En el béisbol, aquella misógina frase de "este es un deporte solo de hombres", jamás fue una valoración, sino una triste realidad. En la historia, solo hubo una época en la que los hombres permitieron que las mujeres jugaran al béisbol. Igual que las mujeres comenzaron a trabajar en las fábricas cuando los maridos se fueron a la guerra, en Estados Unidos ocurrió lo mismo en el terreno deportivo; en este caso, durante la Segunda Guerra Mundial. En 1943 el dueño de los Chicago Cubs, Philip Wrigley, creó la primera liga de baseball femenino, la All American Girls Professional Baseball League (AAGPBL), para mantener vivo el espíritu del béisbol durante la guerra.
El invento fue un éxito. La liga femenina llegó a consolidar su propia afición. Pero tras la guerra, la popularidad de la AAGPBL cayó en picado, hasta tal punto en que se abandonó en 1954. Desde entonces, las mujeres no han vuelto a batear una bola de béisbol y han tenido que conformarse con las pelotas de sófbol, deporte que se creó como una derivación "suave" del béisbol, donde el campo es más pequeño, la bola es más grande, el pitcher solo lanza por abajo... A pesar de que las mujeres están vetadas en el béisbol, los hombres sí tienen libre acceso al sófbol, ya que lo juegan mujeres, hombres y personas mayores, como jugadores de béisbol que ya están retirados.
La prohibición de las mujeres en este deporte es un síntoma más de las desigualdades de género impuestas por el patriarcado, donde la mujer no está invitada a jugar. Para continuar con esta injusticia sexista las federaciones apelan a la fuerza física de los hombres o al tópico de "De toda la vida se ha hecho así". "Pero todo esto es una incoherencia, yo he visto pitchers mujeres de sófbol femenino que han lanzado bolas que muchos jugadores de béisbol no batearían", critica Alexandra Leal (Sevilla, 1971), la primera árbitro de béisbol de Andalucía. Alexandra, originaria del barrio de Triana, sigue luchando para ser reconocida como una más entre sus compañeros del Colegio de Árbitros de Andalucía, organización a la que pertenece desde hace 23 años. "He llorado mil veces, y si yo hubiese tenido otro carácter, hubiera tirado la toalla mucho antes...".El deporte sigue siendo uno de los frentes abiertos para las mujeres, en materia de igualdad. Según un estudio realizado por El Larguero, en España, de los 3,5 millones de deportistas federados solo 771.000 son mujeres, es decir, un 21,5% de los deportistas federados son mujeres, mientras que el 78,4% son hombres. Y los únicos deportes donde hay más mujeres que hombres son la gimnasia, el voleibol y la hípica. A pesar de la escasa presencia femenina en el deporte, ellas fueron las ganadoras en los últimos Juegos Olímpicos de Río, ya que 9 de las 17 medallas de la delegación fueron conseguidas por deportistas españolas, tanto de manera individual como en deportes de equipo. Sin embargo, esto luego no se ve reflejado en los medios de comunicación. Según una investigación de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), la mujer tan solo aparece en un 5% de los casos, mientras que el hombre lo hace en más de un 92%.
"Me gustaba tanto ser partícipe del juego..., pero claro, yo no podía jugar, y ser árbitro era la única manera de sentir esa emoción"
Alexandra se enamoró del béisbol cuando a los 21 años empezó a acompañar a quien entonces era su pareja —ahora su exmarido— a los partidos del Al-Andalus, equipo de béisbol sevillano que fue campeón de España durante bastantes años. "Yo iba a los entrenamientos, y como me gustaba, empecé a entrenar con ellos", comparte.
Se implicó de tal manera que empezó trabajando de anotadora en los partidos. "Luego, el presidente de la Federación Andaluza de Béisbol de por aquel entonces, José María Ruiz Ortega, que es una grandísima persona, me dio la oportunidad para empezar a arbitrar en categorías inferiores: juveniles, cadetes, infantiles…". Para ella era la única forma de permanecer cerca de este deporte, ya que no le estaba permitido estar en la plantilla de los jugadores. "Me gustaba tanto ser partícipe del juego..., pero claro, yo no podía jugar, y ser árbitro era la única manera de sentir esa emoción", comenta con rabia.Al año de empezar a arbitrar, en 1996, Alexandra se marchó a Barcelona, la ciudad española donde donde el béisbol es más popular, para hacer los cursos de árbitro de la Federación Española de Béisbol y Sófbol. Desde entonces, ha estado arbitrando por toda la geografía española y en todos los niveles de la liga, incluso en la primera, en la División de Honor. Con casi 25 años de experiencia sobre el terreno, Alexandra está más que capacitada para arbitrar partidos internacionales de béisbol, ejercicio que le ha sido imposible realizar por el mero hecho de ser mujer: "Un directivo del colegio arbitral me llegó a decir que nunca sería internacional porque soy mujer". Desde las gradas, los insultos sexistas del tipo "Lo que tienes que hacer es irte a tu casa a barrer", son continuos. "Pero también compañeros míos y jugadores, como por ejemplo, que qué es lo que hacía yo aquí, que si estaba para mirarle los culos a los tíos y que lo que tenía que hacer es estar en mi casa", relata.
"Estamos marcados por nuestros genitales para el resto de nuestras vidas"
¿Y qué justificación le dan a ella? "Eres mujer, esa era la única justificación que recibía", responde Alexandra. "Para ellos no es absurdo y te valoran distintamente. Por ejemplo, antes del partido tienes que estar una hora antes en el campo y debes estirar, correr, moverte un poco antes para no lesionarte. Una vez tuve a un compañero que dentro de un campeonato me dijo que estirase dentro del estadio, porque podía provocar a los jugadores con mis estiramientos", narra.
Alexandra lo único que pide es que en el terreno de juego la traten como árbitro, no como mujer, ni madre, ni tía... "Yo soy árbitro", resalta con fuerza. Y es que al ser juzgada como mujer, siempre ha tenido que demostrar más, por el mero hecho de pertenecer a un género distinto. "La actitud que tenías que llevar al campo para que me respetasen, para que me tomaran en serio... A mí me exigen muchísimo más". Tomarme firme en las decisiones, y te exigen mucho más. Y no entiendo por qué. Estamos marcados por nuestros genitales para el resto de nuestras vidas", denuncia. Con todo lo que ha tenido que soportar al intentar ser una más en un universo copado por hombres, confiesa que "te quitan las ganas de seguir arbitrando, pero yo no, yo no me voy". En la actualidad, Alexandra se toma el arbitraje como una afición más, aunque en 2016 llegase a ser elegida presidenta del Colegio de Árbitros de Andalucía. Profesionalmente, ella ha sido directora de marketing de una multinacional de imagen y sonido, en Sevilla, pero a día de hoy es ama de casa y se dedica a dar clases de yoga debido a que hace cuatro años le diagnosticaron esclerosis múltiple, una enfermedad crónica y degenerativa del sistema nervioso central. "Perdí la visión completa del ojo izquierdo, pero ahora estoy en un ensayo clínico en el Virgen Macarena con Guillermo Izquierdo, un célebre neurólogo, probando un medicamento nuevo para intentar frenar o parar la esclerosis múltiple", comenta. "Con este medicamente lo que se intenta es no llegar a que te quedes en una silla de ruedas", añade con crudeza.
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