Cuando se abren las puertas ahora del antiguo Cine Jerezano, un cuarto de siglo después de que dejara de proyectar películas, uno se olvida de las pintadas vandálicas en sus paredes, del polvo acumulado, de la pantalla rasgada, del inevitable paso del tiempo, y solo visualiza su patio de butacas en todo su esplendor, su luminoso renovado y su cartelería anunciando novedades.
Uno también imagina lo que le cuenta el CEO de beon. Worldwide, Dario Regattieri, esta especie de ilusionista volcado en la comunicación, el marketing y los grandes musicales que se ha empecinado en convertir en realidad lo que parecía un sueño imposible: la resurrección de este espacio cultural tan mítico y emblemático del centro de Jerez.
Junto a su equipo de arquitectos redactores del proyecto de rehabilitación y acondicionamiento, Estanislao Cavanillas y Silvia Ramos (ambos de SalaCal Arquitectura) y Consuelo Prados, Regattieri acciona el generador de luz eléctrica que, como una metáfora de lo que ocurrirá en apenas unos meses, alumbra todo el interior del antiguo cine de la plaza San Andrés.
Anda tan empeñado en recuperar la esencia de aquella sala mítica que invertirá más dinero (el proyecto se moverá entre 2 y 3 millones de euros) para conservar el mayor número posible de butacas originales y dedicará parte del equipamiento a un pequeño museo en el que poder ver "lo que ha quedado" del antiguo cine. Herramientas de proyecciones, celuloide y los caballos dorados que decoran aún la parte superior de un proscenio que obviamente ampliará sobremanera su capacidad para albergar grandes producciones musicales, entre otros espectáculos y congresos.
El peine del escenario crecerá en altura para poder desplegarse la maquinaria de las grandes escenografías. El actual tejado a dos aguas del inmueble, por ello, se sustituirá al completo por una nueva cubierta con una zona que no solo será transitable sino que ampliará la oferta del equipamiento permitiendo que haya ambigú para cafés en las pausas de las convenciones y copas tras los espectáculos. Una línea de negocio que completará al futuro Teatro Jerezano.
Tres arquitectos de un estudio de Jerez volcados en la reforma
Avanza Regattieri a lavozdelsur.es que su "sueño" es inaugurar en la próxima Navidad el que será nuevo Teatro Jerezano con el musical de La historia interminable, un clásico de la literatura juvenil de Michael Ende que en Jerez pudo verse en el antiguo Cine Teatro Villamarta. Ya ha llovido. Y ya ha llovido también desde que el Cine Jerezano cayó en el abandono y el desuso —que no en el olvido de su ciudad—.
Debido a su alta protección urbanística, sin embargo, se ha mantenido a flote en todos estos años, lo que a la postre ha impedido que fuese pasto de la especulación o, directamente, transformado en vulgares pisos o, quién sabe, en otro bazar asiático más. Su futuro inmediato, en cambio, hará que pueda convertirse, como sueña su impulsor, en "locomotora" del centro de Jerez y en un imán para atraer visitantes, riqueza y dinamismo a la ciudad. Su impacto poblacional, más allá de lo turístico, será de millón y medio de personas, ya que está pensada como una infraestructura de ámbito provincial e incluso para habitantes de provincias limítrofes.
Con licencia municipal de obras y plena disposición del Ayuntamiento de Jerez, el objetivo es que los trabajos arquitectónicos del futuro teatro, "un obrón", arranquen antes de verano y se pueda llegar a los plazos que se anunciaron para poder inaugurar el equipamiento cultural la próxima Navidad.
"Es el reto, el desafío, seamos positivos", insiste Regattieri junto a sus arquitectos, que han hecho encaje de bolillos para cuadrar el millar de butacas que el CEO de beon. Worldwide exigía para hacer rentable el proyecto cultural.
"Exactamente han salido 1.002 butacas", bromean los responsables de la parte técnica de devolver a la vida al antiguo Jerezano, un inmueble con un impresionante sistema acústico y edificatorio pese a lo vetusto del equipamiento cultural que albergaba el edificio. Y un equipamiento que, en su reforma, contempla una importante infraestructura bajo el suelo que incluye foso para orquesta, con capacidad para un centenar de músicos, y camerinos. Una obra de arquitectura que mantendrá la esencia del antiguo cine pero adaptándolo a su futuro inminente como gran contenedor para, fundamentalmente, espectáculos.