La cita pasa a formar parte de los momentos más brillantes de Jerez en lo cofrade, pese a todo. Contó con lo necesario para el éxito, pero llegó el desconcierto que rompió la armonía con la que discurría. Incluso empezó con diez minutos de antelación. Nadie se esperaba lo que ocurrió más tarde.
No obstante, proponer la Magna de Jerez merece ser analizada desde todos sus frentes, tanto en lo puramente cofrade como en lo colateral, destacando el impacto que ha tenido en la ciudad, que desde primera hora del sábado empezó a vivir en sus calles un ambiente excepcional.
Pero hubo sombras muy graves, como el colapso de calles como Tornería en adelante y en Cristina, por señalar los sitios que se convirtieron en ratoneras para las hermandades y el público. En Asunción, cuando el Socorro pasó y cerró la procesión, se acumuló un retraso de dos horas y media.
Parones eternos, cortes tremendos, retrasos inadmisibles que obligaron a cambiar el orden de paso cuando había transcurrido solo casi la mitad de los cortejos. A nivel de calle, los pasos de peatones quedaron bloqueados y con la desagradable sorpresa de que eran en un solo sentido. Momentos muy tensos con pérdida de nervios, desmayos y más, tanto que obligó a intervenir a la Policía en vez de a los vigilantes contratados, un extremo que la empresa de seguridad -contratada por el Ayuntamiento- niega, aludiendo a que su personal estuvo en todo momento controlando la situación apoyando a los agentes del orden. De esta forma, la empresa aclara que en ningún momento hizo dejación de sus funciones y que el problema de los pasos de peatones tiene su origen en otras instancias de la organización.
¿Falta de previsión? ¿Fallos organizativos? ¿Hermandades desobedientes? Las conclusiones de todo lo ocurrido tal vez sean la consecuencia de un cúmulo de circunstancias que no se previeron o no se quisieron medir adecuadamente. ¿A quién se le ocurrió la feliz idea de los pasos peatonales en un solo sentido? ¿Qué sentido tenía? Si se sabía que habría muchedumbre en las calles más ‘cofradieras’, ¿por qué no se aforaron? ¿No se sabía de antemano que la afluencia sería más que sobresaliente?
Lo cierto es que muchos de los foráneos que vinieron a disfrutar pasaron un mal trago, sumado al desmadre horario que implicó que la Magna prolongara su paso hasta cerca de seis horas. La imagen que se llevaron muchos fue la decepción. “No esperábamos que esto pasara en Jerez”, comentó un cofrade sevillano que vino con su familia y al que no dejaban cruzar. “Esto es una ratonera”, comentaba otro que tampoco se esperaba la situación que ha vivido en la ciudad.
Lo cierto es que dio la sensación de que al Consejo se le fue de las manos el evento. Los nervios y la inquietud en los integrantes de la Unión de Hermandades fueron notorios, con consejeros yendo de acá para allá, incluido el presidente, intentando remediar lo que ya tenía difícil solución.
En cuanto a las hermandades participantes, todas merecen más que un notable por el esfuerzo, las formas y el rigor con el que cumplieron su cometido. Especialmente emocionante fue para las cofradías que por primera vez ponían en procesión a sus dolorosas. Pese a lo mucho que han tenido que gestionar y trabajar para conseguir los palios, su presencia en las calles superó con creces lo simple y fueron capaces de reivindicarse con elegancia y buen gusto.
Los palios de siempre, los más notorios del orbe cofrade jerezano, levantaron admiración por donde pasaron con especial énfasis ante la Piedad, Desconsuelo, Desamparo, Amargura… en definitiva, todo lo más selecto de Jerez. Admiración por los maravillosos conjuntos plenos de armonía y belleza, así como por la imaginería mariana, todo un despliegue que fue una puesta en escena de la riqueza devocional y cofrade que atesora la ciudad.
Como dijo a este medio el recordado comisario de la Magna, Andrés Luis Cañadas, el evento transmitió el apego de esta tierra a la Virgen y exportó Jerez por todo el mundo. Lástima que por tan poco tiempo, Cañadas no ha podido vivir entre los mortales lo ocurrido en la ciudad, pero la esencia y claves de su legado se vieron en la procesión, así como en el cierre de todo con la copatrona la Virgen del Socorro: “A estas alturas de mi vida no busco ningún protagonismo. Lo que busco es que la Magna sea una oportunidad para Jerez y una oportunidad para sus hermandades, que nos permita presentar ante España lo que es la realidad de nuestra Semana Santa”, dijo a lavozdelsur.es en una entrevista.
Los detalles excepcionales fueron los ya conocidos. La labor costalera fue de premio, con pasos andando elegantemente sin distorsionar y engrandeciendo cada momento. La rosa blanca o tono champán fue la flor predominante junto al nardo. No faltaron las imposibles composiciones multicolores, que más bien pegan en una boda.
El tiempo fue insuperable. No hizo calor, circunstancia que fue determinante en la presencia de público local y foráneo. Este último se hizo notar, superando la medida prevista, al menos a simple vista. En este aspecto, la Magna se apuntó otro éxito, el cual lo agradeció la hostelería de la zona centro, que lo vendió casi todo.
En el ámbito musical, salvando las bajas producidas por el traslado de fecha, las bandas participantes no defraudaron, sobre todo las más reconocidas. El Carmen de Salteras, que solo estuvo tras la Paz y Aflicción hasta Asunción, dejó claro por qué es de las más notorias de Andalucía. Olivares, la Cruz Roja de Sevilla, Julián Cerdán, Santa Ana, Enrique Galán, Maestro Dueñas... Por abreviar, en mayor o menor medida la música fue excelente, todas las bandas superaron el listón de calidad, saber y profesionalidad.
Cerramos esta crónica con algún detalle de los muchos que apartaron los nubarrones. Los Remedios entró sublime, con la marcha Jesús de las Penas, y mucha emoción en los hermanos del Amor al verla de nuevo bajo palio. La Piedad en todo su esplendor, nardos maravillosamente colocados, afortunadamente las marchas de Beigbeder sonaron y la Magna fue una maravillosa sucesión de belleza, devoción y saber cofrade.