José María Ibáñez García de Movellán era su nombre completo, un santanderino que a corta edad aterrizó en Jerez de la mano de sus padres. Estudió el Bachillerato en Los Marianistas e ingresó en la Facultad de Medicina de Cádiz. Una vez con el titulo en la mano, empezó a ejercer en la entonces sanidad pública hasta que en su misma vivienda instaló su consulta, en la calle Porvenir, en la década de los 60 del siglo pasado. No se exagera que hasta sus 93 años, ha dedicado a la Medicina toda su vida, llevándola más allá de su desarrollo profesional para convertirla en su herramienta para practicar la caridad.
Desde entonces, por la consulta del doctor Ibáñez se podría decir que ha pasado medio Jerez, especialmente ciudadanos de los estratos más bajos de la sociedad, que al carecer de recursos, el doctor los atendía desinteresadamente. Y eso fue así con miles de personas por lo que se ganó con todos los honores el apelativo del médico de los pobres.
Siempre fue una persona celosa de su intimidad; no quería reconocimientos públicos ni homenajes. De hecho se propuso dedicarle un monumento en la vía pública y jamas accedió a que se hiciera. Por cierto que esta iniciativa vuelve a tomar cuerpo ante su fallecimiento.
Lo que sí se le ha otorgado es un amplísimo reconocimiento y una extensa popularidad no solo por su altruista ejercicio de la medicina con los más necesitados, también por sus extraordinarias capacidades como médico. El sepelio será este miércoles a las 17 horas en la iglesia de Madre de Dios.
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