Adiós a la romería de 2023 después de nueve días de camino desde que el miércoles pasado la Hermandad de Jerez iniciara la ida hasta la aldea. La llegada a la ciudad tuvo el esquema de costumbre, primero la entrada en el Hospital San Juan Grande, tal y como se hizo en la salida y adonde se llegó sobre las siete y cuarto de la tarde. Puntualidad un año más ya que a la hora previa, 20.30, el simpecado estaba en Cristina.
Alcanzó la Alameda de Cristina yendo por la calle Taxdirt y Santiago donde fue saludada por las hermandades de penitencia del barrio y la habitual parada ante la iglesia de la Victoria donde se volvieron a abrir sus puertas para dejar ver a la Virgen de la Soledad.
La comitiva estuvo encabezada por jinetes en un número muy inferior a lo que fue la ida, algo que forma parte del regreso que es participado por muchos menos rocieros. Y tras los caballos, la carreta del simpecado cuyas flores fueron cambiadas en el rengue de almuerzo en Ventosilla. A su alrededor, los peregrinos que han regresado junto a esta carreta de plata además de los muchos devotos que se unieron desde que pisó Jerez.
Frente a Santo Domingo y tras pasar ante el simpecado todos los que formaron el cortejo de ‘recogida’ a modo de despedida y agradecimiento de la junta de gobierno, el estandarte fue colocado en su asta de mano e introducido en la iglesia donde en la nave de Consolación se rezó la Salve como final de todo.
En resumen ha sido un Rocío diferente en cuanto al tránsito por Doñana. Las autoridades dispusieron una serie de cambios en cada una de las etapas que afectó en gran medida a las doce hermandades que atraviesan el Coto. La causa, evitar pernoctas y paradas en espacios sensibles donde el pasto podía provocar incendios dada la sequía que atravesamos. Otro argumento ha sido elegir lugares de fácil acceso a los sanitarios y emergencias para la evacuación de personas en caso de un accidente.
¿Será solo por este año? Es la pregunta que se hacen muchos; si las autoridades de Doñana darán por buenas estas modificaciones haya o no sequía. Unos cambios, en cuanto a Jerez, que han equilibrado las distancias a recorrer en cada jornada pero que ha eliminado momentos como la misa en Los Ánsares, entre otros.
Afortunadamente ha sido una romería tranquila en cuanto a incidencias. De ida, Jerez llevó más de dos mil personas con más de 200 vehículos de tracción mecánica y unos dos centenares de caballistas además de los 14 carros y charrés. Con estas cifras, el hecho de estar en constante movimiento, que la evaluación final sea el que es, es todo un logro.
También el tiempo ha ayudado. Todo se ha celebrado con unas temperaturas muy agradables e incluso con jornadas nubosas que dejaron caer algún chaparrón. No cabe duda que esa circunstancia ha sido un alivio para todos, personas y animales.
El hermano mayor, Joaquín Vallejo, ha ejercido como tal en la segunda romería que ha podido coordinar en su mandato, que comenzó en septiembre de 2019. Dos años, los de la pandemia, se le quedaron en blanco aunque en 2021 sí pudo llevar a cabo un acto singular en la plaza de toros con una excepcional misa de Pentecostés que ya queda en el recuerdo e historia de la hermandad.
Ayer era un hombre feliz y satisfecho. Cansado pero pleno en su rocierismo del mismo modo que los que, ya fuera en sentimientos o in situ, han podido vivir una romería sencillamente espectacular y con un episodio siempre inolvidable imprescindible, la llegada de la Virgen a la casa de Jerez en su procesión en la mañana del lunes. Dicen que más de cinco minutos estuvo ante los jerezanos. Es la estampa que traen prendida y que renovarán dentro de 352 días; el 15 de mayo de 2024 Jerez volverá a las arenas.