Emotiva despedida de La Cepa Gallega tras la jubilación de su dueño Félix Fernández Verdejo: "Más que clientes, eran amigos los que venían a mi bar".
Félix Fernández Verdejo apenas tenía diez años cuando empezó a trabajar en La Cepa Gallega, un almacen ultramarino que también se dedicaba a la provisión de barcos y que llevaba funcionando desde 1920. El negocio no iba bien del todo, por lo que sus propietarios decidieron traspasárselo a su padre. Por entonces, en 1962, Félix acudía diariamente al colegio Mirandilla y ayudaba a su familia en un establecimiento que se convirtió en su vida. "Mi padre necesitaba ayudaba y en mis ratos libres fui sacándome mis estudios. Mi vida ha estado marcada a fuego por las inquietudes que conlleva tener un negocio. No he tenido otra actividad más que esa. Recuerdo que lo cogimos muy mal, con poco público. Hubiese sido mejor comenzar un negocio nuevo porque lo cogimos desacreditados en cuanto a proveedores y clientela, pero también por esa causa llegó a nuestras manos", señala este gaditano nacido en la calle Plocia, la misma en la que regentaba este negocio.
Tras 55 años ligado a La Cepa Gallega, llegó el momento del cierre por jubilación. "Yo lo tenía decidido. Por ley podía haberme marchado el año pasado, pero seguimos un poquitín más. Hay que entender que yo tengo una familia a la que no digo que la haya descuidado, pero no le he prestado la atención debida. Tengo dos hijas estupendas y me he perdido la niñez y parte de su juventud porque lo que había era trabajo, trabajo y más trabajo. Y con mi esposa igual, una mujer que nunca se ha quejado de nada, pero ahora llega el momento de reparar un poco esa atención. Creo que es justo. Han sido 55 años y diez días", comenta tras echar el cerrojazo a casi un siglo de historia de su establecimiento.
La despedida de este famoso local en Cádiz no pudo resultar más emotiva, incluso con lágrimas de emoción de algunos clientes. "Fue tremendo. En realidad casi todo el mes de junio cuando se supo la noticia fue de despedida. Al final del último día nos quedamos un grupo de amigosy a uno de ellos le vi llorar porque también ha vivido muchos momentos grandes. Es una persona que solía ir todos los días a desayunar. Son muchas vivencias y con la edad te emocionas". Con el ultramarino ya cerrado, sigue encontrándose por la calle con los que fueron sus clientes. "Aún no lo he digerido. Me ven por la calle y cariñosamente casi me regañan, con todo el cariño del mundo me dicen que a dónde vamos a ir ahora", explica emocionado.
Félix Fernández: "Tengo una familia a la que no digo que haya descuidado, pero no le he prestado la atención debida. Tras 55 años trabajando, es justa mi jubilación"
Y es que, después de tantos años, más que clientes se pueden considerar amigos. "El bar ha sufrido ese auge desde hace unos diez años para acá. Ha sido increíble la capacidad de convocatoria que ha habido, gente con la que vas tratando todos los días se llega a un nivel en el que para mí no son un simple cliente ni yo para ellos un simple sirviente. Son amigos que te cuentan su vida". Por ese lado, han comprendido sus razones de cierre para dedicar más tiempo a su familia. "Lo entienden porque despues de tantos años lo que hay es amistad más que esa relación de cliente y proveedor. Al haber ese vinculo de amistad, se encuentran un poco destrozados. Teníamos unas reuniones y tertulias bastante interesantes", recuerda Félix.Muestra su orgullo por haber conseguido sobrevivir durante un largo periodo de tiempo. "Ha habido momentos mejores y otros peores, pero hemos llegado al final y no todos los negocios pueden decir lo mismo. Hemos acabado muy bien con proveedores, clientes y amigos". En ese sentido, añade que "hemos podido aguantar los embates y seguir hacia delante. Nunca ningún proveedor lo ha notado. Ahí hemos ido funcionando siempre en un plano óptimo. Cuando las cosas venían bien, se guardaba para cuando venían mal". Su secreto era mantener un "trato muy cercano" con la clientela, tanto él como sus empleados.
Reconoce que todavía no se ha adaptado a la nueva situación. "No me doy cuenta porque sigo con la dinámica del trabajo en cuanto a temas burocráticos. Ahora mismo estoy todavía en una nube, hay gente que me felicita". Le hubiese gustado que continuase abierto sin él al frente: "Ha habido contactos y se lo ofrecí a mi personal, pero no hubo unanimidad entre ellos, que es lo que exige la ley. Mi deseo hubiese sido seguir abierto. Se ha intentando, pero no ha podido ser". Así que los vinos, las chacinas y las conversaciones de La Cepa Gallega, se marchan a otra parte.