Hubo que ser muy previsor si se quería coger sitio en la iglesia de la Cartuja de Jerez para vivir el acto final de la despedida de las Hermanas de Belén, que abandonan este cenobio tras 22 años de vida monacal. La cita era al mediodía, pero desde muy temprano ya había personas aguardando para poder ocupar un lugar en el que seguir la misa de despedida.
El atasco de vehículos fue inevitable dado que los espacios disponibles se llenaron rápidamente. Para intentar ordenar la situación, los scouts se ocuparon de este trabajo dejándose la piel en el empeño.
El obispo José Rico Pavés ofició la eucaristía con la presencia de numerosos sacerdotes diocesanos, que concelebraron la misa, además de seminaristas, diáconos, religiosos y religiosas de distintas órdenes, mientras que por la parte civil asistió la alcaldesa y miembros de la corporación municipal así como representantes de diferentes instituciones de la ciudad.
El histórico edificio no fue suficiente para albergar al público que se dio cita en los terrenos cartujanos, cuyo patio de la capilla de los caminantes acogió a todos los que no pudieron entrar.
Lógicamente, las protagonistas ocuparon el centro de la celebración. Las once religiosas que quedan asistieron y vivieron con gran emoción la misa, sentimientos más intensos si cabe que lo vivido en las vísperas con la charla que ofrecieron en la que se expresaron con enorme sinceridad y enseñando el rostro oculto de su vida y espiritualidad.
A la recíproca, no fueron pocos los seglares, muchos jóvenes, que no pudieron aguantar las lágrimas ante lo que seguramente habría sido la última oportunidad de estar cerca de ellas.
Eran conscientes de que cerraban un capítulo de sus vidas que ha durado 22 años, por lo que vivieron su acto postrero pisando con mimo y por última vez las centenarias losas del templo y, seguramente, almacenando en sus mentes cada rincón, cada momento, cada detalle del retablo en el lugar que ha sido testigo de sus muchas horas de oración, de una vida de recogimiento y de entrega a su vocación.
Rico Pavés habló en su homilía del pueblo de Belén, el significado que tiene esa localización de judea, “de donde viene el linaje del Mesías; el pueblo de David”. Así, el prelado fue situando teológicamente el significado de Belén en el camino de la redención, señalando a la “providencia bendita cuando ahora damos gracias a Dios por el carisma monástico de las Hermanas de Belén”.
El obispo fue explícito al pedir al Altísimo que “podamos ver el fruto de las semillas que las hermanas han sembrado el la diócesis en el terreno fértil de esta Cartuja”. En esta misma oración, que fue el final de la homilía, suplicó “que su presencia visible entre nosotros, vuelva”, en referencia a que las puertas del monasterio seguirán abiertas para estas religiosas.
Como recuerdo de la jornada tan singular, las religiosas repartieron estampas en las que se puede leer el pasaje evangélico del nacimiento de Cristo: “Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre y cayeron de rodillas. Lo adoraron”. La estampa se ilustra con un Nacimiento artesano elaborado por ellas mismas y una referencia en fechas: 19 de marzo 2002-19 de marzo 2024.
Así fue en grandes trazos la historia de una mañana intensa en la Cartuja, la misa que puso el punto final a las actividades con las que la diócesis ha despedido a las Hermanas de Belén, las cuales más allá de las razones expuestas y las no expresadas como causas de su marcha, se llevarán de Jerez todo lo que han experimentado en estos últimos días, mucho cariño, puertas abiertas a volver y el apoyo incondicional de centenares de amigos de la Orden, sentimientos que posiblemente no han recibido en ninguno de los lugares donde han estado, vivido y dejado.
FOTOGALERÍA | La misa para despedir a las Hermanas de Belén del Monasterio de la Cartuja en imágenes