esta sexta cita con la Gran Regata (1992, 2000, 2006, 2012, 2016 y 2023) resulta tan llamativa como en las precedentes. Quizás los números digan después que son menos.
El ineludible vínculo de Cádiz con América se apareció a cada paso, desde el primer acto en el uruguayo 'Capitán Miranda' hasta las colas en el barco más buscado, el mexicano
Es indudable que hay menos barcos, quizás el programa paralelo sea mejorable pero el efecto es similar. Lo cualitativo es imposible de numerar. "Yo me he montado en los más grandes -dice Sergio, nieto de María- y en aquel", señala al Capitán Miranda, el velero uruguayo, más pequeño, como el país, pero con un alma tan gorda como un bergantín-goleta de cuatro mástiles.
Un visitante lejano que nació en Puerto Real
La unión con América surge a cada paso en el puerto y en la cita. El primer acto de la jornada del viernes fue un encuentro en el barco uruguayo. Así pudieron recordar todos, tripulación y visitantes, gaditanos o charrúas (gran comparsa) que el barco sobre el que estaban fue construido en Matagorda hace 97 años. Con esa premisa, que el comandante Mario Vaucher declarase que “nuestro puerto base es Montevideo, pero nuestro puerto madre es Cádiz” va más allá de la diplomacia y el postureo.
“Atracar en Cádiz es como volver a casa. No nos sentimos extranjeros en ningún momento. No es un puerto más, es un puerto especial”, continuaba. Y tanto. Fue el primero que conocieron los tripulantes iniciáticos.
Que Cádiz es sólo mar, todo mar, supera los discursos obligatorios y reaparece con un aniversario cada pocos meses
Por más manido que resulte el discurso, el alcalde Bruno García está obligado a repetirlo cada día, conserva su fuerza y su sentido. Cádiz y el mar son una sola cosa. Sin el mar, Cádiz no sería nada. El mar sería el mismo. Todo lo que conoció la ciudad, bueno y malo le dan la vuelta a la Historia.
En 2017 se cumplían 300 años de la llegada a Cádiz, desde Sevilla, de la Casa de Contratación que convirtió la pequeña ciudad en centro comercial del mundo, o de medio. En la aduana de la tierra rica, en el imán de apellidos con todos los acentos.
En 2022, 500 años del fin de la primera vuelta al mundo con destino Sanlúcar. En 2030, Matagorda y el Capitán Miranda podrán celebrar el centenario del barco que ahora descansa en muelle gaditano. Será por fechas. Será por historia.
Un desfile como los de antes
Queda el recuerdo. Nada más. Patrimonio asombroso porque sólo algunos lugares del mundo pueden decir que son de dos continentes, que durante dos siglos fueron eje comercial imprescindible entre dos mundos. Ese orgullo siempre le quedará al pequeño itsmo gaditano. El olor a plata, tabaco, especias, vino, seda, ideas políticas, personalidades y empresarios nunca termina de irse.
Ese aroma es el que rodea actos como el desfile de marineros por el centro. Desde las 18.30 de este viernes, una escena que unió a Berlanga y Galdós. Un ritual vetusto que volvió a vivirse como antes. Con menos entusiasmo, quizás, con menos gente, y más descreída, pero con el suficiente público alineado en las aceras para aplaudir a tres centenares de tripulantes de los barcos atracados en la Gran Regata. Como antes, como siempre.
Los polacos, estudiantes universitarios en buena parte, parecían los más asombrados aunque su carácter eslavo contenía el festejo. Los portugueses, mexicanos y uruguayos, militares o en formación, sí se dejaban querer, recibían y devolvían los saludos, más o menos chirigoteros, cuando la marcialidad lo permitía. "Americanos, os recibimos con alegría" pudo haberse cantado.
José Javier Bertrand, de impoluto blanco, rompió para descansar la impresionante formalidad de su grupo. El joven guardiamarina mexicano quizás excitado por la solemnidad del momento, resume la parada y la escala de forma tajante: "La Gran Regata no podía tener un final más bonito. Esta ciudad es muy hermosa y muy cariñosa". Un grupo folklórico mexicano aportaba un contraste de color, ritmo y alegría a todo el cortejo.
Esta vez el desfile no es ninguna celebración por una batalla, ningún consuelo por una derrota. Es pura memoria. Es lo que le queda a Cádiz. Puede parecer poco. Puede ser el mayor de los tesoros.
La Ingeniería Naval celebra su 60 cumpleaños
La verja del muelle del puerto de Cádiz acoge desde este viernes una exposición fotográfica en la que se muestra la relación existente entre la Escuela de Ingeniería Naval y la provincia de Cádiz, dentro de las actividades paralelas de la Regata de Grandes Veleros que tiene lugar hasta este domingo.
El rector de la Universidad de Cádiz, Francisco Piniella, ha inaugurado esta exposición por el 60 aniversario de este centro académico, en un acto en el que también ha estado la presidenta de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBA), Teófila Martínez, la directora de la Escuela de Ingeniería Naval y Oceánica, Victoria Redondo, y el coordinador municipal de la Gran Regata, Juan José Ortiz.
Inauguración de la exposición conmemorativa.La muestra se compone de 30 paneles informativos de gran formato, con imágenes y principales datos sobre la historia del pasado, presente y futuro del centro académico y su vinculación con la provincia. Piniella ha agradecido a esta Escuela "el enorme esfuerzo" para desarrollar el programa de actividades conmemorativas de su 60 aniversario, donde esta exposición "no hubiera sido posible sin el apoyo y colaboración desde el primer minuto de la APBA". Además, ha valorado "el reconocimiento a los estudios de ingeniería naval en la ciudad de Cádiz en sus primeras décadas y después en el Campus de Puerto Real".
Teófila Martínez ha dado la enhorabuena a la Escuela y a la Universidad de Cádiz por estos años "tan fructíferos" y ha señalado que la Gran Regata va a servir para que muchos jóvenes que pasen por aquí "se animen a estudiar una carrera tan relacionada con la sociedad gaditana, porque el mar y la industria naval y el puerto son parte de nuestra vida".
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