El día de los abrazos en la estación de Jerez tras el Alvia de Madrid: de nietos lejanos a currantes en el exilio

Este viernes, miles de jerezanos que se encuentran fuera de la ciudad se reencuentran con sus familias y amigos. "Deseando que no llegue el día 7"

Maribel y Carmen, tras la llegada del Alvia procedente de Madrid a Jerez.

En los peores años de la crisis económica de hace una década, Jerez llegó a rondar los 35.000 parados. Era el 40% de la mano de obra de la ciudad, de personas con edad de trabajar o estudiar que no lo hacía. Personas que buscaban un empleo. Hay una crisis estructural que va más allá de los vaivenes macroeconómicos, y que arraiga en la crisis bodeguera de los 80. Desde entonces, Jerez es una ciudad de emigrantes. Miles de jóvenes, o de adultos jóvenes, de menos de 40 años, salieron de la ciudad en busca no de un futuro mejor, sino de un futuro.

Por todo ello, la historia del día en Jerez estaba en la estación de tren. Y en la de autobús. Y en la entrada de la autopista. Porque este fin de semana, serán miles y miles de llegadas de esos emigrados por empleo, de exilio. Un abuelo se levantaba corriendo del asiento del vestíbulo de la estación cuando en vía 4 llegaba el Alvia de las 19:52 horas. Puntual, por el andén más cercano al edificio.

El momento de apertura de puertas.  MANU GARCÍA

En un momento, se arremolinaban abrazos y maletones. De esos que uno no lleva para un finde de turismo, para visitar las Zambombas. Es de las maletas que se hacen para más de dos semanas.

Muchos trabajadores jerezanos en el exilio preparan sus vacaciones para este reencuentro. Maribel y Carmen estaban emocionadas y riendo a la llegada. La típica imagen de la plaza de Estación de Jerez: un coche medio aparcado, con luces de emergencia, y las prisas por meterse en él tras dejar caer la maleta en el maletero.

El jerezano Diego Ariza está en Teruel trabajando. Tiene 23 años y ha cogido vacaciones hasta el día 7 de enero. "De lo mío había muy poco". Se dedica a las placas solares. Se acaba de comprar un coche y su padre ha ido a recogerle en él, así que además de a la familia, ha conocido a su nuevo compañero de cuatro ruedas. "Con ganas de que no llegue el día 7". Había trabajado en Francia, en Madrid, pero esta es la vez que más tiempo lleva sin volver porque, de una manera o de otra, siempre estaba "yendo y viniendo".

Diego abraza a su padre y conoce su nuevo coche.  MANU GARCÍA
Diego, frente a la estación.  MANU GARCÍA

Yendo y viniendo. Jerez estos días se va a llenar como nunca de jerezanos. Estudiantes. Currantes. Nietos que han nacido fuera y se han criado de un papá o una mamá jerezanos y para los que Jerez solo es un lugar lejano, del que oyen hablar y a veces visitan. Donde los abuelos, donde hay un acento andaluz. Y donde la Feliz Navidad.