La Feria del Caballo tiene muchas vertientes para evaluarla o disfrutarla, tantas que podría concluirse en que existe una ‘Feria’ distinta según lo que se busque en ella. Una de esas facetas es la gastronómica, que desde hace muchos años, la de Jerez, se ha convertido en todo un escaparate del buen comer para los paladares exigentes que no se conforman con las frituras de costumbre, la tortilla o el ‘serranito’.
Ciertamente, esta marca que daba tanto carácter al González Hontoria, ha venido a menos; el paso atrás dado por la hostelería local a la hora de coger casetas, junto a la entrada de empresas hosteleras especializadas en ferias y eventos similares, llegadas sobre todo de localidades de la provincia de Sevilla, en las que el solomillo al whiski es en la carta como los caracoles en mayo o las tortillas de camarones congeladas quieren echarle la pata a las de Sanlúcar, ha provocado que elegir un lugar donde manda una cocina más exquisita es complicado, por ser estas las más demandadas y, por tanto, las más difíciles de coger mesa o hueco en la barra.
Debe haber de todo, desde el oportuno ‘quitahambre’ del serranito, que cada caseta le pone un nombre alusivo a la entidad que cuelga su nombre en la fachada —recordar en este punto al inventor del fast food feriante, el otrora famoso ‘chispazo’ de La Candelaria con el que hizo el ‘agosto’ en unas cuantas ferias— hasta el ‘espidifen’ reconstituyente del caldo con todos sus avíos. Sin embargo, nos hemos atrevido a sugerir algunos sitios para comer con garantías de buena cocina local sin que los chocos sean chicles y las imperecederas croquetas parezcan que no son congeladas, que hoy hay de todo en el mercado.
Peña Buena Gente (Calle Lola Flores 67) y Judíos de San Mateo (Paseo de las Palmeras 31). Cátering Juan Gómez.
Buena cocina tradicional salpicada de aportes innovadores. La fritura en su punto, el pescado y el marisco fresco, tortillas de patatas caseras, buenas carnes y un servicio atento y esmerado al frente de dos de las casetas más populares de la Feria del Caballo. El cátering Juan Gómez comanda ambas cocinas y servicios son garantía. Dos buenas casetas con comida tradicional, pero muy bien hecha.
Rincón Naranjo (Paseo de las Palmeras 153)
Buscar platos ciertamente excéntricos por estos lares, también es posible. En el Rincón Naranjo, que dirige el conocido empresario de la restauración Paco Lechuga, puede saborearse las exquisitas ostras de Arcade (Pontevedra), pero con la particularidad de que una experta gallega en el manejo de este molusco tan codiciado, para lo que se requiere de una mano firme además de poseer los instrumentos adecuados; “es todo un espectáculo”, comenta Paco Lechuga. Para acompañar, su caseta se especializa en el marisco de la zona y de Huelva. Rincón Naranjo lleva 17 años en la Feria del Caballo, como caseta propia de su empresa, pero además entre 2022 lleva las de Tío José de Paula y la de la Hermandad del Rocío.
Hermandad de la Vera Cruz. Restaurante A bocados (Calle Lola Flores 73)
La cocina viene de la mano del joven restaurador Adrián Martos cuya apuesta gastronómica se relaciona con su establecimiento donde mandan productos de la zona y recetas tradicionales. Una carta en la que combina tradición e innovación: pescados a la espalda con salsa de vino fino, jamón, ajo, perejil y langostinos tigre, croquetas de jamón ibérico, el medallón de solomillo A Bocados, varios vinos de Jerez y “el secreto de la casa”.
La Paquera. Restaurante Cachirulo (Calle Lola Flores 74)
Javier Parra Quiñones es un cocinero imaginativo, innovador y autodidacta, que empezó en el mundo de la restauración con apenas catorce años. Sin dejar de lado la cocina de su tierra, es famoso por elaborar platos distintos con un toque muy personal que los hace irrepetibles. El restaurante ofrece en su carta una treintena de platos. Dos platos emblemáticos de El Cachirulo: los fideos tostados con langostinos al ajillo y el trampantojo de foie con queso de cabra y arena de galleta.
La Gemelas al Jerez (Paseo de las Palmeras 19)
En 2018 irrumpieron en la Feria como una extensión de su establecimiento de la calle Zaragoza. Famosas por su estrellato en el programa MasterChef, Virginia y Raquel Naranjo, ya conocían el trajín de la cocina en el Real. En 2018 irrumpieron con caseta propia; el éxito les acompañó en aquella edición, tanto que entrar y buscar hueco era un imposible para los que buscaban en su cocina sus originales creaciones.
Casa Juan Carlos (Paseo de las Palmeras 160)
Es un clásico del buen comer en la Feria, el restaurador Juan Carlos Carrasco repite, llevando su cocina creativa y exquisita para los que desean un espacio donde la garantía la tienen asegurada junto a la profesionalidad. La carta de Feria no escatima en comparación con lo que puede ofrecer en su establecimiento. Es uno de los enclaves más buscados en el Real para almuerzos y cenas.
Casetas de las hermandades
Una opción siempre a la mano es acudir a las casetas que instalan las hermandades y las trabajan los propios hermanos. De partida, los precios son más bajos dado que la mano de obra no suma en los gastos. Otro valor añadido es la aportación ‘casera’ de su cocina. En algunas de ellas, los guisos del día son preparados por hermanos y hermanas que se manejan muy bien entre los fogones pero con el toque ‘de casa’. En estas la variedad en la carta es extensa, con algunas opciones tematizadas en sus denominaciones que aluden a la propia cofradía. El ambiente es muy cercano y de familia en espacios abiertos a todo el que quiera visitarlos. Las hermandades que trabajan la Feria, cuyas cartas y precios seguro que se ajustan mejor a las carteras, son: Clemencia, Perdón (Usted Perdone), Salud de San Rafael, Amargura, Entrega, Pasión, Misión, Viñas, Paz, Salvación, Soberano Poder, Bondad y Misericordia, Consuelo y Redención.
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