Alrededor de 300 personas, convocadas por el movimiento ciudadano ‘¿Hablamos?’, se concentran en la gaditana plaza de San Juan de Dios para reclamar a los dirigentes españoles y catalanes que abran un diálogo para “rebajar la tensión actual”.
Una semana después de la votación ilegal del pasado 1 de octubre, la hoja de ruta de los independentistas catalanes y la falta de diálogo entre las partes implicadas en el conflicto secesionista continúa provocando tensión entre los partidarios de una y otra opción. Entre la inoperancia política de unos y otros, la ciudadanía ha tomado la palabra como parte activa en el proceso y, a través del espontáneo movimiento para reclamar diálogo Hablamos?, creado en las redes sociales por Guillermo Fernández, investigador de Sociología de la Universidad Complutense, se han sucedido las concentraciones en todo el territorio nacional.
Los requisitos: ir de blanco, olvidar las consignas políticas de uno u otro bando y apostar firmemente por un cauce de diálogo para encontrar una solución al conflicto catalán, con el objetivo de poner fin a las intenciones separatistas que desde hace semanas copan la agenda política de los principales dirigentes españoles. En Cádiz, el lugar escogido es la plaza de San Juan de Dios, en las puertas del Ayuntamiento de la ciudad.
“El principio original de todo parte de que hay un Gobierno central que se niega a abrir cualquier proceso de diálogo justamente cuando comienzan las tensiones”, reflexiona Blas, que acude a la concentración junto a su mujer pese a ser “pesimista” en cuanto a la posibilidad de un futuro diálogo entre catalanes y españoles. “Encasillarse en posiciones opuestas ayuda a que la tensión se vaya creando con mayor rapidez aún”, continúa, “por eso es tan importante dialogar: para saber exactamente cuál es el problema, qué es lo que se quiere y qué es lo que se puede dar en un Estado de derecho”. Aun así, no se le olvida que “hablamos de una Constitución que tiene 40 años y que a todas luces, y no solo por este tema, se está viendo desbordada y anticuada”.
Adolfo Gómez, que acude a la convocatoria con un cartel en el que pide “menos banderas y más sensatez”, responsabiliza de la situación actual “a los dos gobiernos, tanto al catalán como el español” debido al “inmovilismo de unos y de otros”. Además, añade que “el uso de una violencia desproporcionada por parte de los policías solo contribuye a agravar más el conflicto”, poniendo como ejemplo la reconversión industrial que afectó a Astilleros. En cambio, él sí cree que “habrá una salida” al diálogo, “sobre todo después de las declaraciones de Artur Mas en las que decía que no estaban preparados para una independencia real”. En definitiva, Adolfo reclama “sentido común” ante un conflicto que podría tener graves consecuencias económicas y sociales “viendo las empresas que se están yendo de Cataluña”.José Luis López, profesor de universidad jubilado, porta igualmente un cartel con unas directrices muy claras: “Respeto, no violencia, diálogo y democracia real”. Lo primero, el respeto. Porque “cuando las personas utilizan eslóganes violentos como A por ellos no están respetándose, lo mismo que pasa cuando los catalanes dicen que España les roba”. Lo segundo, la paz. Porque “los problemas no pueden resolverse con violencia, igual que los que estamos en el mundo de la enseñanza no podemos decirle a los alumnos que los conflictos se resuelven a golpes”. El tercer principio a cumplir según José Luis, el diálogo, “porque es un clamor, y no solo en España, incluso en Europa”. La democracia real, por su parte, la incluye porque “cuando los problemas no se pueden resolver con el diálogo, en las democracias existe el sistema de la votación”, y es que según el profesor, “no se trata solo de llenar plazas, sino de organizar un referéndum con todas las garantías para poder contabilizar quienes son partidarios de la independencia o de cualquier otra fórmula de integración de Cataluña en España”. “Es el momento de los ciudadanos”, finaliza.
Un sonoro aplauso de todos los asistentes puso fin a una concentración apartidista que ha transcurrido sin incidentes, con un mensaje muy claro y que, como nota anecdótica, ha coincidido en hora y lugar con una boda en el Ayuntamiento de la ciudad. La ciudadanía ha vuelto a hablar. Y eso precisamente es lo que quieren que hagan también los dirigentes de ambos gobiernos.
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