Es muy sabido de que la Navidad es un breve periodo en el que personas que se detestan cruzan parabienes para poder volver a despellejarse los 350 días restantes.
Si esa es la etiqueta universal, con anónimas excepciones, hay que agraceder a los concejales del Ayuntamiento de Cádiz que, al menos en 2023, inviertan las proporciones temporales. Siquiera por innovar.
Gobierno y opositores han estado casi todo el año cruzándose sonrisas y en la víspera del sorteo de San Ildefonso empiezan a lanzarse puyas. Algo de sinceridad sienta bien en cualquier época del año.
El llamativo buen tono de las relaciones entre una oposición acorralada (derrotada en el descuento de la noche electoral del 26 de mayo) se va diluyendo como dicta la insensata lógica de la vida partidista.
El golpe del final de primavera para el PSOE, que se vio con la Alcaldía hasta medianoche, y para Adelante, que la había tenido ocho años, ejerció de anestesia pero ya se van despertando.
Bruno García: "Duplicamos en votos al PSOE y a Adelante. Tuvimos 23.000 cuando ellos se quedaron en unos 11.000 cada uno"
El alcalde, calmado por la mayoría absoluta inesperada, vivió también durante meses con la serenidad de los vencedores. Pasado ese tiempo, por primera vez, muestra que su sonrisa, estilo Moreno, tiene colmillos como la de todo ser viviente de la política. En pleno desayuno navideño, se permite sacar pecho por el resultado electoral y hasta recordar el número de votos.
"La oposición siempre dice que perdió la Alcaldía por poco pero esa cuenta no es así. Ese cálculo sale si se suman los votos de los dos partidos, de los dos juntos, porque tanto a PSOE como a Adelante les duplicamos en votos. El PP obtuvo 23.000 cuando ellos se quedaron en unos 11.000 cada uno", resumió en una de las escasas ocasiones en las que un edil de cualquier ciudad o pueblo decide salirse del argumentario.
Antes y después del golpe de sinceridad, en el sendero, como corresponde: "Estamos recuperando el tiempo perdido de los últimos años, construyendo el Cádiz del futuro con medidas a corto, medio y largo plazo".
Griposo y con todo su grupo detrás, reunido como el lunes que siguió al triunfo electoral, se muestra algo inquieto por la necesidad de otros resultados. Tiene que demostrar que "ese nuevo impulso" en la ciudad toma forma visible, tangible. Algo, una hormigonera, unos ladrillos que echarse a la cara.
Tanto lo rumia que repasa todo lo pendiente, durante más de dos décadas en algún caso, y sin que nadie lo mencione se lo pone como tarea para 2024. En el año que comienza necesita que algo de lo esperado y reclamado, de lo discutido, un "proyecto de ciudad" que se levante desde los papeles y las pantallas para tomar altura.
El alcalde estrena el papel de mediador que la Junta le ha dado en el desbloqueo del nuevo hospital: "Habrá novedades muy pronto"
Bruno García de León busca imágenes en tres dimensiones. Es consciente de que desde el soterramiento y el segundo puente sólo hay palabras y obras menores, una leve depresión colectiva, carnaval, cruceristas y censo a la baja. En su primera Navidad en el cargo reivindica como logros más orden administrativo y ciertas mejoras en el arbolado, la limpieza, el transporte, en algunos servicios muy deteriorados (Policía Local, ayuda a domicilio...).
Todo eso resulta difícil de ver o valorar por la ciudadanía. Puede ser incluido en los apartados qué menos o sólo faltaría. Creció en la escuela de Teófila Martínez y necesita destacar. La promesa de construir cien viviendas en los próximos años y reformar otras tantas puede ser un buen añadido. Pero aún parece menor.
Reitera que la ciudad necesita "oportunidades de vivienda y oportunidades de empleo" para su menguante número de habitantes pero eso se da en el primer trimestre de alcaldía aplicada. Sabe que precisa de algo más ilusionante que la obviedad de las buenas intenciones.
Quiere, quizás necesite, que arranquen pronto algunos de los que calificó como "proyectos de ciudad". Mencionó el surtido habitual: Valcárcel, Ciudad de la Justicia, urbanización de Navalips, pabellón Portillo, escuela de Náutica, la unión muelle-ciudad y hasta recuperó un proyecto del que nadie se acordaba: el castillo de San Sebastián.
Adelante recuerda que "lo primero que hizo fue subirse el sueldo" y el PSOE le reprocha que "no se haya reunido con sus concejales en seis meses"
"Estamos trabajando en todos esos proyectos, están todos en marcha". Pero sabe que muchos de ellos no tienen presupuesto, ni plazo de inicio, ni siquiera hay acuerdo interno en las instituciones afectadas para poner en marcha el temporizador, ya mohoso. Es difícil que vean la luz antes de que tenga que volver a las urnas, en 2027, para renovar el carné por puntos.
Tradujo esa inicial y aparente desazón con su diplomacia natural: "Ya sabemos que los tiempos en la administración no son los que nos gustarían a todos. Los plazos cortos, a veces, se alargan meses. Los largos, años".
Pero, en alguien sosegado, la prisa llama la atención más que en otro. El alcalde de Cádiz se fajó, entre café y alfajor, por contar en privado y en público que el acuerdo para liberar el suelo del nuevo hospital está muy cerca.
Admite "buena sintonía con el delegado de la Zona Franca", el ex portavoz municipal socialista Fran González y dejar caer que en los próximos días, en enero, puede haber novedades prácticas, reales, en un plan anunciado por Manuel Chaves en 2005 y al que aún no se le conoce un solo progreso.
"Para avanzar en todos estos asuntos tan importantes para la ciudad será necesario el diálogo con otras instituciones, a las que vemos como aliadas y no como enemigas", dijo de vuelta a su papel de doctor Jeckyll, el que apenas se salta nunca.
La Junta de Andalucía, su primer valedor Juanma Moreno, debe de estar al tanto de la creciente prisa de Bruno García y, en varias declaraciones de consejeros, le han asignado sin reservas el papel protagonista de negociador, desbloqueador, del proyecto de nuevo hospital. "Mediador", repitió en primera persona.
La causa o la consecuencia del cambio de clima en el Ayuntamiento de Cádiz puede estar, en parte, en la oposición municipal. De pronto, se vuelve más exigente y contestona. Aunque no tenga opciones de ganar una sola votación plenaria en tres años y medio, tampoco tiene nada (poder institucional) que perder.
De repente, la oposición
Helena Fernández (Adelante) recuerda minutos antes de que hable García de León, que "la primera medida que tomó como nuevo alcalde fue subirse, considerablemente, el sueldo. Más del doble que el anterior". Lo dijo con fondo de villancicos pero significaba empezar con una realidad, por más que repetida en miles de ayuntamientos españoles. Para rechazar tanto reproche a Kichi y su equipo, añade que el nuevo regidor ha ofrecido "de gestión, poquita".
En un argumento compartido por los socialistas, Fernández lamenta que "sea el alcalde del PP y no el alcalde de Cádiz. Está para los intereses de su partido y no para los de la ciudad", en referencia a la falta de actividad y reclamación en esos "proyectos de ciudad".
La representante del segundo grupo de la oposición, en ausencia de David de la Cruz, afea que el regidor haya paralizado o invertido planes de ayuda social o que haya incumplido su promesa de limitar las viviendas turísticas en zonas saturadas: "Está permitiendo que se sigan construyendo, las está colando, tantas como antes de que nos planteáramos frenarlas, por la puerta de atrás, por la gatera".
El socialista Óscar Torres también muestra un tono aguerrido, inesperado en plena tregua navideña. "El trato de los Presupuestos de la Junta de Andalucía hacia Cádiz es humillante", afirma en referencia a la absoluta falta de apoyo a esos grandes planes. Los vuelve a recitar y afirma que el alcalde "no levanta la voz" ante sus inmediatos superiores en Sevilla.
El portavoz, algo nuevo, fue incluso crítico con la actitud cotidiana de Bruno García: "Dijo que sería el alcalde de la mano tendida pero en seis meses no se ha reunido ni una vez con nosotros para que podamos aportar algo. Esas palabras hay que demostrarlas con hechos".
Los días de paz en el Ayuntamiento de Cádiz han quedado atrás aunque los de confrontación verbal tampoco aporten las mínimas garantías de utilidad para los gaditanos ni de progreso electoral para la oposición.