En la Bahía de Cádiz, la investigación actual en el patrimonio subacuático domina estos días la escena científica internacional. Gracias a procesos arqueológicos de vanguardia, se están reescribiendo nuevos capítulos de la historia naval del continente, sobre la forma de construir barcos y su papel clave para enfrentar batallas.
El galeón Delta I es un hallazgo excepcional que ha emergido recientemente de las aguas del puerto de Cádiz tras 400 años de sepulcro marino. De manera casi milagrosa, se ha conservado la parte central de su base de madera de roble, que tiene más de 20 metros, pero los estudios ya constatan que el buque era de una envergadura mayor y pudo superar los 50 metros de eslora, probablemente construido para navegar largas distancias.
Por primera vez, los investigadores del Centro de Arqueología Subacuática (CAS), dependiente del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) y adscrito a la Consejería de Cultura y Deporte, pueden analizar en tierra restos de esta importancia, pues la mayor parte del patrimonio acuático permanece en el fondo marino. Su labor será dividir las piezas del pecio, unidas con cabillas o cilindros de madera y clavazón de hierro y limpiar cada una de ellas para desvelar los secretos que guardan.
Hasta el momento los investigadores han localizado diez fragmentos incompletos de piezas de artillería que formaban parte del lastre del barco, 76 balas de cañón de hierro y diez fragmentos de madera de guayacán, que fueron originariamente tornillos y partes del mobiliario náutico.
También han descubierto unas marcas realizadas por los carpinteros del galeón o por la tripulación que recuerdan a un tablero del tres en raya, además de un círculo y las letras o los números -si se pudiera tratar del alfabeto romano- 'V' y 'X'. En otra parte aparecen pequeñas señales triangulares que se han atribuido al peligroso juego del cuchillo o 'filete de cinco dedos', en el que se pasa la punta entre los dedos de forma rápida, a riesgo de provocar una herida.
Cada nuevo hallazgo abre un interrogante: ¿qué hacía este barco en Cádiz? ¿dónde fue construido? ¿se entretenía la tripulación con estos juegos en los momentos de descanso? ¿cómo era su día a día? ¿qué tipo de navío fue? Y, sobre todo, ¿por qué se hundió? De lo que no hay duda es que fue concebido para navegar rutas transoceánicas, como muestra la robustez de su casco y su gran envergadura. Tanto los investigadores del CAS como los del Instituto de Historia del CSIC y de las universidades de Gales, Lisboa y Alicante que se han involucrados en esta aventura, coinciden en la hipótesis de que no era un buque cualquiera.
El equipo confía en que la investigación ahora iniciada pueda arrojar nuevas conclusiones relevantes en el plazo de un año. Los restos pronto quedarán ocultos en las inmediaciones del litoral de la ciudad, pues es la única manera de conservarlo. Permanecerán en un depósito reversible y perfectamente georreferenciado, pero los trabajos documentales y de archivo seguirán adelante, así como los análisis dendroarqueológicos de la madera, que aportarán luz sobre la cronología y la zona de procedencia.
Para ello va a ser fundamental la colaboración de laboratorios de la Universidad de Gales Trinity Saint David, en el Reino Unido. También los laboratorios del IAPH en Sevilla, que analizarán los restos de malacofauna, o moluscos localizados, por ejemplo, en la zona de la quilla. Todo esto será determinante para conocer la datación del buque y, posiblemente, algunas de las aguas que surcó.
Descubrir cómo se construían navíos en la segunda mitad del siglo XVII supone, sin duda alguna, el principal reto de la investigación del Delta I. El pecio arqueológico se ha convertido en la gran oportunidad científica para ahondar en detalles sobre la industria naval española de hace cuatro siglos, pues, hasta la fecha, solo se disponía de documentos que hacían referencia a aspectos específicos como el tonelaje, el calado y los elementos de unión. Al final de la investigación se diseñarán modelos constructivos en 3D que aportarán un conocimiento muy valioso.
Toda esta labor científica es posible gracias a la colaboración entre instituciones. La Junta de Andalucía aborda este proyecto desde el compromiso de la Consejería de Cultura y Deporte, a la que está adscrito el Centro de Arqueología Subacuática, y con el apoyo de la Autoridad Portuaria en su apuesta por conservar el patrimonio.
Desde el descubrimiento en 2012 del pecio arqueológico durante las obras de ampliación de la terminal de contenedores del puerto, las instituciones han ido de la mano, conscientes de que el incomparable legado cultural del Delta I contribuye a enriquecer la historia de la ciudad de Cádiz.