La vida en los puestos 'matahambre' de la Feria: de universitarios a jubilados que siguen de gira por amor a lo suyo

Detrás de cada barra, de cada atención a quien se encapricha de una hamburguesa, una 'papa' o un piñonate, hay familias que, en el fondo, parecen, solo conocen y llegan a disfrutar la aventura nómada

La familia de uno de esos puestos 'matahambre' de la Feria de Jerez.

Es una vida itinerante, casi nómada, la de los feriantes. Vivir en una caravana entre abril -aproximadamente- y octubre -mes arriba, mes abajo-. Impensable para quien ama las rutinas. Pero es que algo tendrá esa aventura, incluyendo los quebraderos de llevarse una empresa a cuestas, que quien la vive no la rechaza, sino que la abraza. En esos puestos de comida que van de feria en feria hay montones de historias. Y nadie 'raja'. El ambiente, conocer gente, la gastronomía... Poco tienen que contarle los documentales de Canal Sur sobre Andalucía. Más calle que un feriante no tiene nadie.

Antonio Cabello es cordobés, de Aguilar de la Frontera, una tierra que tiene muchísimo feriante. "Hombre, vas a Sanlúcar y claro que te comes tu marisquito", dice deseando ya que corra la manzanilla. Como los extremeños que se hacían el mar hacia las américas, Antonio tiene eso de los descubridores, porque ha descubierto todos los 'saraos', verbenas y ferias imaginables en Andalucía. Tiene un puesto en la Feria de Jerez, fuera del recinto, en la rotonda de Álvaro Domecq. Viene toda la familia. Mientras charla, hace los piñonates. Lleva más de cuatro décadas tostando.

Antonio Cabello, en plena faena.  MAURI BUHIGAS

A sus 63 años, conoció en aquellas ferias de los 80 a la que hoy es su mujer, también en el mundillo. Tiene tres hijos, uno de ellos policía nacional, mientras que le acompañan sus otros dos vástagos, uno historiador y otro sociólogo. "Me quedan dos años para jubilarme. Me acompañan mientras sacan su trabajo". Apuntan a oposiciones. De hecho, el que hoy es agente, estudiaba en las mismas encimeras donde se atiende al público cada noche, cuando cerraban. Antonio empezó con su padre. "Los tres han estudiado, pero yo no podía. Y yo prometía. Con 15 ó 16 años, la mayoría del pueblo ya estábamos trabajando". Una vida como las hormigas, trabajando en verano para tener en invierno.

Luis, el historiador, se ha criado en esto. Lo que será es profesor, y ahí está, echando esa mano que hace falta mientras piensa en las oposiciones del mes de junio de 2025. Aunque también hay tiempo para irse con "los otros coleguillas feriantes". Jerez es la feria más bonita, pero su preferida es la línea, porque tiene playa, cuenta. Esto no lo hereda nadie, tienen claro. En un par de años, venderán todo y ellos, padre y madre, a jubilarse, que ya tienen la edad, y los hijos cada uno con su propio trabajo. "Es lo que todos queremos, hay mucha gente opositando, pero te da estabilidad, vacaciones, más cómodo...". 

El puesto de los Cabello.  MAURI BUHIGAS

También es de Aguilar Vanesa Soto, de Hamburguesería Soto. Viene con su hermano, y entre ambos, treintañeros, han heredado el negocio. Pero su padre sigue dando vueltas por las ciudades, ya sin atender a las planchas, echando una siesta cuando los hijos montan todo para la tarde. Viven en su caravana. 

Suelen empezar en Mairena del Alcor, la feria más tempranera de Sevilla. Y claro, hay edad y ganas para, cuando cierran el puesto, que no es tampoco temprano, porque los matahambre cobran sentido ya de madrugada, salen ellos a cerrar las casetas. "Mi padre empezó de turronero hace 50 años, y aquí viene con nosotros", explica Vanesa. Acabarán en octubre. La Feria de Jerez, claro, es de las que más disfruta. "Tiene muy buen ambiente y es de las más bonitas".

Los puestos de comida en la Feria de Jerez. MANU GARCÍA
Vanesa Soto, con sus hamburguesas.  MANU GARCÍA

Las mañanas en las hamburguesas no se trabajan. Los almuerzos suelen ser más en la caseta. Pero este tipo de tentempié no sabe cuando cierra quizás por el alcohol. Es difícil tener una vida despegada de este estilo vital, de pareja, familia. Tendría que ser alguien que se echara a esa aventura, así que en el pueblo, el que ya tiene trabajo, difícil. "Para entender cómo es esto te tienes que haber criado aquí", cuenta Vanesa. "Aquí llevas todo: tu casa, tu trabajo, en un camión". 

Maricarmen García Gómez se dedica a las papas asás. Uno de los clásicos, el ejemplo de comida que uno come en la Feria y en ningún otro lado. Almeriense, lleva 20 años dando vueltas. La de Jerez es la primera que hace este año. "Donde me da sitio el Ayuntamiento, voy". 

Maricarmen, con un palé de patatas.  JUAN CARLOS TORO
Una patata bien completa.  JUAN CARLOS TORO

Compra las patatas por palés, ni por kilos las calculan. La estrella es la completa, con carne kebab, queso, york, zanahora, maíz, remolacha, aceitunas, alioli... "Como una gran ensaladilla rusa, pero dentro de una papa". Su hora punta es la cena, aunque claro, para una 'papa gorda', la del rebujito, eso ataca en cualquier momento de la noche. 

Ha dejado a sus hijos pequeños en Almería por temas de colegio, con una hermana. En cuanto acabe las clases, más o menos para la Feria de Chiclana, "se viene". "Hay que trabajar, para que no nos falte. Aunque hay que pasar mucho invierno".

Llegará luego el frío, el tiempo de hibernar. Quizás con otros trabajos, cuando llegue noviembre, volver al piso o la casa de cada uno. Quién sabe si, en el fondo, deseando que vuelva la primavera. Carretera y negocio a cuestas.