Apenas dos semanas separan los dos anuncios, ambos en la ciudad de Cádiz. El primero, el 25 de julio, decía que la Policía Local volvía a cerrar el espacio situado bajo el mirador Entrecatedrales, en el Campo del Sur.
Algunas personas habían forzado, una vez más, el acceso a los deteriorados y abandonados restos arqueológicos para usar ese lugar para pernoctar, con tiendas de campaña incluso. Antes se han dado similares situaciones, de forma cíclica, en Portería de Capuchinos, entorno de las Puertas de Tierra o media decena de emplazamientos más de la misma ciudad.
El segundo era una declaración del alcalde, Bruno García, este viernes 4 de agosto. Adelantaba el regidor una reforma integral del albergue municipal destinado a personas sin hogar. Asegura que sufre deterioro acumulado tras diez años sin obras de mejora.
“Hemos podido comprobar una gran cantidad de deficiencias que se han ido acumulando a lo largo de los años en los que no se ha llevado a cabo ninguna mejora en este espacio”, decía.
Asociaciones y ayuntamientos coinciden en que "hay que ayudar" pero el debate está en el cómo
“Hay personas que lo están pasando muy mal. Y hay que atenderles con más servicios, con más personal. Hay asociaciones que están dando tanto a la ciudad que sin ellos el problema sería aún más grave. Queremos valorar ese trabajo y seguir sus indicaciones”, destacaba García de León.
Un elemento común, esencial, entre ambos momentos: las personas que duermen en la calle y precisan de atención constante, urgente. El debate llega cuando tratan de establecerse los métodos para prestar esa colaboración “a los más vulnerables”, como coinciden en calificarles tanto el máximo responsable municipal con una de las asociaciones que se ocupa de su situación, Hogar Sí.
Sólo dos de cada cien aceptan los albergues
“El problema está en que estas personas no los quieren. Los últimos informes, todos los estudios, dicen que sólo el 2% de las personas en esta situación quieren estar en albergues”, detalla Maribel Ramos Vergeles, subdirectora estatal de Hogar Sí.
“La mejor explicación me la dio hace años una persona sin hogar, cuando yo le hablaba de ir a un albergue ¿Tú irías?, me contesto ¿Conoces a alguien que quiera vivir en un albergue?, me dijo y esa es la cuestión sobre la que debemos reflexionar”, asegura Ramos.
“Los albergues están muy bien para el Camino de Santiago. Son una buena solución como primera reacción. Temporal, de emergencia. Como en caso de catástrofe natural, cuando se habilitan polideportivos. Es la medida lógica y necesaria pero nadie se plantea que las personas que van allí se queden a vivir en ese pabellón. Con los albergues pasa algo parecido”, detalla.
Las asociaciones que tratan de asistir en la calle (con alimento, ropa, ayuda psicológica) a los que viven sin domicilio son esenciales por más que no vayan a la solución esencial del conflicto. “Las asociaciones que prestan asistencia son absolutamente imprescindibles, su trabajo es insustituible”, asegura esta responsable nacional de Hogar Sí. La cuestión es que su actividad va en paralelo a reducir el número de personas que viven sin domicilio, son tareas diferentes.
Los que prestan asistencia en la calle y en los albergues son "insustituibles", pero su actuación no llega al fondo
De hecho, los datos oficiales de los últimos años dicen que estas medidas paliativas, insustituibles, no son suficientes, no llegan. En España, en los últimos diez años, han aumentado de 22.938 a 28.552 las personas en situación de sinhogarismo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el último estudio publicado, en 2022.
Supone un alarmante incremento que roza el 25%. Los números dicen que la situación se agrava de forma notable, a una velocidad preocupante. Los desalojos, los cierres de espacios públicos como legítimo recurso de los ayuntamientos e instituciones, o el reforzamiento de los albergues parecen insuficientes, según esas cifras. Algo no funciona.
Más de 37.000 personas en España sin hogar
Hogar Sí asegura que a las 28.552 personas detectadas por el INE como usuarias de servicios y alojamientos de emergencia hay que añadir los que nunca hacen uso del sistema de atención, “que las entidades estimamos en un 30%. Por tanto, hablaríamos de más de 37.000 personas en situación de sinhogarismo en España”.
Aunque las asociaciones -con las que el Ayuntamiento de Cádiz quiere mantener diálogo y colaboración constantes- desconfían del efecto paliativo real de los albergues, estos espacios ni siquiera plazas suficientes. El mismo estudio del INE (que no se actualizaba desde 2012) fija el número de plazas de alojamiento para personas sin hogar en 20.613.
Entre los menores de 29 años, el incremento de personas sin hogar desde 2012 aún es más rápido y notable
La cifra tiene cara y cruz. Puede parecer un problema menor “porque 40.000 personas suponen un problema muy pequeño en lo cuantitativo dentro de un país con alrededor de 45 millones de personas. Sin embargo, en lo cualitativo es muy grave, son los más vulnerables, los que necesitan más atención y no se puede caer en la resignación de dar su situación como inevitable”.
Aún resulta más alarmante que el sinhogarismo haya crecido, en ese periodo de diez años, más entre los que tienen menos edad. Entre jóvenes de 18 a 29 años ha aumentado en España un 36,13%, mientras que en el conjunto de la población ha crecido un 24,47%. Siempre entre 2012 y 2022. En números absolutos, los jóvenes entre 18 y 29 años en esta situación han pasado de 4.434 a 6.036.
Maribel Ramos: "Todavía hay que escuchar que viven así porque quieren"
La cronificación es otro de los datos a valorar en el informe del INE 2022. Dicen que dos de cada tres personas en situación de sinhogarismo llevan más de un año en la calle. Y cerca del 50% de las personas afectadas ha sufrido algún tipo de agresión o delito durante su etapa de vida en la calle.
“Es una situación que tiene una afección brutal en la salud, en todas sus facetas, en la física, en la mental, en el entorno familiar, en el social, el deterioro es muy rápido. Nadie nació ni creció en la calle, es una situación para la que no estamos preparados. Todavía tenemos que escuchar a algunas personas decir que los que no tienen hogar viven así porque quieren. Esas personas deberían pararse a pensar qué están diciendo”, recuerda Maribel Ramos.
La única esperanza de solución a medio plazo, con estabilidad, pasa por reintegrar a la vez a las personas sin hogar en el alojamiento digno, no en albergues, y en el mercado laboral, a la vez. Conseguir que vuelvan a tener vivienda -habitación, al menos- y empleo al mismo tiempo. "Los albergues ni contienen ni resuelven el problema. Es necesario avanzar hacia el alojamiento propio, estable. Sabemos que es complejo porque son personas que desarrollan una problemática muy diversa pero los resultados en otros países que han rebajado sus cifras de sinhogarismo nos hacen pensar que es la mejor opción”, detalla la subdirectora de Hogar Sí.
El mayor éxito de este colectivo es "que dejen de necesitarnos, que desaparezcamos de sus vidas. Si nos vamos y dejamos de ayudar a alguien es que hemos tenido la gran alegría, es que hemos podido hacer bien nuestro trabajo".
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