Antonio Santiago Pérez es un apasionado de la prehistoria, de bucear en los orígenes del hombre. Tiene 65 años y tras haberse jubilado como funcionario en el Ayuntamiento de Jerez, donde trabajó en el Museo Arqueológico, no deja de lado su gran vocación por la arqueología y la espeleología.
Su programa para este verano es extenso porque acude y participa a diferentes excavaciones en las que presta voluntariamente su trabajo y conocimientos en favor de varios proyectos que están en marcha. Por lo pronto, se encuentra a 815 kilómetros de Jerez. La ubicación, Atapuerca, donde es bien conocido porque no es la primera vez que acude a tierras burgalesas para trabajar en este importante yacimiento.
“He empleado siempre todas mis vacaciones, sin excepción, a excavar y cavar en cuevas y yacimientos prehistóricos”, cuenta Antonio Santiago, que así deja claro que su tiempo de ocio lo une a su gran afición y a la que se ha dedicado toda su vida. No obstante, su presencia en Atapuerca se debe a que en Burgos capital se ha celebrado la reunión de la Sociedad Española de Espeleología y Ciencias, a la que pertenece, y que se ha dedicado a los yacimientos calcáreos de Atapuerca.
Estando tan cerca de la excavación, no se pudo resistir: “No puedo estar en un yacimiento sin echar un cable. Allí no se va a tonterías. Hay trabajo de sobra”. Él mismo tiene una agenda ‘sobrada’ para todo el verano. Marchará a unas terrazas cuaternarias y también a una excavación en Lucena. En Atapuerca, “todas las manos son necesarias”, por lo que su voluntariedad es compartida por unas 300 personas que trabajan día a día en las diferentes zonas: “Se está cavando ahora en 14 yacimientos distintos, algunos situados a más de un kilómetro uno de otro”.
Sobre todo hay estudiantes interesados en adquirir formación en el yacimiento más importante del continente euroasiático, “es también el sitio donde los jóvenes que pretenden ser historiadores o historiadores de la evolución humana tienen que pasar por ahí obligadamente porque es donde se forman en los trabajos de campo”, relata Santiago, que es todo un reconocido veterano entre un voluntariado que está para todo: “Atapuerca requiere mucha gente, gente excavando, evacuando sedimentos, el que se dedica a traer los bocadillos, el café…”.
Por allí, dice, “me he encontrado con muchos andaluces, incluso una joven de Sanlúcar de Barrameda. Se le da cabida a todo tipo de estudiantes”. A Antonio lo llamamos justamente cuando salía de una cueva y encontraba un sitio con cobertura, “aquí es imposible encontrarla y menos en una cueva, pese a que hemos colocado todo tipo de inventos para poder usar los móviles”.
Con énfasis, Antonio explica a los neófitos en estas materias que en Atapuerca “están los esqueletos completos de 32 personas de todas las edades, desde niños o adolescentes, jóvenes, maduros y adultos ya muy viejos”. La espeleología le llevó a la arqueología prehistórica. El estudio de las cavernas, en lo que empezó muy joven, con 15 o 16 años: “Sigo haciendo espeleología en nuestro grupo de Jerez, el Giex, muy reconocido a nivel andaluz y nacional, llevamos casi 50 años dedicándonos a este deporte-ciencia”.
“Desde pequeño me gustó la aventura”, señala el arqueólogo como un signo de que su vida estaría marcada por esa gran pasión y en la que sigue buscando “quiénes eran los primeros humanos, todo hasta que el cuerpo aguante”. La edad le marca el ritmo en los proyectos que se involucra: “Cuando tenía 20 años todo era posible; ahora con 65 hago lo que puedo, pero aporto algo muy importante: la experiencia y una buena formación y un físico que cuido, pero siempre con prudencia”.
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