Los vecinos del bloque número 6 de Carlos Haya se quejan de las irregularidades cometidas en el proyecto de instalación del ascensor en la comunidad.
El conflicto ha estallado en el bloque número 6 de la calle Carlos Haya, en la gaditana barriada de Loreto. La aparición en la mañana del martes de aguas fecales en la obra donde se instalará el ascensor ha dinamitado la polémica levantada entre los vecinos desde que en 2015 se iniciara el proceso para la colocación del elevador.
Los residentes en los pisos más bajos del bloque aseguran que se han falsificado firmas para aumentar la cantidad de votos favorables a la instalación del ascensor, que irá colocado en el patio interior. “Han llegado incluso a firmar por un difunto”, afirma Antonio, uno de los vecinos que se niega a dar su brazo a torcer. “Para colocarlo nos tienen que quitar metros de la casa, y en la mía no entra nadie hasta que no me lo diga un juez”, sostiene indignado. Además, añade que no se opone al elevador, “de hecho pagué el primero la derrama para ponerlo, pero no ahí”. Se siente engañado, estafado y atado de pies y manos. “No quise denunciar por buena fe, no quiero enemistarme con nadie, pero no se pueden hacer así las cosas”. Sin embargo, la situación ha llegado a un punto de no retorno, por lo que “fui a denunciar, pero para mí sorpresa me dijeron que ya había prescrito”.
Lola, vecina del bajo, lleva asustada desde que comenzara la obra, allá por septiembre. “Hay ratas constantemente y no soy capaz de abrir la ventana de la cocina”, confiesa. “Vivo sola y ni siquiera puedo tender en mi casa por el mal olor que hay en el patio”. Y es que el estado actual origina la aparición del hedor en el interior de las casas, así como de suciedad, que provoca la presencia de ratas “como gatos”.
El proyecto de la obra ha sido subvencionado por la Junta de Andalucía, que ha adjudicado 22 proyectos en la zona a la empresa Vía Augusta para la instalación de los ascensores. “Dimos el voto favorable para la subvención y desde entonces lo están usando para dar pasos adelante para la instalación del elevador sin consultarnos nada”, refleja Antonio. Se quejan, además, del lento ritmo con el que se está afrontando la obra. “Aquí viene un albañil, excava un poco, se marcha con los escombros y no vuelve hasta el día siguiente”, aseguran, y añaden que “la empresa se ha querido meter en todo y se está demostrando que le ha venido grande”.
Sin embargo, lo que menos cuadra a los vecinos es la actitud de la empresa. La convocatoria de ayudas de la Junta para este fin vio la luz el 29 de julio, con poco más de un mes de plazo para solicitarla. Es entonces cuando Vía Augusta entra en escena y se ofrece, a través de los presidentes del barrio, a asesorar a las comunidades para la obtención de la subvención. “Nosotros solo teníamos que firmar”, reconocen los vecinos. El proyecto de la obra presentado era calcado al del primer ascensor instalado en Loreto, que “se come parte de las casas”. Para los vecinos, es una parte esencial del problema, porque “todo ello conlleva el cambio en las escrituras de las viviendas, que tendrán menos metros”. Rosa, vecina del bloque, se muestra indignada ante los costes que supondrá tal variación, que provocará pérdida “de luz, ventilación y espacio y sin cobrar indemnización”.
Además, en los requisitos solicitados por la Consejería de Fomento para recibir esta ayuda, se especificaba que se tendrían que presentar “de forma obligatoria” tres presupuestos de diferentes empresas para que cada comunidad pudiera elegir a la compañía privada que más le conveniera. Esto, cuentan los vecinos, no se ha respetado puesto que “nunca votamos los presupuestos”. Por otra parte, se quejan del coste de la obra y la instalación, que a pesar de estar sufragado al 50% por la Junta de Andalucía, es “casi el doble de lo que costó el ascensor en el bloque 4, siendo exactamente igual”. Es por ello que piden transparencia en el proceso, algo que les ha llevado a crear la Plataforma de Afectados por Instalación de Ascensor en la Zona Privativa de Vivienda.
En el lado opuesto se encuentra Paco, presidente de la comunidad desde principios de año. Él sostiene que “no se cometió ninguna irregularidad en las firmas” a pesar de que “no era presidente por aquel entonces”. Asegura, además, que “todos estuvieron de acuerdo cuando se hicieron las reuniones”. Ahora, tras las quejas, se pregunta, “¿por qué no presentaron ellos otro proyecto para que no se hiciera el ascensor ahí?”. Reconoce que incluso se ha ofrecido “a pagar más por ser el vecino que más alto vive, de forma que cada uno pague la cuota del ascensor en función de su piso”.
Un conflicto vecinal que mantiene a los propietarios de las viviendas en jaque desde que comenzaran las obras hace poco más de un mes. Mientras tanto, el proyecto continúa adelante a pesar de las constantes rencillas que ha suscitado la polémica de los ascensores en los bloques de la calle Carlos Haya.