Tras invertir más de 300 millones en la compra de Domecq y Garvey, ha puesto sus miras en reflotar intramuros para abrirlo al enoturismo.
En apenas medio año el magnate filipino Andrew L. Tan ha pasado de ser un completo desconocido a empezar a cobrar gran notoriedad en la opinión pública jerezana. Más de 300 millones de euros de desembolso de su fortuna personal tienen la culpa. Después de adquirir en diciembre pasado los activos de Domecq por 275 millones y de comprar recientemente Garvey por unos 35 millones —a la espera de la autorización judicial por encontrarse en concurso—, todo apunta a que Tan no ha dicho su última palabra. El siguiente movimiento será invertir en la regeneración del centro histórico de la ciudad. Según ha podido saber lavozdelsur.es, el multimillonario asiático está interesado en posicionarse en el intramuros jerezano con vistas a sacar rentabilidad al innegable potencial turístico y enoturístico del municipio. Ya se habla de varias inversiones de gran relevancia aunque por el momento las diversas fuentes consultadas por este medio mantienen la cautela y la discreción, y solo hay especulaciones sobre los inmuebles en los que podría estar interesado.
Esta operación inmobiliaria no sería un movimiento ajeno al dueño del mayor conglomerado empresarial de Filipinas, ya que a finales del pasado año también se hizo con el rascacielos madrileño Torre Espacio, hasta entonces propiedad de Villar Mir, por 558 millones de euros. De hecho, al adquirir Garvey se supone que también habría comprado el complejo bodeguero Valdivia, en el que se encuentra Villa del Duque, el que se vendió hace una década como el primer hotel dentro de una bodega. Esta casa solariega, aledaña al barrio de Santiago, sería uno de los activos con los que Tan contaría en su apuesta por el casco histórico jerezano, a los que también se suman los impresionantes jardines de las Bodegas Domecq, entre San Mateo y la cuesta de la Chaparra, que incluso tienen catalogación como Bien de Interés Cultural (BIC).
La nueva era que el magnate filipino quiere imprimir a las antiguas bodegas Domecq —ahora Fundador, en homenaje al brandy, su gran negocio— pasa inexcusablemente por potenciar la pujante vertiente del sector enoturístico y por volver a posicionar a la enseña en su ciudad de origen. La central del negocio se encuentra en la calle San Ildefonso, junto a la Cuesta del Espíritu Santo y la puerta del Arroyo, una de las cuatro puertas del Jerez almohade y uno de los grandes accesos del deteriorado intramuros. En su visita la ciudad en marzo pasado para tomar posesión de los activos de la antigua Domecq, el nuevo propietario ya dejó caer su idea de habilitar un centro de recepción de visitantes a la bodega para el referido impulso enoturístico de una enseña que también dispone para ello de la finca El Majuelo y el Castillo de Macharnudo. Además, en ese momento también se anunció el saneamiento de la torre de la antigua Puerta de Rota, prácticamente empotrada en el acceso principal a Fundador en la ronda del Caracol.
La familia Tan es uno de los apellidos más importantes del archipiélago filipino. Alliance Global Group, que así se llama el ‘holding’ que posee, extiende sus tentáculos por diversos sectores económicos que van desde las bebidas y la alimentación hasta los hoteles, el negocio inmobiliario y la restauración, contando con el monopolio de la franquicia McDonald’s en las islas, donde llega a mantener medio millar de establecimientos. Casado con 63 años y padre de cuatro hijos, el emporio de Tan factura los 21.000 millones de pesos filipinos (420 millones de euros) de beneficio al año, con una cifra de negocio de 125.000 millones de pesos (2.500 millones de euros).
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