La sorpresa se llevaba mascando desde hace días, pero los novios, Emilio Méndez y Pilar Vargas, no sabían nada. Jueves de Feria del Caballo y la caseta de la Buena Gente repleta de socios y de familiares de uno y otro. Ambos habían quedado en la caseta para pasar un buen rato, pero nunca se imaginaron que en pleno Hontoria celebrarían su toma de dichos.
La toma de dichos, en un matrimonio católico gitano, es diferente al de los payos. Su manera de atestiguar la fe de soltería es pura alegría. Pasadas las cinco y media de la tarde llegaba Pilar Vargas, vestida de flamenca. Al son de bulerías la recibían amigas y familiares. Un rato antes, en el interior de la caseta, se habían repartido pulseras con las leyendas “yo soy del novio” y “yo soy de la novia”. Las mujeres también se colocaban en el pelo rosas blancas de plástico en las que se leía “ole la novia”.
Pilar, a pesar de la sorpresa, se arrancó y no dudó en dar una pataíta antes de entrar en la caseta. Minutos después llegaba su futuro esposo, Emilio, con el que contraerá matrimonio el próximo 28 de julio en la iglesia de Santiago. Ahora era Pilar la que también lo recibía por bulerías.
Dentro, los nervios de familia y amigos se contenían a base de medias botellas de fino y de rebujito. Israel Tubío, al cante, animaba al personal y preguntaba dónde estaban los novios. Tras finalizar la primera parte de su actuación, las mujeres se sentaban haciendo un círculo y al grito de “esa novia” y “ese novio”, y cantando por bulerías, les colocaban al cuello a ambos pequeñas bolsas con toronjas, dulce que, dicen, trae buen augurio para el futuro matrimonio.
De la Buena Gente la fiesta se trasladó a la peña La Bulería previa vuelta a la Buena Gente. Fueron horas de algarabía en la que estaba previsto que al novio le partieran incluso la camisa. “Le hemos comprado tres”, señalaban los amigos del novio. Que sean muy felices.