Bajo un cielo amenazando lluvia y tras una jornada pasada por agua, que hizo plantearse la suspensión de la cabalgata si no cesaban las precipitaciones, la cabalgata de la Cartera Real pudo salir aunque con algún retraso por aguantar a que llegaran las horas en la que los mapas’del tiempo señalaban una baja probabilidad de lluvia. Pero la cabalgata, ya sea la de Reyes o esta de heraldo real, puede con todo lo que le echen: la fidelidad del público está garantizada, son los niños y niñas los que mandan; su ilusión no tiene precio.
Una vez más se puso de manifiesto el gran tirón que tiene en las calles todo lo que suene a Reyes Magos; gente y más gente en las aceras y alrededor de las dos carrozas que se integraron en el cortejo. El centro urbano se llenó hasta casi el desborde; nadie se quejaba ni por las estrecheces, ni por el aparcamiento, ni por nada.
Es más, la fusión entre la decoración lumínica de las calles con el barullo propio de la cabalgata y de la gente fue de lo más consecuente. La llegada al núcleo del recorrido, desde el Taller de Fiestas situado junto a la calle Merced, fue el momento más intenso y así sin dejar huecos, excepto el estrecho pasillo que se dejaba libre para que transitara el cortejo.
Desde bien temprana la tarde, padres y pequeños empezaron a situarse en las aceras para disfrutar de la mejor visión, eso sí, paraguas en mano porque el plomizo cielo no invitaba a demasiadas confianzas. Con el adoquinado reluciente, gracias a la mojada de la lluvia, fue transcurriendo una cabalgata compuesta por dos carrozas, la Agrupación Musical San Juan, la charanga de la Asociación Musical la Gran Banda-Sones de Cádiz y pasacalles infantiles con carro musical de Brotons y princesas de cuentos además de un centenar de figurantes a pie; además, la animación de la academia de las Hermanas Sánchez escenificando una representación del musical El Rey León; el grupo de teatro de María Auxiliadora, familias de Correos y 140 miembros de la Fundación Alalá.
Con estos mimbres se fraguó el esperado éxito de esta cita en la que no faltaron los caramelos y sobre todo mucho ruido, animación, colorido y alegría, la que le pusieron los centenares de figurantes que formaron un cortejo que ciertamente se entregaron en la misión, lo que ayudó a que la cabalgata fuera ciertamente un aliciente para padres y pequeños.
Al fin y al cabo, el paraguas sirvió para ponerlo del revés para que cayeran dentro de él más caramelos, aunque el ‘vecino’ de atrás no se lo tomara a bien. En fin, lo de siempre en estas cosas. Todo terminó en El Alcázar, donde la Cartera Real bajó de su carroza y la alcaldesa le entregó las llaves del recinto. Allí permanecerá este miércoles día 3 y el jueves 4, de 11 a 14 horas y de 17.30 a 20.30 horas, para que niños y niñas puedan entregar su carta a los Reyes Magos.
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