El carnaval de Cádiz solo está, en parte, mediatizado. Solo las agrupaciones punteras del Falla ven su actividad reflejada en medios de comunicación, ya sean masivos o ya sean de nicho. Foros (alguno queda aún, aunque eso es muy de los 2000), cuentas monotemáticas en redes sociales, canales con entrevistas, radios... quien quiera conocer el salseo del carnaval, quienes quieran oír reflexiones de los autores sobre por qué no les gusta el concurso, lugares a los que acudir tiene de sobra.
Sin embargo, aún queda cierta resistencia entre una parte del carnaval, el de la calle. Eso, en sí mismo, no lo convierte necesariamente en un carnaval más puro ni moralmente superior. Pero sí le mantiene ajeno a movidas del carnaval. ¿Por qué? Primero, porque el carnaval de calle no tiene un Canal Sur que haya popularizado a sus autores. Pregunten a un aficionado exclusivamente del concurso sobre El Perchero, Las Cadiwoman o Los Guatifó, sobre Beiro, Osorio, los Rockeros o el Showmancero. Alguna referencia, sí, de oídas, pero no mucho. No pasa nada. Y, en segundo lugar, es porque muchas de esas agrupaciones no están cómodas ante la exposición pública de su carnaval. Directamente, a menudo no les gusta conceder entrevistas. Hay que subrayar, de nuevo, que eso no lo hace mejor ni peor, sino diferente.
Y ese carnaval callejero tiene otras reglas, otros códigos, que no tienen demasiado que ver con las normas del carnaval del Falla. El día a día de una agrupación de cierto nivel en el Falla, cuando llega el primer fin de semana, consiste en preguntarse si les corresponde ese año tocar en algún tablao, si concurre a algún concurso de alguna peña, y, sobre todo, si hay contratos fuera de Cádiz. El carnaval de las llamadas ilegales es el de quién lleva el carro con las bebidas, llamar por teléfono a alguna agrupación donde hay colegas, o improvisar de madrugada si al día siguiente se sale o no, y a qué hora.
Este fin de semana, ha habido varios momentos de diversa temperatura y consideración. El sábado, cuentan, hasta que el Sheriff dio su pregón, hubo buen ambiente en la calle. Fueron horas en las que se dieron algunos pases de calidad. Y eso no pasa siempre, porque el día después de la Final del Falla el público es raro. Un año, te encuentras a megáfonos cantando reggaeton con acento mesetario, y al siguiente, esos mismos acentos dan calor a las chirigotas ilegales, riendo hasta la broma más localista, porque se han contagiado del ambiente.
Hay quien sabrá entender por qué un año el día de pregón es malísimo, para quedarse mejor en casa, y otro año, como agrupación, te permite dar pases de categoría. Eso sí, el sábado es un día que, para disfrutar bien de callejeras, no hay que tardar mucho en salir a la calle. "A partir de las ocho o las nueve, se llenó el sábado de metepatas". Hora de recoger. Cuando el Sheriff acababa su pregón, sobre esa hora, en Cádiz había visitantes meando por las calles, borrachos y gente desentonando. "Hasta mañana, nada".
Este domingo, marcado por la lluvia, hubo alguna agrupación que se pensó mucho si salir o no. A eso de las tres y media de la tarde, algunas calles habituales de callejeras eran un poema. El Corralón, Plaza Viudas o Cardoso tenían barras de bares sacadas a la puerta completamente vacías. En el entorno de Sagasta parecía un domingo más, y parecía hasta que estuviera jugando el Cádiz, sin un alma. ("¿Para dónde tiramos? ¿Tú como ves la calle?", se preguntaban mutuamente agrupaciones). Capuchinos tenía el eco de las personas sin hogar que allí duermen y punto. Y, de repente, desembarcó el mundo. Cuando la previsión dio un margen de tres horas, Cádiz se llenó como se llena de setas el campo tras el agüita. Un domingo que pasó de estar perdido a estar de gran nivel.
Hubo ocasión el domingo de disfrutar de alguna agrupación de concurso, de las que han gustado. Sobre todo, chirigotas. El carrusel de coros, aún con las bateas mojadas, emprendió su camino y dejó buenos ratos. En los tablaos, y en algún rincón, estuvieron el Bizcocho o Écija -curioso, dos sevillanas, para que luego se diga-. Comparsas como Los Fabricantes, del Chato, y con componentes históricos como Paco Catalán, dieron pases en algunas calles.
Entre esos códigos de callejeras, hay algunos que las agrupaciones del Falla que van a la calle deberían también conocer. No va por ninguna de las tres agrupaciones mencionadas, sin alusiones, pero la caja y el bombo, hacer pasacalles, hace tipo, sobra. Sobre todo, los que van buscando reventar las calles, retumbar los cristales. Además, hay que saber ubicarse. Si eres una agrupación con un chorro de voces potentes, con caja, bombo y octavillitas, no seas malaje y no te pongas junto a una agrupación infantil. Date distancia. A menudo no ocurre por maldad, sino por desconocimiento. Pasó el domingo.
Una buen fórmula, y que quien tiene el ojo entrenado en callejeras lo sabe, es que si hay una agrupación cantando -póngase, en San Lorenzo-, quizás habrá un componente de otra agrupación preguntando quién va después. Una norma de convivencia, coger el sitio de la que acaba o cantar en otro punto de la calle cuando pase un rato. Curioso, volviendo al tema bombos, que quienes no piden permiso o turno son las más ruidosas. El Perchero son tres, la Ilegal de Sagasta son cuatro... Tu bombo puede animar al público, pero tócalo con arte, no a batería, sin mesura.
La noche del domingo apuntó a más tranquilidad, teniendo en cuenta que el lunes es festivo solo para Cádiz capital, a los que se suman los jartibles que se cogen este lunes de vacaciones en el trabajo. Es una noche de historias de carpa. De lo que pasa en Cádiz se queda en Cádiz, algo que también ejecutan los de Cádiz.
Por cierto, si es recién llegado a esto del universo callejero, un par de tips lleno de prejuicios que quizás le sea útil. Primero. Si lleva bombo, en cuarentena: se ha colado en la calle una del Falla; y si el chundachunda se realiza gratuitamente, sin necesidad, a temblar. Segundo. Si el tipo está comprado en Amazon, sin arte, por más que lleven letras, a lo mejor más que una chirigota callejera tiene usted delante a una despedida de soltero eterna venida arriba. Lo digo no por nada en contra de preparar alguna letra en dos semanas, porque en ocasiones detrás de Amazon hay arte y puro gaditanismo, pero es más probable que no sea jamón de bellota sino sucedáneo de choped. Que el choped gusta, pero al menos uno debe saber que jamón no es.
Dicho esto, el fin de semana ha tenido ingredientes para regalar momentos buenos a quien deseaba escuchar y tuvo la paciencia para patearse la calle cuando las cosas apuntaban a nubarrones. El sábado, recompensa para quien estuvo temprano; el domingo, para quien tuvo fe y no desistió cuando más llovía.
Comentarios