15 años en Jerez, con un leve paréntesis en Barcelona, dan para mucho. Sobre todo para darse cuenta de lo difícil que es emprender en España, de lo duro que supone ser autónomo. Héctor Serviño y Ana Rosales son cubanos. Llegaron a nuestra ciudad para visitar a una de sus hijas, casada con un jerezano, y aquí se quedaron. Era 2001. La palabra crisis todavía no existía y este matrimonio, formado por un ingeniero agrónomo y una contable empezaba a buscarse la vida. Hicieron prácticamente de todo antes de adquirir una franquicia con relativo éxito en toda España, la del publipan –bolsas para el pan con espacios publicitarios- pero que en Jerez no llegó a cuajar. La aventura, ahora paralizada, les dejó deudas y préstamos que aún están pagando. La crisis no les ayudó, pero no se amilanaron.
Un día reciben una llamada de Angola. Antes de instalarse en Jerez, Ana y Héctor habían trabajado en este país africano, en una finca donde se cultivan plátanos. “Estaban en Guerra Civil y desde el campo oíamos las bombas. También cogimos paludismo”, relata Ana, recordando su experiencia, aún así positiva. La cuestión es que el dueño de esa empresa les propone comercializar en Europa guano fosilizado de murciélago –sus excrementos-, que se extrae de unas cuevas de su propiedad, para venderlo a modo de fertilizante. La idea no parece mala. Abono orgánico en tiempos en los que la agricultura ecológica empieza a tomar fuerza en España. Toca pedir otro crédito, buscar una nave en el Parque Empresarial y comenzar una nueva aventura. En 2014 nace Guanafrik S.L. y en 2015 empieza a comercializar su producto, GuanFerty.
En España se cuentan con los dedos de una mano las empresas que trabajan este tipo de fertilizante y en Andalucía apenas hay dos, entre ellas la de Ana y Héctor. A pesar de eso, les ha costado poner su producto en los circuitos comerciales dedicados a la jardinería y la agricultura. “Lo hemos presentado a las grandes superficies especializadas y ni nos han contestado”, lamenta Ana, que explica que empezaron dándose a conocer a través de las redes sociales, cuyas primeras ventas surgieron a través de estos canales. Finalmente, hace tan solo un par de meses una empresa murciana se interesó por su fertilizante, siendo actualmente el distribuidor exclusivo de GuanFerty en España.
Aún así, el guano no es algo nuevo en la agricultura. En el siglo XV el pueblo inca castigaba con la muerte a quienes mataran a los murciélagos y en el siglo XIX el gobierno de Estados Unidos ofrecía tierras gratis a quienes descubrían depósitos de este preciado excremento. En España tampoco es nuevo. “Según nos han dicho, antes se la conocía como ‘murcielaguina’”, explica el matrimonio, que destaca entre las propiedades del producto su alto contenido en materia orgánica, siendo sus nutrientes principales el fósforo, el nitrógeno y el potasio, que a la postre son los elementos fundamentales en el desarrollo de las plantas. De hecho, instituciones como Sherry Golf han probado el producto en uno de los Green del campo y han comprobado cómo el césped mejoraba en calidad. “Una de las capacidades del guano es su efecto regenerador del suelo”, explica Héctor.
GuanFerty está recomendado principalmente para pequeños jardines y huertos, más que nada por el elevado precio que supone su uso a gran escala. Por eso ahora estudian crear un nuevo fertilizante junto a una empresa cordobesa que comercializa humus de lombriz. La idea es mezclar guano y humus para combinar las propiedades de uno y otro. El producto además sería más económico, por lo que se podría destinar a la agricultura extensiva, explican.
Y aunque de momento el negocio está sirviendo para tapar agujeros, Ana y Héctor son optimistas. Ya han cerrado acuerdos con distribuidores de Italia, Suiza, Uruguay y Estados Unidos -país este último donde la agricultura ecológica está muy extendida- para comercializar su producto. “Tenemos mucha perspectiva de que la cosa funcione y aunque a los autónomos se nos ponen muchas pegas no queda otra que tirar para adelante”.
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