Jerez de la Frontera se encuentra actualmente inmersa en la celebración de la Feria del Caballo. Este evento no se ha podido organizar desde 2019 a causa de la pandemia del Covid-19 y en 2022 ha regresado con más fuerza que nunca.
Los puestos ambulantes que se asocian a la feria también han regresado y están haciendo una caja bastante jugosa en estos primeros días. Uno de los productos típicos que se venden en la mayoría de puestos son los turrones.
Los hay de todos los tipos, duros, blandos, con almendras, de chocolate… y lo que está claro es que, pese a lo que se suele pensar, no es en absoluto un producto exclusivamente navideño. Así lo explica Luis Pérez, que lleva dedicándose al negocio toda la vida. Ahora a cargo del negocio, pero antes que él fueron sus padres y sus tíos. Asegura que "hacía quince años que no veía tantísima gente pasando por delante del puesto".
Según comenta, "tras dos años sin poder celebrar la feria la gente quería salir, moverse y disfrutar". Su negocio es muy conocido en Jerez y tiene una clientela muy asentada. "La gente se alegraba de vernos, nos saludaba y se paraba a comprar". Además añade que "si el producto es bueno te van a reconocer aún más".
La crisis de los combustibles también afecta a estos negocios. Luis dice que "el precio ha subido un poco. Pueden ser 50 céntimos que se van notando porque todo el mundo ha tenido que elevarlos".
Además, hay que sumar el gasto extra del transporte. Como casi todos los turroneros que ponen sus puestos en la Feria del Caballo, Luis viene desde Aguilar de la Frontera, en Córdoba. Tal y como cuenta, "tenemos que venir con el camión, con la furgoneta, hay una infraestructura detrás y cuanto mejor sea, más caro va a costar".
A pesar de lo que se pueda pensar, el negocio de la venta de turrones perdura durante todo el año, no solo durante la Navidad. De hecho, Luis se dedica a vender este producto desde la primavera hasta el verano y tiene claro que la mejor época para comprarlo no es la navideña. "Un poco antes y durante el verano vendo mucho más turrón porque existe esa tradición de comprarlo en las ferias". Este hecho tiene una explicación más profunda, y es que, como explica Luis, "en feria se ofrece turrón artesano de muchas clases, que muchos de ellos en Navidad no se venden".
No todos los turroneros de la Feria del Caballo se dedican todo el año a la venta ambulante. Toñi Pulido trabaja en este negocio junto a su marido desde Semana Santa hasta el mes de octubre. Ella señala que "a la gente lo que le gusta es alternar y se está notando que en todos los eventos se lanzan a la calle y eso repercute en nuestros negocios".
Según explica, "el precio del turrón, como el de otros productos, ha ascendido aproximadamente un 30%. Hay que compensar lo que compras porque algo tenemos que ganar". Por lo general, los clientes entienden esta subida, pero algunos se quejan de que esté todo más caro. "Yo entiendo que haya quien se rebote porque ha subido el precio del turrón, pero no lo hacemos por gusto", se lamenta.
En una línea similar habla Rafael, quien señala que "si sube la luz y el combustible nos va a afectar a nosotros". Aún así se muestra satisfecho por la acogida inicial que han tenido en la Feria. "Hemos vendido bastante hasta el momento, la gente está respondiendo bien", dice.
Para él, sin el turrón a las ferias les faltaría algo. "Cuando yo empecé aquí el turrón se vendía suelto, sin plásticos. Ahora las cosas han cambiado mucho, hay más controles de sanidad y está todo más vigilado, pero el turrón es la Feria", asegura.
Rafael apunta que la ciudadanía se ha volcado no solo con la Feria del Caballo, sino también con la Semana Santa y con la Feria de Sevilla. "Se ha notado las ganas que tiene la gente de pasarlo bien y de consumir, que es lo que nos conviene a nosotros", remarca.
El sábado, el alumbrado y el primer día oficial de Feria atrajeron a una enorme cantidad de público, tanto que los puestos de los alrededores permanecieron abiertos mucho más tiempo de lo que suelen estarlo. "El sábado no paraban de venir clientes, acabamos cerrando a las 7 de la mañana porque estaba todo hasta arriba".
Rafael, su mujer y su hermano colocan todos los años sus puestos al lado del paseo de La Rosaleda. Antes, estaban frente a la zona preparada para que los jóvenes hicieran botellón y han querido señalar que pese a lo que se pudiera pensar no han tenido ningún problema con ellos. "Llegaban multitud de chavales después de haber bebido, pero todos sabían respetar la cola y te hablaban con mucha educación".
Esta buena visión la hacen extensiva a toda la ciudadanía jerezana. "Son buenos, educados y hospitalarios, si necesitas algo no tenemos dudas de que nos van a ayudar. Es una maravilla venir a Jerez", reconocen.