La Asociación Tenis Jerez sobrevive después de su desahucio de las instalaciones de Chapín. El adjudicatario, que ganó el concurso en 2009, sigue sin hacerse con el control del complejo deportivo.
Los primeros partidos de tenis que se jugaron en Jerez tuvieron lugar en los aparcamientos del colegio La Unión. Allí se reunían amantes de este deporte para practicar algunas de las primeras pachangas que se recuerdan en la ciudad. Mucho ha llovido desde entonces. La afición a la raqueta comenzó a extenderse por el municipio. Eran los tiempos en los que Emilio Sánchez Vicario no paraba de ganar trofeos. En ese caldo de cultivo nació la ATJ, la Asociación Tenis Jerez, en 1987, cuando un grupo de aficionados se unió para practicar su deporte favorito. “Pagábamos 1.000 pesetas y no teníamos nada”, rememora Pedro Santos, el que fuera primer presidente de la asociación, que empezó teniendo un local en Puertas del Sur y fue de pista en pista hasta que en 1993 salieron a concurso público unos terrenos, junto a Chapín, en los que ese momento había un chalé y mucha vegetación.
La asociación se hace con la licitación, para los siguientes 15 años, y solicita un préstamo de 60 millones de pesetas para acometer las obras a las que se comprometieron. Poco a poco fueron viendo la luz las pistas de tenis y pádel, siete de cada modalidad, además de vestuarios, duchas, un pequeño gimnasio, un bar-restaurante y zonas ajardinadas. Fueron ganando masa social y organizando más torneos. La piscina, en el periodo estival, también servía de lugar de ocio a los vecinos de los residenciales de alrededor, que fueron quienes la costearon a través de la inmobiliaria Artesanía de la Vivienda, a cambio de disfrutar de las instalaciones durante un año.
La cita con Juan Manuel, Pedro y Tomás, miembros de la ATJ, tiene lugar en la que fue su casa durante 23 años y en la que, tras estar unos minutos por el entorno de las pistas de tenis, se nos invita a abandonar el recinto “porque no hay reserva”, indica el trabajador municipal que custodia las instalaciones. “¿Ves? Esto antes no pasaba, cualquiera podía entrar aunque no fuera socio”, aseguran. Ahora la situación de la ATJ es muy distinta. Durante la conversación no pueden evitar emitir suspiros, de resignación y de impotencia.
El primero, Juan Manuel Contreras, fue socio y luego trabajador durante más de 16 años. El segundo, Pedro Santos, presidente y miembro de la junta directiva. Tomás Yuste es el socio número dos de la organización y ejerció en su día como vocal de prensa. Las vidas de los tres han girado en torno a una asociación que ahora vive sus peores momentos. Fue en junio de 2016 cuando, tras un sinfín de vaivenes, abandonaron las instalaciones por orden judicial, aunque debían haberlo hecho en 2009. Ese año, los terrenos fueron adjudicados a Tenis Chapín SL, una empresa que ofertó 1,5 millones de euros por el complejo deportivo, y que hasta el momento ha abonado 60.000 euros.
El terreno, tras ser desahuciada la ATJ, pasó a manos del Ayuntamiento, que ahora destina un celador para que se encargue del cuidado de las instalaciones. ¿Pero qué pasa con el adjudicatario? El proceso sigue su curso, lento, y aún no resuelve la adjudicación a la empresa. El Consistorio, se quejan desde la Asociación Tenis Jerez, primó la oferta económica de una sociedad que, sospechan, no tiene ningún interés en gestionar el complejo deportivo, y sí en dilatar el proceso para pedir daños y perjuicios al entender que las instalaciones, hoy día, no presentan el mismo estado que en 2009, cuando debió haberse hecho con ellas.
“Nos duele porque somos fundadores”, asegura Pedro, natural de Asturias, aunque residente en Jerez desde hace 40 años. Eso sí, el acento norteño no lo pierde. “Esto en mi tierra no hubiera pasado”, comenta sobre el desahucio de la ATJ y el limbo en el que se encuentran ahora las instalaciones, de lo que culpa al anterior gobierno socialista de Pilar Sánchez: “Pensaron en el dinero y no en dejar tirada a la asociación”.
“Las instalaciones prestaban una labor social”, cuenta Tomás Yuste, quien recuerda que la ATJ, en sus inicios, "logró romper el misticismo que había en torno a este deporte, ya que se decía que el tenis era cosa de ricos”. Él es de los que piensa que “el Ayuntamiento no valoró lo que se había hecho” a la hora de adjudicar los terrenos, ya que el club contaba con más de 1.000 socios —unas 400 familias—, que ahora son apenas 120. “En junio de 2016 eran 300, estamos perdiendo mucha masa social”, lamenta.
En las instalaciones de Chapín han echado los dientes muchos de los socios de la ATJ. Juan Manuel llegó con 16 años por su afición al tenis y terminó trabajando, organizando campeonatos y hasta conociendo a su mujer gracias a la asociación. “Aquí he crecido como persona”, señala. “Cuando vine no estaban ni las redes puestas”, recuerda, “todo lo que hay lo pagamos nosotros”. A los miembros de la ATJ los considera “de la familia”, por eso dice que se le caen “dos lagrimones” cuando los socios más pequeños le preguntan cuándo van a volver a las instalaciones.
Pedro observa el tapete de las pistas de pádel levantado, lleno de vegetación y con algunas redes en mal estado, y no puede evitar quejarse. “A esto no hay derecho”. Y rememora lo conseguido durante los años de auge de la asociación: “Fuimos consiguiendo patrocinadores, organizamos el campeonato nacional de Primera División de Pádel, el Torneo del Caballo, fuimos campeones de Primera en tenis, éramos el club con más licencias de la provincia… ¿Crees que se puede tirar todo eso por tierra?”
“Nuestro objetivo es seguir practicando deporte y gestionando nuestro club, un club de todos los jerezanos, ya que sus cuotas, sus instalaciones y su modelo de gestión permiten a cualquiera practicar deporte base y de competición”, señalaban desde la asociación hace meses, antes del desahucio. “Los pocos socios que quedan se nos van”, señala Juan Manuel, que asegura que seguirá luchando hasta la extenuación por intentar recuperar, legalmente, unas instalaciones que remozaron y cuidaron con mimo durante más de dos décadas. “Se tiene que licitar de nuevo, lo entendemos, pero queremos saber cuándo”, añade.
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