Carlos Hipólito protagoniza Burro, una tragicomedia con música en directo e inspirada en obras maestras de la literatura en torno a este animal, que podrá verse este viernes 8 de noviembre en el Teatro Villamarta. La dramaturgia lleva la firma de Álvaro Tato, mientras que Yayo Cáceres asume la dirección de este montaje.
Burro es la historia de un asno atado a una estaca en los últimos momentos de su vida, pero el animal de este espectáculo ha vivido siglos –6.000 años– y ha visto y sabe todo lo que se ha escrito y cantado sobre ellos. Entonces habla, cuenta y canta, pasando así sus días bucólicos pero cargados de sabiduría y dolor. Lo que hace es contar al público la historia de la humanidad a través de sus ojos. “Es un viaje a través de nuestra civilización”, ha señalado el autor de la dramaturgia. “El burro es el personaje que nunca ha podido hablar, pero siempre ha estado ahí. En todos estos miles de años, el primero que tuvo nombre fue Platero. Y el burrito de Juan Ramón Jiménez es el culpable de que yo pensara en escribir esta pieza”, ha añadido Álvaro Tato.
Además de textos como el de Platero y yo, aparecen en este montaje concebido como un monólogo fragmentos de El asno de oro, de Apuleyo; Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; El sueño de una noche de verano, de Shakespeare, Piel de asno, de Charles Perrault, Disputa del asno, de Fray Anselmo de Turmeda y Metamorfosis, de Ovidio, entre otros. “Hay mucha comedia y muchas risas, pero, en definitiva, un burro de 6.000 años acaba preguntándose quiénes somos los humanos”, ha asegurado.
Carlos Hipólito, además de al asno, interpreta a otros catorce personajes, demostrando así su gran versatilidad. Pero no está solo en el escenario. Junto a él están intérpretes y músicos como Fran García, Iballa Rodríguez y Manuel Lavandera que ejecutan la música compuesta ex profeso para esta obra por Cáceres.
Para el actor madrileño, el texto está “lleno de poesía, de belleza, de sentido del humor, que crea momentos de mucha emoción y empatía entre el patio de butacas y lo que pasa en el escenario”. A él, que se confiesa animalista, le ha servido para sensibilizarse mucho más sobre “la prepotencia que tenemos los humanos en este planeta, lo depredadores que somos como especie”. A su juicio, lo que hace el burro en este espectáculo es “reivindicar su lugar y su maltrato”. Y lanza la siguiente pregunta: “¿Quién no se ha sentido en alguna ocasión ninguneado y maltratado y no se ha podido expresar?”, concluye.