El próximo domingo 5 de agosto el barco de Greenpeace Esperanza dejará el puerto de Cádiz, de camino a Santa Cruz de Tenerife, la última parada en su recorrido por los puertos de la costa española para llamar la atención sobre los efectos colaterales de la urbanización masiva y su incidencia en los recursos ambientales.
El barco más grande de la organización ecologista recaló en Barcelona, Ibiza, Cádiz y Santa Cruz de Tenerife para llevar a cabo esta campaña de denuncia y pedir la protección del litoral. En Cádiz atracó el pasado 2 de agosto y este sábado y domingo 4 y 5 de agosto habrá jornadas de puertas abiertas al público para visitar la embarcación. En paralelo desarrollarán actividades divulgativas y reuniones con representantes políticos y de la sociedad civil.
Para entender la presión humana que soportan los ecosistemas costeros, la organización ecologista recuerda que la franja costera representa solo el 8,8% de la superficie de España, mientras que alberga a más del 50% de la población. Solo en los últimos 30 años se ha duplicado la superficie urbanizada en el litoral: de 240.000 hectáreas a 530.000.
El Esperanza es el mayor de los barcos de Greenpeace. Antes de ser reciclado por la organización ecologista fue empleado en Rusia como barco de bomberos. Se unió a Greenpeace en el año 2002 y adquirió su nombre por votación popular. Desde entonces ha participado en numerosas campañas para proteger los océanos y la vida marina o en labores como combatir la pesca ilegal en Sierra Leona o impedir a Japón la caza «científica» de ballenas.
A bordo viaja como capitán Mike Fincken, un veterano activista sudafricano que lleva dos décadas vinculado a Greenpeace: primero como oficial en el barco Moby Dick (uno de los primeros de la organización) y desde hace doce años como capitán del Arctic Sunrise, el Rainbow Warrior o el Esperanza. En 2016, capitaneó la expedición que organizó un concierto histórico del pianista Ludovico Einaudi en una plataforma en mitad del océano Ártico para pedir su protección.
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