Manoli Pulido, Manolita para la gente del campo, es un caso singular ya que en la vendimia ejerce de manijera, una labor raramente asumida por una mujer. Esta responsabilidad implica coordinar a la cuadrilla de cortadores, ir ordenando el trabajo a pie de las cepas y meter prisa cuando el trabajo se va retrasando. En definitiva, el manijero es una figura más odiada que querida, al fin y al cabo es el capataz y el que tiene que empujar a los jornaleros para que no ‘aflojen’ y se demoren; aunque todo depende de cómo se ejerza esa labor.
Manolita es de la barriada rural de Mesas de Asta, una tierra de gran tradición viticultora. Lleva 18 años trabajando en las viñas del pago de Macharnudo en labores que van más allá de la vendimia. Las cepas precisan de cuidados constantes: la poda, los amarres, escardar… A eso se dedica el resto del año. Pero cuado llega la vendimia toca cortar, que es lo que más le gusta. Ser la manijera no lo aprecia tanto como estar recogiendo racimos, pese a que lleva dos años como la encargada de las cuadrillas de cortadores.
“Soy una mujer de campo”, con esta frase Manoli resume lo que de verdad le atrae de su oficio, como recoger coliflores en las marismas de Lebrija. Tel vez por ser mujer o por saber lo duro que es el trabajo de vendimiar, Manoli Pulido, como veterana en estas labores, confiesa que cuando ve a los novatos jovencitos y jovencitas que con esfuerzo intentan lleva del ritmo, les echa una mano: “Me da mucho dolor de ellos”.
“Conforme vayáis terminando ir saltando su línea, ¿vale?”, ordena en voz alta Manolita a los cortadores mientras que observa las espuertas llenas que se van vaciando en los remolques, bajo un sol de justicia y con el polvillo que levanta la tierra albariza que se pega a los cuerpos sudorosos.
La RAE da dos definiciones para el termino manijero: “el capataz de una cuadrilla de trabajadores del campo” y también “el hombre encargado de contratar obreros para ciertas faenas del campo”. En cualquiera de las dos descripciones el género al que se adjudica el oficio es el masculino, lo que acentúa aun más que una mujer sea la que ejerza estas labores. Seguramente Manoli no será la única, pero en la vendimia de Jerez es algo novedoso.