Llegados a este punto de la Feria del Caballo, para quienes hayan decidido no pisarla hasta el año que viene —como quien suscribe estas líneas—, toca echar la vista atrás y, qué remedio, ponerse nostálgico. Más que nunca, quizás, después de tres años sin catar caseta.
Es muy difícil de explicar para quien no lo haya vivido todo lo que puede ocurrir en los pocos metros cuadrados que tiene una caseta o paseando por el albero del González Hontoria durante la Feria del Caballo, testigo de historias de amor, abrazos sinceros, saludos entre personas que tenían la amistad dormida, cabreos, llantos y un poco de todo eso a la vez.
No miento si digo que he visto cosas que vosotros no creeríais. Una vez se cruzan las puertas del Hontoria hay que estar abierto a vivir de todo, por impredecible que sea. Como que te sirva un plato de berza una política que hasta ahora no te había hablado, por poner un ejemplo.
Pero como digo, es fácil una vez vivida la Feria más esperada, acordarse de recuerdos de otros años. Del amigo que se puso a llorar como un niño chico al encontrarse con un conocido de la infancia al que hacía años que no veía. Del año que todo el mundo hablaba de tu caseta y quería hacerse fotos en ella. De la vuelta a casa andando entre amigos, rememorando lo acabado de vivir entre risas.
Y también de lo mucho que se trabaja siendo periodista —que me perdonen los camareros por la osadía—, sobre todo si se da la coincidencia de que Andalucía está en precampaña electoral —el 19 de junio se vota—. Así, no es raro que se haya encontrado con algún que otro político de los muchos que han recorrido el Real estos días, de izquierda a derecha del espectro político y viceversa.
“Mira, aquí llega alguien importante. ¿Quién es? Bueno, voy a hacerle una foto”, comenta una castellonense que, móvil en mano, inmortaliza el momento en el que Elías Bendodo, a la sazón consejero de la Presidencia de la Junta, llega al Hontoria. Pero este día también han pisado albero Adriana Lastra, diputada del PSOE o Macarena Olona, candidata de Vox a la Junta.
Antes también lo hicieron Teresa Rodríguez (Adelante Andalucía), la ministra Carolina Darias, Inmaculada Nieto (Por Andalucía), Juan Manuel Moreno (PP) o Inés Arrimadas (Cs), entre otros muchos cargos provinciales y, por supuesto, locales. Nadie se ha querido perder “la mejor feria del mundo”, para los más chovinistas. No sé si lo será, pero desde luego está muy arriba en el ranking de ferias.
Pero una cosa es la Feria que viven los políticos que pasan por el Hontoria para decir cuatro banalidades y dar titulares entre trajes de gitana prestados y catavinos, y otra la que viven el común de los mortales, que poco quieren saber estos días de campañas electorales y propuestas. Aquí se viene a disfrutar. Ya llegará la hora de votar.
En el parque González Hontoria se concentran cientos, miles de personas, cada uno de los días que dura la Feria del Caballo, que se vive de día o de noche, dependiendo de la etapa vital de cada uno. El tardeo es la opción de los que enfilan el pureteo, y la madrugada de los que tienen gasolina para darlo todo hasta que chapan las casetas.
Ejerce la Feria una atracción especial que durante esta semana te hace arrastrarte hasta ella aunque estés hecho un despojo y aguantar aunque no te queden fuerzas, porque es una vez al año y quién sabe cómo estaré el que viene… Carpe diem y mañana ya veremos.
Quién sabe si por irte antes de tiempo no conoces a esa persona que te cambiará la vida para siempre, no te encontrarás con amigos a los que hace tiempo que no ves o no te darán un chivatazo susceptible de convertirse en noticia —es Feria, pero el periodista lo es 24/7—. Ay Feria, aún no te has ido y ya te estoy echando de menos. El año que viene no faltes a la cita.
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