El 1 de noviembre de 1755, un maremoto inundó gran parte de la ciudad de Cádiz y su provincia. Su origen procedía del terremoto ocurrido en Lisboa, a más de 550 kilómetros, que provocó el fuerte movimiento de la mar gaditana. Las aguas entraron con fuerza por la viñera calle La Palma y cuentan los documentos históricos que los sacerdotes Fray Bernardo de Cádiz y Francisco Macías salieron a la puerta de la iglesia de la Palma, acompañados de varias personas, y casi mojándose los pies, Macías colocó la vara del Guion en el suelo y dijo: "Hasta aquí, Madre mía".
Y se obró 'el milagro': la Virgen de la Palma frenó el maremoto. En aquel momento, algunos clérigos portaban un crucifijo y el estandarte, ambos conservados en la actualidad en el interior de la iglesia de la Palma. Afirma el historiador Antonio de la Cruz que en las crónicas se recoge que los vecinos corrieron a la actual sacristía, donde se ofrecía misa, debido al estado de restauración de la iglesia por un incendio ocurrido en 1754. Desde entonces, y así lo constatan los archivos de la archicofradía que pudo consultar de la Cruz, la corporación pidió al Ayuntamiento de Cádiz permiso para procesionar en esa fecha.
Recientemente, la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico ha incoado el expediente para inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (CGPHA), como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Actividad de Interés Etnológico, la 'Conmemoración del maremoto de 1755 por la Hermandad de la Palma de Cádiz', una actividad ritual que se practica en torno al Rosario y procesión de la Virgen de la Palma en el barrio de La Viña y que constituye en sí misma "un fenómeno que presenta relevantes valores patrimoniales".
Así lo certifica Rafael Rueda, Vice-Hermano Mayor de la Archicofradía de la Palma, a lavozdelsur.es. "Los actos conmemorativos se vienen celebrando ininterrumpidamente desde entonces por un voto que hizo la Hermandad precisamente para continuar lo que se viene haciendo desde aquella fecha", sostiene. "Cada 1 de noviembre se hace la misa a las 9 de la mañana, después se continúa con un rosario de penitencia –primero era con el estandarte con el que el padre Macías paró las aguas y el crucifijo que también estuvo presente en ese momento– y se bendicen las aguas una vez terminada la misa, que se hace aproximadamente a la hora en la que ocurrió el maremoto. Seguidamente se celebra la función principal que preside el obispo de Cádiz, en la que además se entona una misa típica gaditana, rememorando las piezas de tanguillos de Carnaval, y por la tarde sale la procesión de alabanza con la imagen de la Virgen de La Palma".
Tal es el calado de esta conmemoración, que Cuerda recuerda que los cultos de la Virgen de la Palma se celebraban en su honor, en torno a la natividad de la virgen, el 8 de septiembre, y sin embargo, con el tiempo, los cultos principales de la archicofradía de la Hermandad de la Palma vinieron a ser la novena previa desde el 20 de octubre, con un par de días de veneración y los actos del 1 de noviembre. "Con el devenir del tiempo se convirtieron en los cultos principales de la archicofradía de La Palma", afirma.
Para el Vice-Hermano Mayor, "la iniciativa de la Junta precisamente, al igual que se ha declarado recientemente la Semana Santa como interés turístico, viene a reforzar esa fiesta que no deja de ser una fiesta en torno a la virgen y pone de relevancia la importancia que tiene, además de la distinción de los actos que se celebran y la necesidad de protegerlos y potenciarlos, no solo por parte de la Archicofradía, sino de las diferentes administraciones".