El fin de las historias para no dormir en La Constancia: “Me levantaba con miedo”

Las obras de la esperada rehabilitación comienzan en esta barriada de Jerez que lleva más de 40 años luchando por el arreglo de sus bloques tras sufrir derrumbes de techos y realojos de sus vecinos

Loli Dueñas delante de su bloque en la calle Manolete de la barriada de La Constancia en Jerez.

Las pitadas de una caravana kilométrica por la huelga de transportistas resuenan en distintos rincones de Jerez. En uno de ellos, se convierten en ruido de fondo de las palabras de una vecina de La Constancia. Esa barriada que lleva en su radiografía una lucha eterna por su rehabilitación integral. La batalla parece que ve la luz tras la incansable movilización de quienes crecieron en sus calles.

Un presupuesto de 900.378,61 euros (465.751,44 euros el Ministerio, 253.532,52 euros por el Ayuntamiento y 181.094,66 euros por la Consejería de la Junta) arreglará de raíz un problema histórico, el evidente mal estado de los bloques que aún combaten las garras del deterioro. El proyecto de Áreas de Regeneración y Renovación Urbana (ARRU) adecentará 88 viviendas repartidas en 17 bloques que llevan casi 20 años pidiendo a gritos atención.

Loli frente a las obras del bloque de pisos. MANU GARCÍA

El 21 de febrero comenzaron las ansiadas obras. Un antes y un después en esta barriada que “por fin” será un espacio habitable. Loli Dueñas, presidenta de la asociación de vecinos La Fraternidad, observa los andamios desde la calle Manolete. “La grieta empieza desde allí, de la zona norte a la sur, coge dos habitaciones. Mira, en la ventana, se ve la viga mohosa”, dice la jerezana señalando el tercer piso.

Ella es una de las personas -residentes de terceros pisos- que han sido realojadas mientras se acometen los trabajos. Firmó el trámite hace una semana. “Está previsto que acaben dentro de un año, pero hemos tenido la mala suerte de que no ha llovido en todo el año, y ahora sí”, dice mirando al cielo.

“En un año, nos apuntalaron el bloque entero”

Las gotas de lluvia empapan el rostro de esta jerezana que lleva más de 40 años sufriendo las consecuencias del estado del edificio. Loli, de 65 años, ha vivido toda su vida en la barriada. “Nací aquí”. Sus padres ya lidiaron con los peligros y, después, le tocó a ella. “Cuando estaba con pañales, en el 58, no llevábamos ni un año y pico aquí cuando nos apuntalaron el bloque entero. Desde entonces, hemos ido una tras otra. Mi sobrino se ha criado con el miedo de, se cae o no se cae”, explica a lavozdelsur.es. reproduciendo lo que le había contado su madre.

Interior de una de las casas en obras. MANU GARCÍA
Obras de rehabilitación en La Constancia. MANU GARCÍA

Lo que han pasado las familias de La Constancia está grabado en sus cabezas. Desde el incendio de los depósitos de Repsol –“cuando decían que si pegaba un bombazo la barriada desaparecía- hasta los desprendimientos de techos -el último, en el bloque 1 de la calle Juan Belmonte- y las vigas oxidadas.

Ahora, los albañiles trabajan para que se acabe la pesadilla. Un enorme socavón en el suelo se vislumbra en uno de los bloques. “Esta casa no tenía bajante. Había una pequeña canaleta de mezclas antigua sin tubería ni nada. Y toda el agua no caía en la canaleta”, detalla uno de los encargados mientras otros compañeros cargan carretas.

Loli no puede evitar exclamar al ver la escena en la casa con arquetas viejas y estropeadas. Un problema que se suma a que, en la mayoría de los tejados, las vigas se construyeron más separadas de lo habitual para ahorrar costes. “Esto lleva más cal que cemento”, comenta el trabajador.

Andamios en la barriada jerezana. MANU GARCÍA
Techo derrumbado en uno de los bloques de la calle Juan Belmonte en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

El bloque está tan devastado que “no se fían” y, por eso, advierten a las vecinas que suban a recoger cosas en el menor tiempo posible. Según explica Loli, los bloques “no tienen ni juntas de dilatación, estamos pegados unos con otros. Si quieres poner un espiche, coge un destornillador, le das dos vueltas y lo metes con el dedo”.

La inestabilidad de estos edificios tan antiguos se palpa desde la acera. Hierro oxidado y grietas saltan a la vista. Incluso en algunas casas, si se apagan las bombillas, la luz entra por las hendiduras. La comunidad llegó a poner un cartel en la entrada donde se pedía a los vecinos que no diesen portazos para que las casas no temblasen. “Si mi bloque no lleva ya 30 catas, no lleva ninguna”, expresa la jerezana, que aun recuerda una de las veces en las que se pegaron un buen susto.

“Se cayó un trozo de cornisa. Notamos que el bloque se movió porque el vaso que tenía encima de la mesa no paraba”, comenta. También lamenta aquella vez en la que un técnico dijo que no había riesgos y cuando se montó en el coche para irse se cayó el techo.

"En noches de lluvia decía: -Dios mío, protégenos”

Este tipo de situaciones acabó mermando en la calidad de vida de estas familias. “Te acuestas y te levantas con miedo. En noches de lluvia me levantaba a las 4 de la madrugada, me sentaba en el salón y decía: -Dios mío, protégenos”, expresa Loli, que ha estado al pie del cañón con la asociación para poner fin a tantos años de suplicio.

Techo del bloque de Loli en la barriada. 

Los vecinos llegaron a gastar “un dineral” para reforzar el techo lleno de grietas por el que entraba agua y tierra. Además, siempre acababan con las casas repletas de puntales, algunos, en habitaciones enteras, obligando a muchas familias a vivir fuera de sus hogares-una de ellas, durante más de una década.

La Constancia no se ha quedado callada. Paco Flores empezó alzando la voz como presidente de la asociación vecinal sin poder olvidar aquel fatídico día en el que se derrumbó el techo de su vivienda mientras dormía junto a su mujer.  Loli le tomó el relevo y no ha parado hasta conseguirlo.

Derrumbe del techo de la vivienda de Paco Flores en 2008.  MANU GARCÍA
Colocación del nuevo techo de la vivienda de Paco Flores en 2008. MANU GARCÍA

 

Una manifestación de los vecinos de La Constancia en Jerez en una imagen de archivo. MANU GARCÍA

Tras años de manifestaciones en Sevilla, Madrid, Málaga o Jerez y cartas al defensor del pueblo, esperan que el “trabajo y esfuerzo” haya merecido la pena. “Aquí nací, y, si Dios quiere, de aquí saldré el día que me lleve con él”, suspira Loli, que ha luchado por la rehabilitación al mismo tiempo que por su salud.

La barriada lleva por nombre la palabra que ha sido clave para que hoy se vea una malla negra cubriendo la fachada. En La Constancia, quien la sigue, la consigue.

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