Para el lebrijano Juan Gómez, la Feria del Caballo es sinónimo de carreras, estrés, ir de un lado para otro y de no despegarse del teléfono para que todo vaya bien. “Mi hermano va para allá”; “ordéname la nave, que está todo bien puesto”; “eso no va ahí”; “ten cuidado”… No para de repetir órdenes, por el móvil o en persona, cuidando el más mínimo detalle.
En esta edición, la primera pospandemia, Catering Juan Gómez se encarga de la gestión de tres casetas: la número 67, la de la peña flamenca La Buena Gente; la 31; de la hermandad de los Judíos de San Mateo; y la 91, VORS, de la peña el Quema. La empresa lebrijana lleva desde 2005 dedicada a la organización de ferias, bodas o comuniones, abarcando todo tipo de eventos.
¿Cómo se afronta la Feria del Caballo después de dos años de pandemia?
Este año es de incertidumbre total. Los primeros días ha habido mucha gente, pero el nivel adquisitivo de la mayoría de la gente es el mismo que antes de la pandemia y los precios han subido. La gente sale pero no gasta tanto. La cantidad de jarras de rebujito que se bebe a diario no es normal… Antes se bebían más cubatas, por ejemplo.
¿Ha sido difícil encontrar camareros y tener asegurada la bebida y la comida?
Que haya coincidido unos días con la Feria de Abril de Sevilla nos ha perjudicado. El camarero llega agotado, porque después de dos años que coincidan las ferias más fuertes… es complicado. Y la verdad es que cuesta encontrar personal. También ha habido problemas con proveedores, aunque en Jerez un poco menos. Los primeros días en Sevilla fueron peores. Aunque los que vivimos de esto sabemos dónde encontrar y nos ayudamos entre compañeros.
¿Por qué estas tres casetas? ¿Ha sido premeditado para abarcar a distintos tipos de público?
Llevo muchos años en esto y antes he pasado por otras casetas, como Williams, El Corte Inglés… Casetas importantes. No ha sido premeditado, la verdad. Nicolás Sosa, (presidente de la peña flamenca La Buena Gente) es buen amigo mío y me propuso gestionar la caseta. Antes ya le habíamos organizado a la peña eventos como su Zambomba, la Exaltación de la Saeta… y decidimos implicarnos. De los Judíos de San Mateo conozco a Carlos Bohórquez y acordamos que llevaría la caseta antes del covid. La de VORS es de familiares de la caseta Tirititran de El Puerto… les dije que no podía porque ya llevaba muchas… pero los que estamos en este gremio somos así. Decimos que no, pero al final nos llaman y nos terminan convenciendo (risas).
¿Qué tal el balance hasta ahora?
Las calles y las casetas están desbordadas, pero si hacemos balance, las cajas están siendo fuertes los primeros días y más flojas los últimos. Al menos así nos ha pasado en Sevilla. Ofrecemos calidad, pero el consumo ha bajado, no es lo mismo que se siente una familia a comer carabineros y cigalas a que coma tortilla de patatas y chocos.
¿Cuál es el punto fuerte de cada una de las casetas que gestiona?
La Buena Gente destaca por la unión de sus socios. Son muy amigos y pasan mucho tiempo juntos. Eso es algo que no es habitual. Y por supuesto por el flamenco. Es una caseta de referencia y su alma máter son los grupos, tenemos tres diarios. Además, el cocinero ha creado unos pinchitos con garbanzos que están teniendo muy buena aceptación. En los Judíos de San Mateo, que está más enfocada a la comida, hay un revuelto que es una maravilla. Y en VORS el servicio de carta no es excepcional, pero no falta nada de lo que tiene que haber en una Feria.
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