Tarjetas de cumpleaños, separadores, cuadernos y agendas. Existe un local en pleno centro de Cádiz donde el papel y el cartón son los protagonistas. En sus estanterías reposan artículos creados con las manos de Manuel Fernández Fedriani. Con mimo, este gaditano de 58 años se adentra a diario en la tienda taller de artesanía Arte en cartón, el único negocio especializado en esta materia que queda vivo en la provincia. En Andalucía, tampoco abundan.
Este coqueto local con encanto lleva cerca de 30 años creando con papel todo lo que la mente pueda imaginar. Fue en 1996 cuando Manuel lo puso en marcha. “A mí me gusta mucho viajar y lo había visto en diferentes sitios de España, aunque cada vez quedan menos dedicados al papel reciclado”, comenta a lavozdelsur.es.
Su pasión por la papelería despertó en el seno familiar. Desde pequeño ha crecido entre folios y tinta en la imprenta que regentaba su padre, José Fernández Valera. “Yo empecé con mi padre. Tenía una imprenta en El Puerto, pero era complicado por el desplazamiento y decidió venderla y comprar una aquí”, explica este licenciado en Geografía e Historia que siempre ha trabajado paralelamente en el negocio familiar.
En la actualidad, conserva en funcionamiento la imprenta Narváez, un comercio histórico de Cádiz que su familia adquirió en 1982. “Es una de las últimas que quedan en Cádiz, puede que tenga un siglo”, dice desde la tienda, ubicada justo enfrente de la imprenta, en la calle General Luque.
Allí, realiza el corte en guillotina para facilitar los pedidos con gran cantidad de unidades, o plegados e impresión. El resto del trabajo artesanal lo lleva a cabo en el taller, repleto de materiales.
“Todo lo que utilizamos es absolutamente reciclado, es una idea que sigo conservando. Aquí no se utilizan elementos contaminantes para las creaciones. Siempre he tenido en cuenta el tema del residuo cero, en todos los encargos aprovechamos el material al máximo para generar los menos residuos posibles, y los que se generen, que son mínimos, se reciclan”, detalla Manuel, que también trata de reducir la huella de carbono, es decir, su impacto ambiental.
Para ello, compra la materia prima en empresas de la zona y nunca fuera del continente. La mesa está llena de papeles de colores que pronto se convertirán en regalos, concebidos como auténticas obras de arte. “El cartón que usamos es 100% reciclado, no se corta ningún árbol para hacerlo”, comenta mientas dobla una cuartilla.
A su alrededor, se observan artículos de escritorio, libros de firmas, cuadernos de viajes o álbumes de fotografías. “Todo es susceptible de que el cliente lo adapte a su gusto, todo puede ir personalizado. Algunos llevan nombre, el texto que quieras, foto en la portada, frases en el interior de las hojas. Todas las ideas las podemos llevar a cabo”, sostiene Manuel.
Las cajas para regalos o para archivar entran en la lista de artículos más demandados. A estas se suman las encuadernaciones artesanales, las felicitaciones y los objetos con alusiones a Cádiz, que se venden como un recuerdo para turistas.
A esta tienda también se acercan muchas personas buscando una forma bonita de presentar los regalos, más allá del envoltorio tradicional. Manuel recibe todo tipo de encargos, como cajas personalizadas para organizar el armario.
“Una de las cosas más curiosas fue de una clienta que guardaba su colección de cromos de cuando era pequeña. Ella tenía una caja entera llena y temía que se le perdieran. Así que nosotros forramos la caja que encargó con esos mismos cromos. Quedó muy chula”, expresa el gaditano.
Tres décadas de vida en el casco histórico de la capital demuestran que el papel no está extinto y que, todavía, hay personas que valoran poder tocarlo. Manuel tiene sus clientes fieles, junto a otros que descubren su artesanía y se quedan prendados de ella.
Desde el local, el gaditano defiende que la gente sigue pidiendo papel. “Muchos dicen que ya no se utiliza porque todo va con el ordenador, pero que va, se usa mucho. Hay mucha gente que escribe y dibuja en papel. Por ejemplo, los grupos de sketches están muy en boga y vienen por aquí”, comenta.
Desde hace un año, ha incorporado talleres de encuadernación y cartonaje para las personas interesadas en este mundo en el que lleva inmerso toda su vida. Con un pincel en la mano, Manuel dice que, ahora, los jóvenes buscan otro tipo de trabajos para poder conciliar. En su caso, segunda generación, cuando se jubile, el taller cerrará sus puertas.
“El comercio es complicado, son muchas horas. Para lo complicada que es la ciudad de Cádiz para tener un negocio, que hayamos durado 30 años es prácticamente un milagro”, expresa. Todavía le quedan unos cuantos artículos más que crear antes del último adiós.
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