Una voz contra los estereotipos de un mundo de hombres

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Milián Oneto es una artista gaditana que compagina su labor profesional con su afición por las coplas, formando parte de la comparsa de Jesús Bienvenido. Todo un referente para la visualización de la mujer en el Concurso de Agrupaciones.

Su nombre es Milagros de los Ángeles y ya está harta de preguntas absurdas sobre su papel en el Carnaval. Pide naturalidad y de esta forma se podría acabar el reportaje. No obstante, profundizar en la materia es conocer poco a poco a una persona que lleva por delante sus raíces a través de su garganta. Su voz suena y resuena en diversos lugares con un componente común: el sentimiento. La dulzura, la mesura y la elegancia ayudan a introducirse en la psique, pero el sentimiento es el único vehículo conductor que hace posible que la mujer se transforme en cantante. Como los corillos de las abuelas mientras hacían la comida, como la melodía de las madres mientras tendían la ropa… así nace Milián Oneto (Milián, surge de la comprensión de Milagros y Ángeles), una voz sin ser presa de prototipos pasados, pero honesta con sus raíces.

En los últimos años, la artista gaditana ha saltado a “la fama internacional del Carnaval” —dicho con cierta sorna— gracias a su incorporación dentro de la comparsa de Jesús Bienvenido. Una voz más, pero que fue considerada como una referente, teniendo en cuenta, no solo su calidad vocal, sino que se trataba de una mujer en un mundo de hombres. "Esto nunca debería ser noticia, porque debe tratarse con naturalidad", comenta Milián, entendiendo que es más sencillo todo de lo que parece. Y es que no es la primera, ni será la última mujer, no ya que pise un escenario, sino que lo haga en un Concurso de hombres. Ya en los años 70 un grupo de mujeres se aventuraban a sacar una chirigota, cuyo nombre rezaba Las Molondritas, en honor al conocido gaditano Enrique El Molondro. Esta chirigota fue la antesala de comparsas como Las Favoritas del Sultán, que en 1983 fueron a Cádiz desde Barbate para concursar en el Teatro Falla.
Y así, una hilera de tipos, nombres y mujeres que siguieron realizando su aportación a la fiesta, más allá de ser una cara bonita, caso de las Reinas del Carnaval y su cohorte de damas (lo que posteriormente se denominarían las ninfas) o la encargada de coser la ropa, o, como en la mayoría de casos, “la que se quedaba en casa bregando con los niños, mientras el marido estaba cantada por ahí”. Los tiempos van cambiando y, al margen de la evolución propia de la sociedad, la incursión de una artista conocida, en una comparsa “de las grandes” —sin desmerecer a las demás— fue una manera de visibilizar más una posibilidad que para alguien como Milián, estaba coartada, como mucho, a salir en un coro. “Mis posibilidades de salir en Carnaval se reducían a hacerlo en un coro, era la única visualización que tenía de esa ilusión”, resalta la isleña mientras recuerda momentos de niña, escuchando coplas de El Puerto de Santa María (su padre era aficionado a Los Majaras), o con las chirigotas de Juan Rivero. “Mi padrino es el hermano de Juan y siempre íbamos por las peñas a escuchar coplas con mis primas”, no obstante, matiza que en su casa “primaba más el flamenco”.

Por ello, la llamada de Jesús, Bienvenido, el de la comparsa, lo entiende ella como “un riesgo que asumieron”, pero que para ella fue “una ilusión inmensa”, que nunca soñó “porque no lo creía posible jamás”. Dentro de esa lógica y naturalidad que le imprime al concepto de igualdad, Oneto no entiende cómo todavía se le hacen preguntas que no tienen nada que ver con el Carnaval y sí con la relación entre comparsistas, hombres y mujeres, o cómo se las apaña con sus dos hijos para ir a cantar. Su cara se le pone seria –algo fuera de lo normal- y tiene claro el mensaje que debe transmitir.
Al margen de ello y del Carnaval, su pasión por la música ya le ha hecho caminar por múltiples senderos poniendo en su voz versiones, o mejor dicho, “sale con mi filtro, con mis vivencias y mi recorrido”. Sus últimos trabajos están relacionados con el mundo de los boleros, aunque ya desde temprana edad recorría escenarios y platós de televisión.  

En su labor como corista de sesión y de directo ha acompañado a artistas como José Mercé, Juanito Makandé o Mariana Cornejo. Otra gran voz como Mayte Martín le procuró una serie de conciertos en Barcelona, destacando de sus propias palabras la exquisitez de su voz. Ubicada en la capital de España, hasta que por varias razones volvió a su tierra, y desde entonces compagina su labor con las coplas de Carnaval, con los boleros. Una de sus obras, Voces de Mujeres, recorre las vivencias de autoras que componen, “no tengo pretensiones, pero sí aspiraciones”, y así busca dar visualización a esas expresiones femeninas que la música encierra. “En el bolero siempre me he sentido muy a gusto, porque es donde más cosas de mí salen”, destaca Milián, poniendo especial énfasis en el mismo mantra que recorre su vida: el sentimiento. “Me tengo que sentir identificada lírica y musicalmente con lo que canto, por eso creo que llega más”, destacando otro de sus trabajos como es Boleros y otra hierbas, junto al músico Javier Pereyra.

Últimamente, aprovechando la expansión del Carnaval, también recrea pasodobles de autores como Paco Alba, Enrique Villegas o del propio Bienvenido, buscando la calidez de su garganta en cada compás de esas letras inmortales que se han quedado en el recuerdo. “No solo coplas de ayer, sino también de hoy, que hay pasodobles de Bienvenido que se cantan en todo tipo de reuniones, barbacoas, bodas y demás”, entendiendo que el Carnaval trasciende y es para ella, máxime en esta etapa de su vida, un fiesta que tiene más de cultura. “Lo vivimos como una fiesta, pero es una manifestación cultural que tenemos los gaditanos de una manera muy genuina”.

Sin envoltorios, ni edulcorando la voz, de sus cuerdas vocales expulsa un néctar para los oídos que inocula un veneno dulce, lleno de ternura, rabia –cuando toca-, pasión… condensada toda la receta en un único ingrediente: el sentimiento.    

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