Seis meses para que el Obispado cierre más de 40 años de servicio de la Taberna Madueño

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Tras la finalización del contrato con el propietario del edificio, no hay acuerdo para que José Luis Madueño pueda seguir con el negocio familiar.

En la plaza Fragela de Cádiz, frente al Gran Teatro Falla, con más de cuarenta años como lugar donde se ofrece servicios al barrio, el local que hoy regenta José Luis Madueño debe cerrar sus puertas. Un lugar de cotidiano paso para tertulias cofrades y carnavalescas, con un aspecto renovado, pero con un ambiente a sabor antiguo. La del ‘Luiti’, como se le conoce popularmente, es una taberna que arrastra más de 40 años de historia, cuando su padre regenteaba un almacén. La propiedad del edificio, el Obispado de Cádiz, no ha querido renovarle el contrato de un año de alquiler que tenía y ahora se ve “en la calle”, “perdiendo la inversión que había hecho en el local”.

Con 55 metros cuadrados, el establecimiento se renovó hace unos cinco años, reformándose por completo y con una inversión de más de 70.000 euros, según apunta Madueño. “En este tiempo, la inversión de las obras ha sido imposible de amortizarla, por eso pido que se me devuelva el dinero”, comenta con pena, porque sabe que ve “muy complicado”, mantenerse en el lugar que lleva desde que era niño.      

Hace tres meses recibieron una notificación como que acaba el contrato del local, “acudimos a la gestora –San Francisco Gestión es la encargada de administrar estos bienes- para que nos lo prorrogaran y nos han estado dando largas”. El problema, según comenta tanto José Luis, como su hermano José Manuel, que está apoyándolo en “un ojo de patio en el edificio” desde su local. “Mi padre lleva desde los 17 años y sabemos que no es así como debe hacerse” y para colmo, según expresan, “desde el Ayuntamiento nos dicen que no es verdad, que no hay nada solicitado, que hubo uno hace años, pero se anuló”. Lo peor que llevan, aseguran los miembros de la familia Madueño “son las mentiras”, porque creen firmemente que “lo que quieren es quitarnos de en medio”. Asegura que está al corriente de pago y que no suele tener problemas, “un alquiler que me subieron, pero que acepté por la renovación del contrato”. También comenta que desde Urbanismo le dicen que en el edificio “consta como que no vive nadie”, pero dan fe “que hay una persona viviendo en el piso de arriba”.

Puesto en contacto lavozdelsur.es con el Obispado, no ha querido realizar declaraciones algunas en este sentido, por lo que se desconoce la versión por parte de la propiedad. Lo que sí ha podido saber este medio es que el resto de locales que ocupan el edificio, también tienen que marcharse del mismo, pero paulatinamente. La pizzería Bella Italia, de igual manera, tiene el mismo problema. En el caso de la carnicería contigua, el inquilino está a punto de jubilarse y, aunque quiere dejar el negocio a otra persona, “desde el Obispado no obtienen respuesta alguna”, según el propio Madueño que sabe, por ejemplo, que al estanco que hace esquina con la calle Benjumeda, le queda unos cinco años de contrato.

Realizando la entrevista, el propio Madueño recibió una llamada que le dio algo de esperanzas. Y es que ayer mismo, se presentó en la gestora para intentar solucionar el conflicto pidiendo una moratoria de unos seis meses “pagando por adelantado” para que le diera tiempo a amortizar la inversión e ir buscando otro lugar donde montar su negocio. La llamada quedó pendiente de una confirmación para la jornada de hoy, por lo que se conocerá si finalmente Madueño se queda o se tiene que ir en las próximas semanas de un negocio que lleva años al frente y que ya su padre, Manuel Madueño, consiguiera mantenerlo como un lugar de paso de muchos vecinos del barrio gaditano.

Durante el Concurso de Agrupaciones, al estar en pleno centro neurálgico, el lugar es un hervidero y se convierte en atractivo negocio para los inversores, algo que creen desde la familia que oculta esta realidad: “la especulación”. No tiene muchas esperanzas puestas en el asunto y lamenta toda el dinero y el esfuerzo invertidos “para que de la noche a la mañana lo tenga que dejar todo, con una mano delante y con otra detrás”. 

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