David Olivero se hizo con la Freiduría Santiago hace ya diez años. El dueño venía de trabajar en la bodegas, pero en los últimos coletazos de lo peor de la crisis económica, se quedó en paro. Dos años después un amigo suyo le comentó la idea del traspaso de un negocio fundado en los años 60 por promotores gallegos y que compartía pared con pared con el mítico Boquerón de Plata. Ahora el hostelero se ve obligado a cambiar de ubicación su negocio ya que toda la manzana se vende, tal y como se puede ver en Idealista, por 320.000 euros.
"Emblemática casa con fachada principal a la Plaza e Iglesia de Santiago. Enclave único en este famoso barrio cuna del arte flamenco y de grandes y famosos cantaores. Al hacer esquina a dos calles Moraito Chico y Taxdirt, dispone de una privilegiada orientación este-sur-oeste, siendo soleada y luminosa", explican en la oferta, en la que se especifica un total de 646 metros cuadrados y 12 habitaciones.
El inmueble, con dos plantas y cinco locales comerciales, tiene cinco viviendas de 2 y 3 dormitorios, tres de ellas con vistas a la plaza de Santiago, está pendiente de una reforma. "Ideal para adaptarla completamente a apartamentos turísticos. Oportunidad única para inversores que apuesten por un negocio con alta rentabilidad", especifican.
El nuevo freídor pasará a la esquina con la calle Jardinillo
Afortunadamente, David ha conseguido un local para reubicar la freiduría, aún en reforma y que se espera que esté en funcionamiento este otoño, en la esquina de la calle Jardinillo con Moraíto Chico, y que fue lugar de la pescadería de El Zambo.
Cuando empezó en el negocio, el dueño de la freiduría Santiago reconocía en una entrevista a lavozdelsur.es que "no sabía ni freír un huevo". "El negocio no lo conocía en sí, pero la necesidad de estar dos años parados fue la razón. Aprendí todo. Juan Lobo era amigo mío y me enseñó hasta que cogí yo su negocio, me hizo el traspaso", explicaba en esa ocasión.
El local, que se encuentra a apenas unos metros de donde nació Moraíto Chico, ahora cambiará de ubicación. No obstante, seguirá siendo como el de siempre, rincón gastronómico en pleno barrio de Santiago y paso obligatorio para los amantes de la fritura, especialmente de la divina tríada de adobo, choco y gallo.